sábado, 31 de agosto de 2013

[SUPER JUNIOR + MBLAQ] Manos de pianista: capítulo 2

Por @Ari2PMAM

No sacar ni publicar en otro lugar sin permiso de la autora y sus respectivos créditos.



Capítulo 2

— ¿Eres Bang Chul Yong? ¿Mir de MBLAQ? — No se lo podía creer, allí, frente a ella, vistiendo vaqueros, zapatillas de deporte y una sudadera negra con capucha, se encontraba otro de los idols que más le gustaban y le estaba sonriendo amigablemente. Se enderezó en el banco y le ofreció asiento con un gesto de la mano, por lo que él se sentó de lado en el banco y la miró sonriendo esperando a que ella se recuperase.

            — Sí, soy el mismo que dices— se quedó callado esperando a que ella lo bombardease a preguntas, de esa manera conseguiría que se distrajese de lo que le había pasado.

            — Encantada de conocerte. Me llamo Inma y soy una gran fan de MBLAQ. — Poco a poco se recuperaba del impacto de verlo y tenerlo a su lado y forzaba a su cerebro a trabajar a marcha forzadas para recuperar la compostura.

            — Eso me pareció en cuanto te me quedaste mirando estupefacta y con esa mirada de reconocimiento. — De nuevo aquella sonrisa que la empezaba a afectar demasiado pero no podía dejar que sus hormonas tomasen control de su persona. Quizá aquella fuese una ocasión única que no se repitiese, así que decidió que al menos, el encuentro con Mir saldría perfecto para compensar su choque con Heechul. — ¿Qué haces aquí?

            — Suelo venir a menudo a este parque, sobre todo a esta zona, donde no suele haber gente. Aquí puedo estar a solas y desconectar. Además, está cerca de nuestro piso.

            — ¿Vives cerca de aquí y vienes a menudo? — No se lo podía creer, con la de veces que iba a esa zona y nunca se lo había encontrado. — Yo vengo también muy a menudo. Esta zona es todo un remanso de paz en este caos de ciudad y así puedo desconectar de todo.

            — Lo más probable, es que cuando uno se iba, el otro estuviese llegando y de esa manera no nos pudimos encontrar hasta ahora.

            — ¿No tienes miedo de que algún grupo de sassaengs te siga y te acorrale aquí donde nunca suele haber nadie?

            — Veo que estás informada sobre ese tipo de seres. — En su voz había hastío y desprecio

            — Las occidentales a las que nos gusta el Kpop estamos bastante puestas en diversos temas. Ese es sólo uno de ellos.

            — Suelo venir por la noche o a primera hora de la mañana, aunque odio madrugar, pero son los únicos momentos en los que puedo estar tranquilo y tener algo de tiempo para mí sólo.

            La mención a su aversión a madrugar la hizo esbozar una sonrisa que a él le gustó mucho y sonrió a su vez.

            — ¿Qué dije que te hizo sonreír?

            — Que no te gusta madrugar. Eso me hizo recordar unos vídeos que vi en los que era tremendo lograr que te despertases y levantases. Eso demuestra que vas madurando. — No pudo evitar tomarle el pelo al decir esto último con fingida seriedad y aguantando la sonrisa.

            — Auch, eso dolió — y se llevó la mano al corazón en un gesto teatral— Recuerda que ya tengo veinticinco años y que no soy aquel niño que todas conocisteis— Lo dijo de manera seria y mirándola de manera intensa, lo que la hizo sentir incómoda y sonrojarse.

            — Sí, lo sé, todas nos dimos cuenta del cambio que fuiste sufriendo. — Pensó que había metido la pata y ahora estaba incómoda estando a su lado, se dio cuenta de que no podía tratarlo como a un niño, a pesar de que a veces su comportamiento fuese el de uno. Era un hombre con un cuarto de siglo de vida a sus espaldas y en la vida privada, un completo desconocido para ella. Antes de que pudiese seguir elucubrando, Mir entró al ataque.

            — ¿Por qué estás en Seúl? — Tanto su expresión como su voz delataban verdadera curiosidad.

            — Soy profesora de español en una de las universidades. Llevo aquí varios meses y a pesar de que al principio me costó acostumbrarme a todo, ahora lo llevo mejor.

            — Vaya, profesora de español. Me gusta ese idioma, aunque todavía no tuve tiempo de ponerme a estudiarlo, sin tener en cuenta que suelo ser bastante malo con los idiomas. — La mención de su debilidad en ese aspecto le hizo poner un gesto contrariado— Supongo que os habréis dado cuenta de que en varias de nuestras canciones hay guitarra española y alguna que otra palabra en español— aquello lo dijo de manera burlona para hacerla sonreír.

            — Por supuesto, a ninguna se nos pasó y es algo que nos encanta— De nuevo volvía a sentirse cómoda, ya que él estaba siendo simpático y amable y en cierto modo, con eso de las canciones, trataba de bromear para sacarle una sonrisa, lográndolo con gran facilidad.

            — Dime ¿me darías clases particulares de español? — Estaba serio y la miraba con intensidad, dejándole muy claro que no era una broma.

            — ¿Qu… quieres que te dé clases de español? — Volvía a estar estupefacta. Aquello era surrealista. Estaba, en un parque, en una zona solitaria, hablando con Mir, de MBLAQ como si tal cosa y ahora le soltaba que le diese clases de español. Lo vio asentir con la cabeza y seguir mirándola esperando su respuesta.

            — Sí, claro, eres profesora en una de las universidades de aquí, no te estás comportando como una fan enloquecida y me siento cómodo contigo ¿qué más puedo pedir? — Lo planteaba todo de manera muy sencilla pero a ella estaba empezando a darle vueltas la cabeza ante esa idea.

            O él era muy tonto o ella muy buena escondiendo los efectos que le causaba tenerlo a su lado.

            — No te paraste a pensar en que no tenemos un lugar adecuado para dar las clases. Por si lo olvidas, eres famoso y llamarás la atención allá donde vayas ¿crees que será tan sencillo? — Ella estaba viendo la situación desde un punto de vista real, pero él siguió sin reaccionar ante todo lo que ella le había dicho. La miró como si ella no pudiese ver la facilidad de lo que le decía,

            — Sí, tenemos un sitio, tu casa— y no dijo más esperando su explosión. Aquello estaba siendo muy divertido y no pudo evitar sonreír cuando vio la cara que se le quedó a ella.

            — ¡¿MI CASA?! ¡¿ESTÁS LOCO?! — No salía de su asombro. Debía de estar tomándole el pelo. Sí, eso era, le estaba gastando una broma de mal gusto.

            — Tranquila. Piensa un momento ¿vale? — Se puso serio al ver que ella estaba pensando que le estaba jugando una mala pasada— Mira, es más fácil de lo que crees y es imposible que nos pillen y se arme un buen jaleo en caso de ser descubiertos. Además, si eso pasase, en cuanto dijese que eres mi profesora particular de español estaría todo arreglado.

            Ahora escúchame con atención. Tengo ensayos y grabaciones todos los días, sin hora fija de fin, así que podríamos quedar siempre que no acabase muy tarde, lo que quiere decir, que por el ritmo de trabajo que llevamos, no sería todos los días. Tres o cuatro días a la semana sería lo que podríamos quedar y no todas las semanas los mismos días. Además, sería siempre al final del día y vendría disfrazado ¿qué problema puede haber? ¿No ves que es imposible que falle lo que te propongo? — Se calló y la miró con intensidad, tratando de que lo que le decía lograse convencerla.

            Ella no pudo seguir sentada y se levantó, paseando arriba y abajo, procesando lo que él le había dicho. Vivía en un bloque de pisos y nadie sabría a qué piso iría él, por lo que ella estaría a salvo y con el trabajo que tenían todos los idols, estaba claro que las cosas serían como él decía. No habría ni días ni horas fijas, así que por ese lado tampoco habría problemas o eso creía, porque siempre estaba el paparazzi de turno para estropearlo todo.

            — ¿No pensaste en los paparazzi? — Estaba de pie y lo miraba con seriedad.

            Él rezongó para sí y pensó que aquella mujer pensaba en todo y que nunca se le escapaba nada. A este paso estarían allí hasta la medianoche para lograr que ella accediese a su plan.

            — Y tú te olvidas de que Seúl es una gran ciudad y que hay miles de calles en las que uno se puede perder. Además, siempre vigilo todo a mi alrededor y antes de salir hago movimientos de prueba por si acaso. Otra cosa ¿viste alguna noticia sobre mí en la prensa sensacionalista en los meses que llevas aquí? — La tenía atrapada, no se podía negar ahora que le había cortado la última escapatoria.

            La reacción de ella fue desconcertada, lo que hizo que él esbozase una pequeña sonrisa.

            — No, la verdad es que no vi nada.

            Él se levantó y se puso a su lado — ¿Entonces accedes a ser mi profesora particular de español? — Su mirada, entre entusiasmada y seductora terminó de vencer los últimos reparos y no pudo evitar devolverle la sonrisa.

            — Está bien, seré tu profesora de español.

            Él emitió un grito de júbilo y levantó los brazos en señal de victoria, mirándola con una sonrisa esplendorosa que hizo que ella se echase a reír ante su entusiasmo.

            Su risa lo dejó descolocado, haciendo que su corazón se saltase un latido. No lo pudo evitar y la cogió en sus brazos, levantándola y dándole una vuelta para dejarla otra vez en su sitio. Inma no pudo evitar emitir un pequeño grito de sorpresa ante aquel gesto y se agarró a sus poderosos hombros.

            — Lo siento, pero es que me hizo tan feliz que no lo pude evitar. — Estaba algo avergonzado. Nunca hacía aquellas cosas pero ella lograba que todos sus esquemas de comportamiento se rompiesen.

            — Tranquilo, no pasa nada— Estaba avergonzada pero excitada al mismo tiempo. Sentir sus manos hizo que todo su cuerpo recibiese una poderosa descarga eléctrica que puso todas sus terminaciones nerviosas en alerta máxima. — Pero recuerda que a partir de ahora seré tu profesora, así que tienes que respetarme y no puedes tener semejantes reacciones. Además, soy mayor que tú. — Le pesaba decirle aquello, porque en realidad le encantaba su manera extrovertida de ser.

            — ¿Entonces puedo llamarte noona? — Había acercado su cara a la de ella, mirándola de una manera destinada a conquistarla y hacerle ceder a su petición.

            — No, no hagas eso— Lo señaló con un dedo, mientras luchaba contra el sonrojo— No puedes hacer eso — estaba aguantando las ganas de sonreír y trataba de sonar seria y firme. Aquel chico era capaz de hacer que hasta una monja de clausura renunciase a sus votos si le sonreía de aquella manera y le ponía aquella mirada de pícaro seductor.

            — ¿Hacer qué? — Sabía de sobra a lo que se refería, porque siempre le daba resultado con cualquier mujer a la que se las dedicase.

            — Lo sabes de sobra— Reunió los restos de sus fuerzas y consiguió ponerse seria— Si crees que esa mirada de pícaro seductor y esa sonrisa conseguirán que acceda a tu petición, vas por mal camino. — Por mal camino iba ella, porque esa sonrisa y esa mirada estaban haciendo estragos en ella.

            — ¿No da resultado? — Adoptó una expresión pensativa, mientras se llevaba una mano a la barbilla y sostenía ese brazo con el otro. — Qué raro, siempre da resultado. Veo que tendré que adoptar otras medidas contigo. Eres un hueso duro de roer— le dijo acusándola con un dedo.

            — ¿Otras medidas? — Lo miró burlona — Lo que tenemos que hacer ahora es terminar de aclarar lo de las clases, en vez de seguir aquí discutiendo tonterías — Se puso en jarras y lo miró con seriedad.

            Mir suspiró, agachó la cabeza y de momento se dio por vencido. Ya lo intentaría más adelante y seguro que lo lograría.

            — Está bien, ¿cómo te tengo que llamar entonces? — Rogaba en silencio que no la hiciese llamarla profesora, se negaba a eso.

            — Inma, con mi nombre basta ¿te parece bien? — Le sonrió porque sabía que diciéndole aquello lo acababa de pillar con la guardia baja. En Corea nadie llamaba a otra persona sólo por el nombre y menos siendo ambos de sexo diferente. Sólo en casos cercanos y ni siquiera entonces se llamaban por él, porque siempre añadían alguna partícula de respeto.

            Cuando vio la cara que se le quedó, no pudo evitar reírse. Lo había pillado como quería.

            — ¿De verdad? ¿En serio puedo llamarte sólo por tu nombre? — Tenía los ojos totalmente abiertos porque no se esperaba aquella reacción por su parte.

            — Sí, ¿no te parece bien? — Esa reacción tan incrédula la hizo sentir insegura.

            — No, no es eso, por supuesto que me parece bien— Le sonreía de oreja a oreja— Entonces llámame Chul Yong.

            — Vaya, por tu verdadero nombre, muchas gracias. Entonces apunta mi dirección y número de teléfono para que podamos empezar con las clases cuando quieras. —  Estaba feliz. La mañana había resultado ser desastrosa pero encontrarse con Mir, que había logrado animarla y hacerla reír, había hecho que su día acabase siendo fantástico.

            — Espera, vamos a hacernos una foto con nuestros móviles para así, cuando llame el otro, que su imagen aparezca en pantalla. — Le sonreía con suficiencia, mientras que ella lo miraba azorada, pensando que ese hombre no podía tener veinticinco años y estar dentro del mundo del entretenimiento y que fuese tan inocente.

            — Vamos a ver ¿es que no pensaste en que alguien puede cogerte el móvil y ver mi foto y viceversa, armándose una buena? — Inma trataba de poner algo de realidad en todo aquello.

            — Ya te lo dije, con decir que eres mi profesora de español, asunto solucionado. — y se encogió de hombros como si no hubiese nada de lo que preocuparse.

            — ¿Cuántos alumnos conoces que lleven la foto de sus profesores en sus móviles? — Se estaba exasperando, no entendía cómo podía estar tan ciego ante esa realidad.

            — Es que nosotros nos conocimos de una manera peculiar y además de ser profesora y alumno, también podemos ser amigos, porque después de todo, no nos llevamos tanta diferencia de edad y nos llamamos por el nombre ¿es que no te gustaría que fuésemos amigos? — La miraba de manera intensa, como intentando llegar a lo más recóndito de su alma y ella sintió cómo esa miraba la perforaba y se sintió incómoda.

            — Sí, claro que me gustaría que fuésemos amigos. — Le sonrió y él aprovechó ese momento, para agarrarla por el hombro, y sacarse una foto con su móvil. A ella no le dio tiempo a reaccionar y él sonrió con satisfacción cuando vio la foto.

            — Pues no salimos nada mal, mira — y le pasó el teléfono todo ufano para mostrarle la foto.

            — Yo salgo fatal, así que bórrala de inmediato— Inma salía mirándolo con cara de asombro y aquello no le gustó.

            — Está bien, pues ponte, que nos sacaré una en condiciones. — La agarró por el hombro nuevamente y los dos miraron hacia el teléfono sonriendo y esta vez, sí contó con su aprobación, por lo que él le quitó su teléfono y le puso a ella también la foto en su nombre para cuando la llamase. Se lo dio y luego pasó a otro tema más mundano.

            — ¿Te parece bien que demos dos horas de clase cada día? — Mir quería poder pasar el máximo tiempo posible con ella. Le gustaba. Aquella muestra de carácter le había gustado y su sonrisa le parecía preciosa. Su físico no encajaba con el de las mujeres a las que estaba acostumbrado pero le gustaba. Mucho, más de lo que creyó en un principio. Lo mejor de todo, es que no había mucha diferencia de altura entre ambos.

            — Sí, claro, no habrá problema. Algunos días tengo que dar clases por las tardes, pero salgo a las seis y teniendo en cuenta vuestros horarios, no habrá problema con las clases. — No quería marcharse pero tenía que hacerlo. Tenía trabajos que corregir para entregar al día siguiente — Tengo que marcharme ya, tengo trabajo pendiente y me llevará tiempo— Le sonrió con pesar y él se puso serio.

            — ¿De verdad te tienes que ir? — No quería dejarla tan pronto.

            — Sí, de verdad. — Se acercó al banco a coger su bolso que se lo puso en bandolera como siempre. Fue a coger su maletín pero Mir se adelantó y se lo entregó con una sonrisa pesarosa. Sus manos se rozaron un momento y de nuevo aquella descarga.

            — Espero que no te eches para atrás en lo de darme clases de español. — Su tono era bromista pero había algo de desconfianza.

            — Y yo espero que no te eches para atrás en lo de aprender español y que perseveres. Ya verás que es fácil. Adiós. — Levantó la mano y se fue a su casa, aunque le hubiese gustado pasar el resto del día con él.

            Mir la vio alejarse, se metió las manos en los bolsillos, suspiró profundamente y emprendió también el camino a su casa, pensando que su vida acababa de de volverse mucho más interesante. Estaba deseando poder ir a su casa. Allí tendrían más intimidad, aunque sabía que conquistarla le llevaría mucho tiempo, pero lo lograría, de eso estaba seguro.

miércoles, 28 de agosto de 2013

[TEEN TOP] TO YOU: CAPÍTULO 9

Por @Jeannelok y @Ari2PMAM

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Capítulo 9

Hacía apenas diez minutos que L. Joe se había marchado a la sauna, cuando decidió que de esa noche no pasaba ir a ver a Hwa Young. Habían quedado en verse al cabo de una semana, pero ella no había especificado cuándo ni dónde.

Tenía que hacer que su relación volviese a ser fluida y para que eso pasase, aprovecharía sus problemas con Amaia para que lo ayudase.

— Voy a salir, puede que llegue tarde. — Hizo un barrido general por el salón para contarles sus planes, pero sin dirigirse a nadie en particular.

— ¿Tú también?

— Tranquilo hyung, tendré mucho cuidado.

— Más te vale. — Y suspiró resignado. Estaba visto que no podían tener ni un momento de paz.



Aunque la distancia era corta decidió coger un taxi, pero se aseguró de que no hubiese nadie por los alrededores que pudiese identificarle a pesar de ir camuflado, pues con las fans nunca se sabía.



A medida que se acercaba a su destino se iba poniendo cada vez más nervioso, y para cuando estuvo ante la puerta del piso de Hwa Young, estaba al borde de la hiperventilación. Cerró los ojos y respiró hondo tratando de controlarse, algo que logró al cabo de cinco minutos. Cuando llamó al timbre, parecía estar tan tranquilo como siempre que iba a verla, aunque el miedo seguía agazapado en su interior a la espera de hacer presa en él en cuanto viese a Hwa Young.

Escuchó cómo la cerradura electrónica cedía para que pudiese entrar, aunque que no le hubiese saludado no presagiaba nada bueno.

Cuando apareció en el salón, se lo encontró manga por hombro. Estaba acostumbrado al mundo desordenado de su noona, pero aquello superaba con creces todo lo que había visto.

— ¿Qué…? ¿Qué…? ¿Qué está pasando aquí? — Chunji la miró pero ella seguía de espaldas a él, plegando sábanas.

— Llegas justo a tiempo para ayudarme y eso que no te esperaba, pero pareces saber cuándo necesito ayuda con las cosas. — Su voz era distraída, porque seguía centrada con la ropa y procurando no chocarse con la tabla de planchar y la plancha que tenía enchufada en la regleta de la televisión.

— ¡¿Se puede saber qué demonios te ha pasado?! — Se olvidó de las montañas de ropa que había repartidas por todos sitios, porque el aspecto de Hwa Young era tan lamentable, que tenía miedo de que cayese fulminada por exceso de trabajo.

— ¿Pasarme? ¿De qué hablas? — Su mirada inocente lo hizo emitir una carcajada de incredulidad.

— ¿No te has mirado a un espejo durante esta semana? — Chunji estaba cabreado, muy cabreado.

— Por si te has olvidado, rompí todos los espejos de la casa y no los repuse, así que es un poco difícil que haya podido mirarme en uno. — Y se encogió de hombros como si no pasase nada, volviendo de inmediato a su tarea de plegar ropa, aunque no duró mucho, porque Chunji la agarró con fuerza por la muñeca y al no ver un solo espacio libre en el salón, se la llevó a la cocina saltando entre pilas de ropa, mientras la arrastraba.

— Chan Hee, suéltame, tengo mucho que hacer y no estoy para sermones, ¿es que no has visto la pila de ropa que me está esperando? Además, tengo la plancha conectada y no es seguro que me marche sin apagarla.

— ¡Oh Dios, dame paciencia! Siéntate aquí y no te muevas. — Su mirada era tan dura que ella obedeció sin rechistar. Fue al salón, desconectó la plancha y volvió a la cocina. Se apoyó contra una de las encimeras, cruzó los brazos y la miró largo y tendido sin decir nada, haciendo que ella empezase a sentirse incómoda.

— Deja de mirarme así, ¿quieres? Si no has venido para nada útil, mejor que te vayas, porque tengo mucho que hacer. — Estaba cabreada y a la defensiva, pero cuando fue a levantarse, él le puso las manos en los hombros y la obligó a sentarse. Cuando se dio cuenta de que no podía ganarle, cedió de mala gana y se quedó sentada con los brazos cruzados.

— ¿Cuándo fue la última vez que comiste en condiciones?

— ¿Comer? — Pronunció la palabra como si fuese la primera vez que la escuchaba.

— Sí, ya sabes, eso que se hace para tener energías y no acabar enfermando.

— No hace falta que seas sarcástico. Sé de sobra lo que significa, lo que sucede es que no he tenido tiempo para comer, he estado muy ocupada. Y de vez en cuando comía una pieza de fruta o bebía un vaso de leche. — Lo dijo como si no tuviese importancia, lo que provocó que Chunji gimiese exasperado, mientras se frotaba la cara, para luego mirarla como si quisiese cerciorarse de que aquella mujer seguía siendo Hwa Young.

— Maldita sea, ¿que no has tenido tiempo? Lo de estudiar hace algunos días que se acabó y vas y me sales con ésas. Y ya de dormir ni hablamos, ¿verdad? — Estaba al borde de un serio ataque de furia con graves consecuencias para ella.

— He estado pintando la casa, por si no te has dado cuenta, y además, tenía que hacer limpieza, así que eso de comer y dormir me robaba demasiado tiempo. — Esa excusa tan infantil acabó por romper el débil hilo que mantenía atada su furia.

— ¡Y una mierda! ¡Has estado intentando matarte y no lo niegues! ¡Tu aspecto es lastimoso! ¡Tu pelo es un desastre, tienes unas ojeras kilométricas, bolsas, estás tan pálida y has adelgazado tanto que podrías pasar por un cadáver! — Había empezado a gesticular, mientras señalaba todas y cada una de las cosas, haciendo que ella se removiese incómoda.

— No hace falta que me grites. — Fue a levantarse cabreada pero él la sentó otra vez con fuerza y sin miramientos.

— Si quisiese, ahora mismo podría partirte todos y cada uno de los huesos, porque eres tan frágil como una muñeca de porcelana. — Se había acercado a ella dejándola atrapada al poner una mano en la mesa y otra en el respaldo de la silla. — Así que te vas a quedar ahí quietecita mientras te hago algo decente de cenar. Eso, claro está, si tienes algo comestible por aquí. — Se irguió, y se quitó la cazadora. Llevaba una camiseta blanca de algodón con cuello de pico que dejaba ver unos brazos delgados pero fibrosos y un torso que auguraba un mayor desarrollo. Se puso a buscar y mientras, Hwa Young empezó a levantarse para volver al salón a seguir con lo suyo.

— O te quedas sentadita ahí o te ato a la silla, como tú veas. — Su tono suave y que apenas le echase un vistazo por encima del hombro, dejó bien claro que podría manejarla como a él le diese la gana. Ella refunfuñó mientras se cruzaba de brazos y lo miraba con odio. — Maldita sea, no tienes nada que comer, tan sólo fruta y leche y casi ni te queda de eso. — Se volvió a mirarla furioso. Ella sonrió a modo de disculpa pero eso sólo lo cabreó más. — Espera aquí, voy a comprar algo a la tienda de la esquina para que cenes en condiciones. ¡Y ni se te ocurra moverte de esa silla! — Fue a coger su cazadora pero ella se levantó y se puso en medio de su camino.

— Tú no puedes ir, te reconocerían enseguida y podrías tener problemas. Ya voy yo. — Vio que iba a empezar a protestar pero jugó una baza que sabía que no podría vencer. — Seguís sin noticias de la atacante y por lo tanto, lo último que queréis es ponernos en peligro. Si te reconociesen, empezarían las preguntas y acabarían dando conmigo y no quieres que eso pase, ¿verdad? — Su sonrisa almibarada no ayudó a mejorar su humor, sólo hacerlo más siniestro.

— Más vale que te des prisa. Y arréglate si no quieres matar al personal de un susto. — Estaba molesto porque lo había ganado. Ella sonrió y salió corriendo sin arreglarse, dejándolo con ganas de ponerse a gritar. Suspiró derrotado y fue hasta el salón, donde se puso a recoger la ropa para aliviarle el trabajo.

Mientras recogía todo aquel desastre, se preguntaba si haberla besado habría provocado ese cambio en ella. Aunque por más que quisiera, tenía que reconocer que en parte era responsable de todo aquello.






Un cuarto de hora después, llegó cargada de bolsas que él se apresuró a quitarle.

— A la cocina, ¡ya! — Su orden le hizo pegar un pequeño brinco y que lo mirase cabreada.

— Sí señor. — E hizo el saludo militar antes de irse hacia allí, sin que se le escapase el trabajo que él había hecho. — Gracias por la ayuda con la ropa, pero eso de que hayas estado colocando mi ropa interior… — Al ver que se envaraba, se calló de inmediato, mientras él giraba la cabeza y la miraba cabreado.

— En estos momentos, tu ropa interior no me importa en absoluto, sólo quería quitarte algo de trabajo. — Y se metió en la cocina dejándola allí plantada con un mal sabor de boca. — ¡Ven para aquí de inmediato! — Aquel grito le hizo pegar un brinco y correr hacia allí. Cuando la vio entrar, le señaló la silla de antes y le hizo un gesto con la cabeza para que se sentase, gesto que ella obedeció de inmediato.

Empezó a sacar cosas de las bolsas y a guardar aquellas que no iba a necesitar. Al final le preparó una sopa de arroz con huevo y kimchi de rábano.

— Y más te vale comértelo todo.

Ante el olor de la comida, Hwa Young tragó con fuerza y empezó a sudar frío. Su estómago no estaba por la labor de aceptar alimento y eso a Chunji no se le pasó.

— Vamos, ponte a cenar y deja de mirar la sopa y el kimchi como si fuesen tus enemigos. — Ella sólo asintió y fue comiendo poco a poco, mientras Chunji no le quitaba ojo de encima. La cena transcurrió en silencio y cuando logró acabar, se recostó sobre la silla, aliviada y agotada. — Bien hecho, pero aún te queda el postre. — Ella abrió los ojos y lo miró estupefacta, para luego pasar a una mirada lastimera. — No me mires así, no lograrás nada. Tienes que volver a comer bien y me aseguraré de que esta cena sea como debe. — Se levantó, se acercó a la nevera, cogió un yogurt y se lo dio.

— Eres un dictador. — Su tono rencoroso lo hizo sonreír divertido.

— Lo sé, pero cuando se trata de tu salud puedo ser mucho peor. Y ahora come mientras friego. — La oyó rezongar pero no le hizo caso. Cuando acabó, de fregar, se secó las manos y se giró hacia ella. — Y ahora vamos al salón, porque tengo algo de lo que hablar contigo. — Y salió de allí seguido por ella. — Bien, sigamos recogiendo todo esto y mientras te voy contando lo que pasa. Aunque antes me gustaría saber algo, ¿todo esto es por lo que pasó la otra vez entre nosotros? — Esa pregunta hecha en voz suave la hizo temblar.

— No te lo voy a negar, pero no eres el completo responsable de todo esto. — Se estaban mirando directamente y la penetrante mirada de Chunji hizo que el color acudiese a las mejillas de Hwa Young. — Puedes considerar esto como una catarsis. Vuelvo a empezar de cero y esta vez espero tener más suerte. — Su sonrisa forzada provocó que él la mirase cabreado.

— No sonrías a menos que sientas deseos de hacerlo. Odio esas sonrisas de compromiso. Y en cuanto a empezar de cero, no lo creo, me sigues teniendo a mí y pase lo que pase entre nosotros, estaré siempre a tu lado, ¿te ha quedado claro? — Cogió una pila de ropa y la llevó al dormitorio de ella.

— ¿Cómo sabes dónde va cada cosa? — Lo había seguido hasta el dormitorio y lo veía colocar las cosas sin equivocarse.

— ¿Ya has olvidado que llevamos toda la vida juntos? Siempre te vi guardar las cosas cuando te las daba tu madre en los mismos lugares, por lo que esa rutina no puede haber cambiado. — Y le sonrió de medio lado, provocando que ella se sonrojase. Cuando acabó, volvieron al salón y él decidió cambiar de tema. — Noona, hablas español, ¿verdad? — Aquella pregunta la pilló desprevenida y lo miró con curiosidad.

— Sí, ¿por qué…? Ah, vale, ahora me doy cuenta, las cosas con Amaia siguen estando mal y quieres solucionarlo hablándole en español, ¿cierto? — Había conseguido que sonriese y eso hizo que quisiese saltar de alegría, abrazarla y besarla, pero de momento tendría que contenerse.

— Parece que tu genio está regresando. — Su tono burlón, provocó que ella le diese un pequeño puñetazo en el brazo. Por fin volvía a tocarlo sin problemas.

— Tú te lo buscas. Bien, ¿y qué es lo que quieres que te enseñe?

— Pues no tengo ni idea. No sé ni por dónde empezar, la verdad. — Ahora era él el que estaba desesperado y ella sonrió para animarlo.

— No te preocupes, te iré enseñando lo más necesario para que salgas del paso y si quieres, después puedo seguir enseñándote el idioma, porque la verdad es que es precioso.

— Está bien, pues empieza cuando quieras.

Y así, durante las tres horas siguientes, mientras terminaban de poner la casa en orden, Hwa Young le fue enseñando todo lo que podría necesitar e incluso más cosas por si las moscas.

Cuando llegó la hora de irse, ella lo acompañó hasta la puerta, pero al contrario que otras veces no lo abrazó.

— Noona, ¿podría abrazarte y darte un beso de despedida? — Estaba tenso y su voz llena de duda. Hwa Young en un primer momento no supo reaccionar y sólo lo miró en silencio, pero al final asintió y abrió los brazos. Cuando la abrazó, lo hizo con fuerza pero con delicadeza. Estuvieron así un par de minutos, en silencio, tan sólo sintiendo el cuerpo del otro. Cuando se separaron, él le apartó un mechón de la mejilla y la besó. Un beso delicado y al mismo tiempo lleno de amor. — Me voy ya y espero que vuelvas a comer como se debe y a dormir, ¿de acuerdo? O si no, volveré y sabrás lo que es bueno. — Fingió un escalofrío de temor para luego sonreírle divertida.

— Eres peor que mis padres juntos en plan regañones. Pero tranquilo, haré lo que me dices.

— Buenas noches y descansa. — Estaba agarrando la manilla de la puerta cuando ella lo llamó y al volverse la vio agarrándose a sus hombros y dándole un beso en la mejilla.

— Buenas noches y espero que mañana tengas suerte con Amaia. — Su sonrisa avergonzada lo divirtió, pero sólo asintió y se marchó diciéndole adiós con una mano.

Cuando la puerta se hubo cerrado, Hwa Young se dejó caer al suelo, mientras se llevaba una mano al pecho. El corazón le iba demasiado deprisa.




Se notaba que estaban en el momento más caluroso del verano, porque estaban esperando en la calle para empezar a grabar el capítulo del “Hello Baby” de esa semana y a los cinco minutos ya les resbalaban grandes gotas de sudor por la mejilla. Zi Yu y Amaia estaban a cubierto en una pequeña sombra que había, y Changjo y L. Joe les cubrían con sus cuerpos mientras los abanicaban con unos folletos.

Al fin les dejaron pasar una vez estuvo todo acondicionado. Habían preparado pequeños juegos para ir entreteniéndose y a la vez, enseñarles Historia de Corea. Los chicos habían estado repasando la noche anterior desde internet, sin estar muy convencidos de cómo iban a salir de aquello. El líder no dejaba de molestarlos recordándoles lo mal estudiante que había sido él, y por qué tenía ahora que estudiar de nuevo.

—Eres padre. Es parte de tus responsabilidades.— Había sido la respuesta de Niel, sin ni tan siquiera mirarlo, entretenido en leer sobre antiguos reyes.

Aunque no se encontraban en el Museo Nacional de Corea, aquel edificio tampoco se quedaba muy atrás. Era bastante grande y bien equipado, y en la entrada les atendió una agradable muchacha que les explicó qué tendrían que hacer. Ella los guiaría por las diferentes salas y les explicaría algunas cosas, pero entonces haría una pregunta y tenían que responder. Quien acertase primero iría a otra sala donde les esperaba el primer premio del día. Mientras ellos hacían esto, iban a llevarse a los niños aparte, aunque no sabían para qué.

Así comenzó la primera parte de la grabación de ese día. Separados de los pequeños, la guía les fue explicando diferentes partes de la historia en cada sala. Las preguntas que hacía a los chicos eran ridículas, sin embargo eso todavía los descentraba más y dificultaba el acertar la respuesta.

La muchacha les iba dando pistas cuando los veía muy apurados, y se reía al escuchar las barbaridades que decían algunas veces. El primero en dar una respuesta correcta fue Chunji. Había tenido suerte porque era algo judicial que recordaba haber leído entre los apuntes de Hwa Young. Fueron hasta la segunda sala, y maldijeron a Changjo cuando acertó sin demasiadas dificultades. Niel, L. Joe, Ricky… y en último puesto C.A.P, quien al no haber acertado recibiría un castigo al final del programa.

El primer premio que les esperaba tras acertar las respuestas, era nada más y nada menos que poder escoger las ropas tradicionales que les tocaría ponerse. Chunji, al ser el primero, llevaba un elegante traje tradicional de color rojo brillante, que conjuntaba con su cabello, el cual esos días habían teñido de color vino. Así fueron escogiendo trajes, y al líder no le quedó otra que ponerse un traje infantil de princesa. Tenía miedo de romperlo, pero al parecer el programa ya se había encargado de preparar trajes de tamaño grande para que le cupiera a cualquiera de ellos. A pesar de todo, las mangas parecían a punto de romperse en cualquier momento y las piernas peludas sobresalían por debajo de la falda, la cual le llegaba por las espinillas. Sus amigos no pudieron dejar de reírse un buen rato tras verle con esa facha, desde luego la peor de entre todos.

C.A.P les aseguró que cuando volvieran al dormitorio, ya se vengaría. Justo cuando acabó de decirlo, provocando que estallasen de nuevo en carcajadas, la guía les pidió que la acompañasen de nuevo porque tenía algo muy especial que mostrarles.

Los llevó hasta una pequeña sala y los hizo sentar en el suelo, lo cual conllevó todo tipo de dificultades para acomodar los hanboks, los trajes tradicionales, con incómodas faldas que llevaban. C.A.P fue de nuevo causa de un estallido de risas cuando escucharon cómo al fin, una de las mangas del vestido reventaba, haciendo que estuviera todavía más ridículo. Las mejillas del chico hacían conjunto con el traje de Chunji.

La guía pidió silencio, y se apagaron las luces, dejando sólo unas frente a ellos en un decorado que representaba algún tipo de templo sobre el agua. De repente, Amaia salió con un gracioso vestido hanbok rosa y amarillo. Se inclinó con educación. Zi Yu apareció con un hanbok azul y violeta y también les dedicó una elegante reverencia.

De repente, ambos niños comenzaron una representación cantada con ayuda de algunos adultos, también ataviados con trajes típicos. Se confundieron en bastantes partes, sus voces infantiles se iban de tono varias veces, sobre todo Amaia, y se iban hacia el lado que no tocaba. Fue un pequeño desastre adorable que hizo que a los chicos se les cayera la mandíbula hasta el suelo.

La representación duró alrededor de quince minutos, y cuando los pequeños acabaron y se inclinaron ante ellos otra vez, con las mejillas sonrojadas estallaron en aplausos.

— ¡¿Chunji hyung?!—exclamó de repente Niel. Chunji había escondido el rostro entre las manos para que no vieran que estaba llorando, emocionado, tras ver a los pequeños. Verle así los confundió, y cuando alzó la mirada y vio a Amaia, probó a decir algunas de las pocas palabras en español que había aprendido.

—Has estado increíble—la niña abrió los ojos muy sorprendida, sonrió y se lanzó en brazos de Chunji. Lo cogió desprevenido, como la primera vez. Llevaba tanto tiempo sin recibir ese afecto de la niña, que todavía tardó unos segundos en poder reaccionar y acariciarle la cabeza. Cuando la pequeña se separó de él, miró a Zi Yu—. Has cantado muy, pero que muy bien, Zi Yu.—El niño bajó la vista, sonrojado pero sonriendo agradecido por el cumplido. Chunji se pasó la mano por los ojos, intentando detener las lágrimas. El espectáculo que les habían ofrecido los niños había sido precioso.

Al parecer, según comentaron los padres, mientras dejaban que C.A.P fuera a cambiarse antes de quedarse desnudo ante las cámaras, habían estado ensayándolo en casa desde la semana anterior, a petición del programa. Había sido entretenido y estaban contentos con el resultado.

Cuando salieron a una parte exterior del edificio, donde había una cafetería para que los visitantes tuvieran un descanso y comentasen lo que habían visto dentro, Chunji vio con dolor que a pesar del momento anterior con Amaia, la niña seguía sin recuperar el lazo que había tenido con él y prefería ir de la mano de Changjo. A su lado pasaron entonces L. Joe y Niel sujetando a Zi Yu. Al verle mirar de soslayo a la pequeña, el rapero se agachó junto al niño y le dijo algo. El pequeño pareció dudar unos instantes, antes de ir hasta Chunji y cogerle con timidez la mano.

— ¡Zi Yu!

— Gracias por decir que he cantado bien.—Musitó el pequeño, compungido. Chunji sintió que las lágrimas se reunían de nuevo en su pecho, así que se agachó y cogió al pequeño para abrazarlo. Tuvo miedo, al darse cuenta de lo que hacía, de recibir rechazo por su parte, pero escuchó cómo el niño se reía ante su repentina acción.

La grabación de ese día acabaría en menos de cuarenta minutos, por lo que los guionistas les recordaron que todavía les quedaba realizar el castigo de C.A.P. Cuál fue su emoción al saber que durante quince minutos, el líder y mayor del grupo haría el papel de maknae y podrían tratarlo como les apeteciera. Él les dirigió una rápida mirada de rencor, que indicaba que iba a vengarse de lo que le hicieran. No obstante, ellos obviaron esa parte y disfrutaron haciéndole rabiar, sobre todo Ricky que siempre recibía los golpes de su hyung.

Le ordenaron ir a traerles bebidas (algo que en realidad, nunca pedían al verdadero maknae), que les hiciera masajes e incluso que bailase algo vergonzoso. Los niños lo veían y se reían, e incluso se unieron a las peticiones. C.A.P terminó gracias a ello imitando al famoso dibujo animado Pororo e imitando sonidos de animales.

Rieron a gusto, olvidando momentáneamente todos los jaleos y problemas de los últimos días. Como siempre, el trabajo era la mejor manera de mantener la cabeza distraída. 




— Pero… pero… ¡¿qué carajo está pasando aquí?! — Minwoo, el líder de 100%, otro grupo de la misma empresa que Teen Top, intentó acceder a la página web de la empresa pero se encontró con que ésta había sido hackeada.

— Hyung, ¿qué sucede? — Rokhyun, el segundo en edad del grupo, pero al que aún así le separaban seis años del líder se acercó a mirar. — ¿Y eso? — Tenía el ceño fruncido y se había puesto tenso al ver lo que aparecía allí.

— Será mejor que vayamos a informar de todo esto. — Se levantó y salió corriendo de la cafetería de la empresa, seguido de cerca por Rokhyun.

— ¡Hyungs, ¿a dónde vais?! — La voz de Sanghoon, el más joven del grupo hizo que lo mirasen pero no los detuvo.

— ¡Ha ocurrido algo grave y vamos a ver a Andy hyung! — Minwoo miraba hacia las escaleras para no tropezarse mientras las subía de dos en dos. Al escuchar eso, Sanghoon los siguió y enseguida les dio alcance.

Poco después llegaron a la oficina de Andy, y Minwoo llamó de manera imperiosa a la puerta.

— Adelante. — Los tres entraron en tromba y Andy los miró estupefactos. Rokhyun había informado a Sanghoon de lo que había pasado de camino hacia allí y estaba tan preocupado como los otros dos. — Chicos, ¿se puede saber qué os pasa? — A pesar de ser uno de los jefes y productores, Andy prefería que los chicos lo llamasen hyung y así tener un trato más cercano y amigable con ellos.

— Hyung, ¿has visto la página web de la empresa? — Andy lo miró con el ceño fruncido, así que Minwoo le pasó su tablet y cuando vio aquello palideció, al mismo tiempo que la furia lo invadía.

— ¡Maldita sea, panda de locas! — En el inicio de la página web de la empresa había insultos, amenazas de muerte hacia Chin Hae en caso de que no se la despidiese, así como todos sus datos personales. Cuando las sassaeng se ponían en acción podían resultar extremadamente peligrosas y las amenazas de muerte debían de tomarse muy en serio. — Será mejor reunirse con los demás para tomar medidas inmediatas. También llamaremos a la policía para que comiencen el rastreo de quién pudo hacer esto. — Cogió su móvil y empezó a hacer llamadas para que se reuniesen todos en media hora en la sala de juntas. Cuando acabó con eso, llamó a la policía para poner en su conocimiento lo que había sucedido y sumarlo a la denuncia presentada por la agresión a Chin Hae. La unidad de delitos telemáticos quedó en ir a la empresa de inmediato y Andy les pidió que mantuviesen todo eso en el más absoluto secreto ya que la vida de una persona dependía de ello. La policía accedió sin problemas, pero de sobra era conocido por todos, que se pasaban más tiempo hablando con la prensa que llevando la investigación con seriedad cuando atañía a famosos.

— Hyung, ¿qué va a pasar? — Rokhyun estaba muerto de preocupación. Era conocida por todos la amistad tan estrecha que tenía con Chin Hae. Después de todo, había estado siete años como aprendiz allí, y ella en cierto modo lo había adoptado, una extraña mezcla de hermano pequeño y amigo, al igual que sucedía con Niel. Sólo ellos dos habían logrado eso y todos se sentían fascinados, aunque también sabían que la relación con Rokhyun era más profunda, tenían un nexo que ninguno sabía de dónde venía. Al mismo tiempo, esto provocaba que Niel y Rokhyun tuviesen roces cada dos por tres, debido a la envidia del primero que quería tener a Chin Hae para él solo.

— No lo sé, Rokhyun, no lo sé, pero esto no puede seguir así. — Andy estaba pensativo, furioso y preocupado. — Será mejor que vayamos a la sala de juntas. — Y salieron de allí en silencio, todos pensando en posibles soluciones.



Mientras iban hacia allí, Andy llamó a sus compañeros de grupo, Shinhwa, para que acudieran hasta el lugar y le ayudasen a pensar una solución. Dada la urgencia del asunto, a los quince minutos ya entraban por la puerta.

— Ya vimos la página web y el fancafé está igual. — Eric, el líder del grupo fue el primero en decir esta boca es mía. Su cabreo era monumental, sentimiento compartido por el resto.

— Ya he avisado a la policía y llegarán en poco tiempo, pero antes de eso es mejor que solucionemos la situación de Park Chin Hae para evitarle más problemas. Si han conseguido sus datos puede que hayan hecho algo en su casa, y no quiero que nada más darle el alta tenga que volver a pasar por otra situación traumática. — Todos asintieron en silencio.

— Tenemos que encontrar un modo de protegerla hasta que nos aseguremos de que puede volver a su casa sin que le pase nada. — Hyesung, otro de los miembros del grupo y famoso por su voz y predilección por las baladas fue el primero en plantear la cuestión. Todos se quedaron en silencio pensando en posibles soluciones hasta que tras unos minutos, Junjin dio con la solución.

— La mejor manera de protegerla es esconderla en el lugar más evidente. — Su sonrisa de satisfacción hizo que todos lo mirasen estupefactos.

— ¿De qué estás hablando? No te entiendo. — Minwoo, rapero, vocalista y bailarín en Shinhwa lo miró con curiosidad.

— Un momento, ¿no estarás sugiriendo que la escondamos en el piso de los chicos? — Dongwan no salía de su asombro ante aquella idea que le parecía inaudita.

— ¡¿Te has vuelto loco?! — Andy lo miraba como si hubiese sucedido eso.

— En realidad tiene razón. — Eric impidió que Junjin respondiese al maknae del grupo. — Las que han hecho esto pensarán que debido a todo esto, trataremos de alejarla todo lo posible de la empresa y del grupo para evitar posibles problemas. ¿Tengo o no tengo razón? — Y se volvió hacia Junjin que sonreía satisfecho.

— La tienes, pero no podemos caer en su juego, porque no sabemos quién puede ser la siguiente. Tenemos que atraparla y dar ejemplo para que nada de esto vuelva a pasar.

— ¿Y cómo lo haremos? — Minwoo se había recuperado de la sorpresa inicial, mientras se iba haciendo a la idea, que aunque era una locura, parecía la mejor solución.

— A ella le dan el alta a mediodía y los chicos están grabando, por lo que no habrá fans delante de su edificio. Lo que tenemos que hacer es ir a buscarla al hospital, que se disfrace de hombre y entrar en el edificio como si fuese uno más de los vecinos. — La simpleza de su idea, volvió a descolocar a Andy.

— ¿Y no te has parado a pensar que en cuanto le vean la cara la reconocerán?

— No, si entra por el garaje en un coche que nadie conozca, va sola, con mascarilla y gafas de sol.

— ¡¿Sola?! ¡¿Ahora sí te has vuelto loco?! — Andy se dio cuenta en ese momento de la palidez de Rokhyun y la extrema preocupación de los otros dos, que habían guardado silencio desde que habían entrado.

— Tranquilo, no estará sola. La seguiremos desde el hospital.

— Es la idea más loca que he escuchado en mucho tiempo, pero bueno, por probar no perdemos nada. Esperemos que funcione. — Su tono admonitorio y su ceño, hicieron que Junjin dejase de sonreír.

— Lo hará, lo hará. Ahora sólo tenemos que conseguir ropa de chico para ella y que alguien vaya a su casa a hacerle la maleta.

— Yo tengo ropa de sobra aquí y aunque soy más alto que ella, las ropas grandes y sueltas harán que su físico quede más disimulado. Ah, y en cuanto a lo de la maleta, puedo llamar a su novio para eso, y que de paso nos diga cómo están las cosas por allí.— Rokhyun se había levantado y estaba emocionado por tener la solución a ese otro contratiempo a mano. Todos se giraron para mirarle.

— Está bien. Entonces prepárate, porque irás al hospital a llevarle la ropa y explicarle lo que haremos. Ah, y procura pasar inadvertido. — Andy seguía pensativo y preocupado.

— De acuerdo. — Y  salió de allí corriendo.

— Minwoo, Sanghoon, llamad a los demás para que se presenten aquí cuanto antes. No sé cómo, pero vosotros formaréis parte de esta farsa.

— Sí, hyung. — Los dos contestaron a la vez pero antes de salir, Dongwan los detuvo.

— Iré con vosotros. Yo los pondré al día de todo. — Y se acercó a ellos, pero antes de que pudiesen salir alguien llamó a la puerta. Era una de las secretarias.

— Señor, la policía ha llegado.

— Hazlos pasar. — Y mientras unos se iban, otros entraban. — Bienvenidos, espero que puedan ayudarnos a solucionar todo esto sin que haya filtraciones. — El tono admonitorio de Andy hizo que la detective al cargo del equipo sonriese son sarcasmo.

— Señor, en nuestra unidad lo que necesitamos es el más absoluto secreto para que podamos hacer bien nuestro trabajo.

— Eso me gusta. Si nos siguen, iremos a mi oficina a discutir este tema y cómo se puede solucionar. — Los policías guardaron silencio y siguieron a Andy y los demás.






Niel abrió de manera impetuosa la puerta de casa. Tras acabar todas las grabaciones del día, habían recibido una llamada de Andy para ponerles al corriente de las novedades. Al escucharlas, el chico había comenzado a estar muy nervioso y en el coche se mostró taciturno y movía el pie con nerviosismo. Los demás prefirieron no decirle nada para no agobiarlo más.

Cuando llegaron al edificio, se forzó a saludar con educación a las fans que los esperaban a la puerta y sonreírles. Debía disimular lo mejor posible. Por suerte, se mostraron educadas y en cuanto les vieron pasar les desearon buenas noches y se marcharon.

— ¡Noona!— Chin Hae estaba sentada a la mesa en el comedor, con una taza entre las manos y ropa demasiado grande para ella. Por un momento, Niel sintió que su corazón se detenía, pues la vio más pequeña y desvalida que nunca, todavía con alguna señal visible de golpes en el rostro. Una herida que estaba cicatrizando, se mostraba en su pómulo y el ojo seguía un poco morado. Se acercó a él con lentitud, intentando asimilar de nuevo lo que había pasado con la página web y la razón por la cual se encontraba allí. Tae Chul se cruzó en su camino, limitándole la visión de ella.

—No la agobies demasiado. Han sido demasiadas emociones por hoy. — El susurro y petición del chico le sentaron como ácido en el estómago, ¿no confiaba lo suficiente en él?

—Lo sé, hyung… —Niel lo esquivó, acercándose a su noona. Chin Hae le sonreía con dulzura, intentando calmar al joven. Pero eso no le ayudó en nada. Niel se llevó el brazo a la cara, intentando controlar las lágrimas que le escocían en los ojos y le ardían en la garganta. Cada vez se sentía más culpable de aquella situación. Si ellos no fueran tan amigos… si no hubieran desarrollado esa relación… ¿pero por qué tenían que mancillar de esa manera algo que para él era tan preciado y hermoso?

Niel no solía llorar en público. Era bastante bueno aguantándose, pero los últimos días habían sido un desastre y se sentía ansioso a cada momento. Ansioso y culpable, odiándose cada vez más por lo que le pasaba a Chin Hae… y allí estaba ella, sonriéndole como si todo estuviera bien.

—Te he echado de menos, pequeño—le dijo la chica, moviendo la silla y poniéndose de pie. Se acercó a Niel y le acarició el cabello. Él apartó el brazo, dando lo mejor de sí para no echarse a llorar. Las emociones estaban a flor de piel—. Tae Chul es un aburrido, y por teléfono nuestras conversaciones “filosóficas”, como él las llama, no son lo mismo…

—Esto acabará pronto noona, te lo prometo…—dijo, por el contrario, Niel. La sonrisa de Chin Hae se agrandó.

— ¿Se han portado bien los niños hoy?— la pregunta, a pesar de encontrarse todos ellos observando la escena, estaba dirigida a Niel, para intentar distraerlo de lo único que invadía su cabeza.

—No voy a perdonarlas por…

—Niel, ¿no deberías cenar algo e ir a dormir? Será lo mejor.

—Noona… —Su voz se quebró a media palabra. Chin Hae alargó de nuevo el brazo, pero esta vez para atraerlo hacia sí y darle un cariñoso abrazo. Todos comprobaron, sorprendidos, como el muy seguro de sí mismo, divertido y siempre alegre Niel, se convertía en un niño. Le habían visto alterado y alarmado cuando todo sucedió en el hospital, pero dado que el estado de todos era semejante, ninguno se había percatado hasta entonces de cuán mal lo estaba pasando el joven. Chin Hae le seguía acariciando la cabeza para intentar calmarlo pero los hombros de Niel seguían convulsionándose. Al fin, había sucumbido ante las lágrimas. El joven tenía los brazos caídos a ambos lados del cuerpo, temiendo hacer daño a la chica si intentaba devolverle el abrazo.

—Niel, creo que prefiero cuando filosofáis—mentó Tae Chul, ganándose una mirada enfada de su novia, quien le recordó que debía comenzar a acostumbrarse a que ella quería más al joven que a él. Aquella declaración hizo al chico separarse de ella entre las lágrimas y la risa—. Oye, decide si lloras o ríes, que esto es muy raro…

— ¡Déjale que haga lo que quiera!—Volvió a enfrentarlo la chica, haciendo reír al resto de miembros del grupo. Hasta entonces, no habían tenido oportunidad de ver ese lado de ella porque casi siempre que se reunían era para asuntos de trabajo. Chin Hae secó con los dedos las lágrimas de su amigo—Niel, no quiero que todo esto te distraiga de lo que importa en realidad: tu trabajo. En tres meses hacéis comeback, y quiero que te centres en las canciones. Tenemos grandes expectativas puestas en vuestro nuevo álbum.

— ¿No eres capaz de aparcar el trabajo ni ante situaciones como ésta?

— ¿Yo? Nunca. Parece que no me conozcas bien, pequeño pájaro. Y ahora, ¡venga! Tae Chul, ¡vete de aquí! Y los demás, a ducharos, cenar algo y dormir, ¡mañana tenéis mucho trabajo y os pienso despertar bien temprano! ¿U os pensabais que teniéndome aquí podríais seguir haciendo el vago como hasta ahora?

—Vamos no me jod…—comenzó a decir el líder, siendo interrumpido por una mirada mortal de ella.

—Ese vocabulario. Recuerda que si lo usas aquí, quién te dice que un día no se te escape ante las cámaras. Como líder, no puedes olvidarte de enseñar a tus donsaengs, pero cosas buenas. Y ahora, venga, va, rapidito, ¿es que no me habéis escuchado ni entendido la primera vez?

Temiendo desobedecerla, todos se pusieron manos a la obra. Niel sonrió feliz al ver que al menos de cara a ellos, el estado de su noona parecía ser óptimo. Si se mantenía así de vital, aguantaría mejor los días que tuviera que durar aquella situación. Y él pensaba disfrutar al máximo y más que nunca de su compañía.




— Venga, vamos,  todos arriba dormilones, levantaos que se os hace tarde. — Eran las siete de la mañana y Chin Hae se hallaba en mitad del pasillo, dando palmas mientras no paraba de repetir esa frase tras abrirles las puertas de las habitaciones. El día anterior, habían dejado libre una de las habitaciones para ella y los que la ocupaban se habían ido uno para cada una de las otras.

— Vamos, levantaos si no queréis que os eche agua fría encima. — Ante esa amenaza, pararon de rezongar y se levantaron deprisa, chocándose unos con otros, todavía medio dormidos y sin saber por dónde andaban. Algunos estaban en ropa interior, por lo que al darse cuenta, se apresuraron a vestirse mientras se sonrojaban avergonzados, algo que divirtió a Chin Hae.

— Noona, como general no tienes precio, no cabe duda.

— Muchas gracias Min Soo, ha sido un halago muy bonito. — El líder movió la cabeza de un lado a otro desesperado mientras iba camino al baño. Los demás fueron dándole los buenos días con las voces cargadas de sueño.

Cuando entraron en la cocina se encontraron con la mesa puesta y un desayuno tan copioso que un regimiento entero se podría alimentar sin problemas. Los chicos se quedaron estupefactos y alternaron su mirada entre la comida y Chin Hae que los miraba divertida.

— Venga, vamos, sentaos a desayunar o llegaréis tarde. — Los chicos obedecieron de inmediato y sonrieron felices.

— Noona, ¿ya has desayunado? — Niel seguía muy preocupado por ella y a nadie se le escapaba.

— Sí, poco antes de ir a despertaros lo hice. Así que venga, come, que el desayuno se enfría. — Todos hicieron el agradecimiento típico que se hacía antes de cada comida y en cuanto empezaron a comer, a Chin Hae empezaron a lloverle las felicitaciones por ser una maravillosa cocinera. Tras eso, vinieron las peticiones de matrimonio hechas con expresiones compungidas. Y mientras Niel alucinaba en colorines, Chin Hae no podía evitar reírse a carcajadas. — Está visto que al corazón de TODOS los hombres se llega por el estómago, tengan la edad que tengan. — Aquello hizo que todos salvo Niel, riesen.

Cuando acabaron de desayunar, recogieron la mesa, fregaron y recogieron todo. Obligando a que Chin Hae descansase y recordándole que todavía tenían tiempo de sobra. Tras eso, fueron a recoger sus habitaciones, coger lo necesario para ese día en la empresa y cinco minutos antes de la hora límite, el mánager los llamó para que fuesen bajando. Uno por uno se fueron despidiendo de Chin Hae, quedando Niel para el final. Esperó a que todos se fuesen, porque quería despedirse a solas.

— Noona, espero que no te aburras estando aquí encerrada.

— Tranquilo, tengo el portátil y puedo ir haciendo cosas del trabajo, así estaré entretenida. — Le sonrió para animarlo, pero Niel seguía hecho polvo.

— Te llamaré en el descanso que tengamos para comer. — Ella asintió y él, se envalentonó para darle un leve beso en la mejilla, porque tenía miedo de hacerle daño. Se sonrojó pero antes de que Chin Hae pudiese hacer nada, salió corriendo.






Se pasaron la mañana ensayando y grabando las canciones del disco. Estuvieron tan ocupados, que antes de que se diesen cuenta llegó la hora de la comida. Niel, como había prometido fue a llamar a Chin Hae y quedó en reunirse después con los demás en la cafetería de la empresa. La tarde la dedicaron a ensayar la coreografía, que los dejaba exhaustos debido a su complejidad. Aunque todos sabían que al final lograrían que quedase perfecto.

En uno de los descansos poco antes de acabar, CAP decidió llamar a Sung Jun, para ir a verla. Frunció el ceño al ver que no le cogía el teléfono, colgó y volvió a llamar pero seguía sin respuesta.

— Hyung, ¿pasa algo? — Ricky había sido el primero en percatarse de la preocupación que empezaba a sentir el líder, y eso atrajo la atención de los demás.

— Sung Jun noona no responde a las llamadas. — Volvió a llamar, pero obtuvo el mismo resultado que antes.

— Quizá está trabajando. — L. Joe estaba contagiándose de la inquietud y preocupación, pero decidió optar por una opción lógica.

— No, tenía turno de mañana, a estas horas ya tendría que estar en casa. — CAP apenas le había dedicado una mirada breve, mientras seguía llamando. Cuando no le respondió, soltó una imprecación y empezó a pasearse arriba y abajo.

— ¿Tiene novio? Porque quizá ha salido por ahí con él. — Changjo trató de encontrar otra posible opción a la falta de respuesta, porque al igual que los demás no quería pensar que se hubiese vuelto a repetir lo de Chin Hae.

— Chang Hoon hyung está en el extranjero en un congreso. — De nuevo silencio al otro lado de la línea. — Maldita sea, ha pasado algo, estoy seguro. — Hyung, ¿puedo irme? Tengo miedo de que le haya pasado algo malo a mi noona. — El coreógrafo había estado observando a cierta distancia la escena, y sabiendo lo que había pasado con Chin Hae, le dijo que se podía marchar sin problemas. Así que el líder, recogió todas sus cosas y salió corriendo rumbo a casa de Sung Jun.

— ¡Hyung, en cuanto tengas noticias avísanos! — Ricky salió corriendo para gritarle el aviso. CAP, movió una mano, para que supiese que lo había escuchado. En su camino a la salida, a punto estuvo de llevarse por delante a sus compañeros de empresa, 100% que iban camino de otra sala de ensayos. Lo miraron estupefactos y luego dirigieron la mirada hacia Ricky que seguía preocupado.

— ¿Se puede saber qué ha pasado? — Los chicos habían entrado en la sala de Teen Top, donde todos estaban silenciosos y cabizbajos, rogando en silencio para que no hubiese vuelto a repetirse la situación. Todos dirigieron sus miradas hacia Minwoo, que era el que les había hecho la pregunta.

— Min Soo hyung no puede contactar con Sung Jun noona. — La débil voz de Niel hizo que los recién llegados les corriese un escalofrío por la columna, aunque el más afectado fue sin duda Rokhyun. Un silencio sepulcral invadió la sala y así estuvieron unos minutos hasta que los coreógrafos de ambos grupos decidieron que era hora de volver a la rutina.

— En cuanto sepáis algo, avisadnos. — Rokhyun fue el último en salir de allí, tras hacerles la petición, que los demás aceptaron con un asentimiento.





El trayecto en taxi hasta la casa de Sung Jun fue una agonía, porque mientras lo hacía siguió llamando pero sin obtener respuesta. Cuando llegó al edificio, la espera por el ascensor se hizo eterna y en cuanto estuvo en la planta de Sung Jun fue corriendo hasta su puerta, a la que se puso a llamar como loco mientras gritaba su nombre. Poco después, una Sung Jun con los ojos hinchados y enrojecidos de llorar le abría la puerta.

— ¡Noona, ¿estás bien?! — Al ver el aspecto que tenía de haber estado llorando sin parar, a CAP se le cayó el alma a los pies y se puso en lo peor, que ella también había sido víctima de la sassaengs. Sung Jung NUNCA lloraba.

— Min Soo, ¿qué estás haciendo aquí? ¿No tendrías que estar ensayando para el nuevo disco? — Sung Jun se había hecho a un lado para dejarle pasar y fueron al salón. Al entrar, allí se percató del desorden reinante que había, algo ilógico tratándose de Sung Jun, que amaba el orden.

— Como no me respondías al teléfono, temí que alguna sassaeng te hubiese atacado y vine lo más deprisa que pude. — CAP seguía con la respiración agitada y vio, cómo Sung Jun, que normalmente era energía pura, se sentaba en el sofá, apoyando la cabeza en el respaldo y subiendo las piernas a los asientos, mientras pegaba las rodillas al pecho.

— Siento haberte preocupado Min Soo, pero es que no tengo fuerzas para nada en estos momentos. — Y de nuevo prorrumpió en un llanto tan desgarrador que CAP se sintió el ser más inútil del planeta. Se sentó a su lado con extremo cuidado pero no se atrevió a tocarla. Entre ellos casi no existía el contacto físico, algo que le había empezado a molestar tras saber cómo eran las relaciones de los demás miembros del grupo con sus noonas.

— ¿Qué…? ¿Qué ha pasado? ¿Alguna sassaeng te ha atacado? — Tenía el corazón en un puño, mientras la veía llorar sin parar. Tuvo que esperar un par de minutos a que ella volviese a estar lo suficientemente calmada como para poder explicarlo.

— Verás, es que hoy… — Hipido. — He perdido a uno de mis pacientes. — Y de nuevo volvieron las lágrimas. CAP respiró aliviado, porque no hubiese sufrido un ataque, pero no sabía qué hacer para consolar a Sung Jun. Él era más bien arisco, no era bueno en estas situaciones, siempre las había evitado y ahora se daba cuenta de que era un completo inútil. Sung Jun siempre había estado ahí para consolarlo, a su manera, pero siempre lo había hecho, y ahora que era su turno, no podía hacer nada, salvo observar con impotencia. Recordó que a veces la gente daba palmadas de ánimo en los hombros como medio par consolar a alguien, así que lo intentó, aunque sus palmadas parecían las de un robot.

— ¿Es el primer paciente que pierdes? — Se quiso dar de guantazos por hacerle esa pregunta.

— No, es sólo que era muy especial para mí. Era una abuela que tenía que ingresar cada poco, una verdadera cascarrabias. — Sonrió con tristeza al decir eso. — Pero con un corazón tan grande que no le cabía en el pecho. Le encantaba discutir y llevar la contraria, y yo era la única que le seguía el juego. Le encantaba y siempre me decía que así se mantenía en forma. Además, sus intentos de juntarme con uno de sus nietos eran divertidos. Daba igual, cuántas veces le dijese que tenía novio, siempre me decía que lo dejase, que su nieto era mejor y el pobre hombre, cuando iba a verla y escuchaba eso lo pasaba fatal. Antes de ayer volvieron a ingresarla, yo estaba en la unidad de pediatría y cuando podía, me acercaba a verla. Hoy, a la hora de comer, me acerqué a verla, su empeoramiento había ido a marchas forzadas, y murió a los cinco minutos de llegar a su habitación. — En cuanto acabó, volvió a llorar y CAP siguió con sus palmadas inútiles, así que se levantó y se puso a buscar más pañuelos de papel para darle, porque al parecer eso era lo único que podía hacer bien.

Estuvo así otros diez minutos, hasta que al final cesó el llanto y se quedó agotada.

— Min Soo, nunca intentes consolar a nadie, no es lo tuyo. — Ese pequeño atisbo de burla, lo hizo sonreír.

— Lo sé, pero míralo por el lado bueno, parece que mi inutilidad ha resultado ser bastante útil. — La vio esbozar una leve sonrisa divertida y se levantó como empujado por un resorte para empezar a caminar de un lado a otro delante de ella, mientras gesticulaba. — ¿Sabes? Estamos con la coreografía, es muy difícil, pero como somos los genios de la sincronización, haremos que salga perfecta y los dejaremos a todos estupefactos. Ah, las canciones también son una pasada, hay de todo un poco y hay bastantes raps en todos ellos, así que tanto L. Joe como yo podremos lucirnos más.

¿Qué más? Ah, sí, Chin Hae noona está viviendo con nosotros. En la empresa creyeron que era la mejor manera de protegerla, ocultarla en el lugar más evidente. Aunque la relación entre ella y Niel parece estar algo rara. Creo que es porque se siente culpable de lo que pasó y ahora la trata como si fuese de porcelana y se ha vuelto muy protector.

Ah, otra cosa, esta semana hemos ido con los niños a un museo y perdí la prueba, porque iba de Historia de Corea, pero bueno, ya sabes que siempre fui malo en los estudios. Al final tuve que vestirme de princesa y rompí el vestido, pero los niños hicieron una representación para nosotros. Aunque no les salió bien, para nosotros fue la mejor que hayamos visto nunca. Estaban preciosos con los hanboks. Chunji le habló en español a Amaia, y cuando lo vio llorar emocionado por la representación, lo abrazó pero sigue prefiriendo a Changjo, aunque Zi Yu también lo abrazó. Creo que su ego se va recuperando. Y… Y… A ver qué más ha pasado… — Seguía arriba y abajo paseando nervioso, cuando vio de refilón que Sung Jun lo miraba a la vez con cariño y resignación. — ¿He hecho algo mal? — Se estaba acercando de nuevo al sofá, cuando se dio un golpe bastante fuerte con la esquina de la mesa que lo hizo agacharse de dolor. Sung Jun se levantó de inmediato preocupada.

— Vamos, siéntate en el sofá. — Lo agarró del brazo y lo ayudó a ponerse en pie, mientras lo llevaba hacia allí. Le puso la pierna sobre la mesa y vio que el pantalón empezaba a teñirse de rojo. — No te muevas y espera aquí. — Y fue corriendo hacia el baño. Cuando volvió, traía un botiquín de primeros auxilios. Al abrirlo, CAP abrió los ojos como platos.

— Vaya, a eso se le llama tener un botiquín de lo más completo. — Su tono de admiración la volvió a hacer sonreír mientras le subía la pernera, dejando al aire una herida no muy grande pero bastante escandalosa.

— Por si lo has olvidado, soy enfermera. — Se puso unos guantes de látex y sacó todo lo necesario para curarlo. A CAP le chocó la delicadeza que empleaba para curarle, con la brusquedad con la que solía tratarlo casi siempre, atesorando con celo esos pequeños momentos en que lo trataba con cariño. Sung Jun por su parte, en cuanto lo veía fruncir el ceño o sisear de dolor, trataba de ser todavía más suave y que le doliese lo menos posible. — Me gustaría que no te doliese en absoluto, pero me temo que eso no es posible, así que aguanta un poco más. Parece más grande de lo que es, pero es por culpa de la sangre, que la hace más escandalosa.

— Tranquila noona, me he llevado tantos golpes ensayando que creo que me he acostumbrado, pero es que pica. — Y sonrió divertido, aunque Sung Jun no sonrió y pudo ver cómo por un momento, su expresión se volvía oscura. No sabía a qué era debido y eso lo dejó descolocado.

— Min Soo, tienes que tener mas cuidado. Tu cuerpo es tu herramienta de trabajo y la carrera que has elegido es muy exigente, así que no te tomes la salud a la ligera, ¿entendido? — Le terminó de colocar la venda colocándole el esparadrapo, y tras bajarle la pernera, dio el trabajo por concluido. — Estás listo, acuérdate de curarla todos los días y procura no darte más golpes en esa zona.

— Está bien, lo haré. Por cierto, ¿te sientes mejor? — Su tono dubitativo hizo que lo mirase en silencio un momento, algo que lo puso nervioso.

— Como dijiste, tu inutilidad fue de lo más útil. Gracias Min Soo. — La seriedad con la que le dijo aquello, cargada de agradecimiento y de cariño pero sin revelarlo con claridad, lo dejó conmocionado. Ella se levantó y fue al baño a dejar el botiquín.

— Por cierto, ahora que lo recuerdo, creo que será mejor que avises a los demás que no sufrí el ataque de ninguna sassaeng.

— Tienes razón, se me había olvidado. — Sonrió contrito y cogió de inmediato el teléfono para mandarle un mensaje a Niel contándole lo que había sucedido. Poco después le llegó la respuesta de alivio de todos ellos. — Noona, me han pedido que te dé ánimos. — Estaba avergonzado. Aquello no solía pasar entre ellos y Sung Jun sonrió divertida, aunque cuando habló, su voz estaba cargada de cariño.

— Cuando vuelvas, dales las gracias de mi parte. Por cierto Min Soo, se hace tarde, es mejor que vuelvas a casa. — Lo vio mirar el reloj y lo vio sorprenderse al darse cuenta de que tenía razón.

— Es verdad, me esperan para cenar y Chin Hae noona es más mandona que tú. Ni siquiera puedo soltar tacos en casa. — Estaba molesto y Sung Jun sonrió divertida.

— Así durante un tiempo tendré a alguien para que te vigile muy de cerca. Creo que nos llevaríamos bien. Espero que algún día nos presentes. — Ante eso, CAP no pudo más que palidecer. Juntar a esas dos mujeres sería el peor castigo que podría recibir.

— Noona, me voy ya. Cuídate y no vuelvas a darme otro susto igual, ¿vale? — Esa pequeña recriminación hizo que Sung Jun se sonrojase avergonzada, porque tenía razón en lo que le había dicho.

— Está bien, no lo volveré a hacer. — CAP asintió en silencio y se marchó despidiéndose con un gesto de la mano.


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