Por @Jeannelok y @Ari2PMAM
Capítulo 9
Hacía apenas diez minutos que L. Joe se había marchado a la
sauna, cuando decidió que de esa noche no pasaba ir a ver a Hwa Young. Habían
quedado en verse al cabo de una semana, pero ella no había especificado cuándo
ni dónde.
Tenía que hacer que su relación volviese a ser fluida y para
que eso pasase, aprovecharía sus problemas con Amaia para que lo ayudase.
— Voy a salir, puede que llegue tarde. — Hizo un barrido
general por el salón para contarles sus planes, pero sin dirigirse a nadie en
particular.
— ¿Tú también?
— Tranquilo hyung, tendré mucho cuidado.
— Más te vale. — Y suspiró resignado. Estaba visto que no
podían tener ni un momento de paz.
Aunque la distancia era corta decidió coger un taxi, pero se
aseguró de que no hubiese nadie por los alrededores que pudiese identificarle a
pesar de ir camuflado, pues con las fans nunca se sabía.
A medida que se acercaba a su destino se iba poniendo cada
vez más nervioso, y para cuando estuvo ante la puerta del piso de Hwa Young,
estaba al borde de la hiperventilación. Cerró los ojos y respiró hondo tratando
de controlarse, algo que logró al cabo de cinco minutos. Cuando llamó al
timbre, parecía estar tan tranquilo como siempre que iba a verla, aunque el miedo
seguía agazapado en su interior a la espera de hacer presa en él en cuanto
viese a Hwa Young.
Escuchó cómo la cerradura electrónica cedía para que pudiese
entrar, aunque que no le hubiese saludado no presagiaba nada bueno.
Cuando apareció en el salón, se lo encontró manga por hombro.
Estaba acostumbrado al mundo desordenado de su noona, pero aquello superaba con
creces todo lo que había visto.
— ¿Qué…? ¿Qué…? ¿Qué está pasando aquí? — Chunji la miró pero
ella seguía de espaldas a él, plegando sábanas.
— Llegas justo a tiempo para ayudarme y eso que no te
esperaba, pero pareces saber cuándo necesito ayuda con las cosas. — Su voz era
distraída, porque seguía centrada con la ropa y procurando no chocarse con la
tabla de planchar y la plancha que tenía enchufada en la regleta de la
televisión.
— ¡¿Se puede saber qué demonios te ha pasado?! — Se olvidó de
las montañas de ropa que había repartidas por todos sitios, porque el aspecto
de Hwa Young era tan lamentable, que tenía miedo de que cayese fulminada por
exceso de trabajo.
— ¿Pasarme? ¿De qué hablas? — Su mirada inocente lo hizo
emitir una carcajada de incredulidad.
— ¿No te has mirado a un espejo durante esta semana? — Chunji
estaba cabreado, muy cabreado.
— Por si te has olvidado, rompí todos los espejos de la casa
y no los repuse, así que es un poco difícil que haya podido mirarme en uno. — Y
se encogió de hombros como si no pasase nada, volviendo de inmediato a su tarea
de plegar ropa, aunque no duró mucho, porque Chunji la agarró con fuerza por la
muñeca y al no ver un solo espacio libre en el salón, se la llevó a la cocina
saltando entre pilas de ropa, mientras la arrastraba.
— Chan Hee, suéltame, tengo mucho que hacer y no estoy para
sermones, ¿es que no has visto la pila de ropa que me está esperando? Además,
tengo la plancha conectada y no es seguro que me marche sin apagarla.
— ¡Oh Dios, dame paciencia! Siéntate aquí y no te muevas. —
Su mirada era tan dura que ella obedeció sin rechistar. Fue al salón,
desconectó la plancha y volvió a la cocina. Se apoyó contra una de las
encimeras, cruzó los brazos y la miró largo y tendido sin decir nada, haciendo
que ella empezase a sentirse incómoda.
— Deja de mirarme así, ¿quieres? Si no has venido para nada
útil, mejor que te vayas, porque tengo mucho que hacer. — Estaba cabreada y a
la defensiva, pero cuando fue a levantarse, él le puso las manos en los hombros
y la obligó a sentarse. Cuando se dio cuenta de que no podía ganarle, cedió de
mala gana y se quedó sentada con los brazos cruzados.
— ¿Cuándo fue la última vez que comiste en condiciones?
— ¿Comer? — Pronunció la palabra como si fuese la primera vez
que la escuchaba.
— Sí, ya sabes, eso que se hace para tener energías y no
acabar enfermando.
— No hace falta que seas sarcástico. Sé de sobra lo que
significa, lo que sucede es que no he tenido tiempo para comer, he estado muy
ocupada. Y de vez en cuando comía una pieza de fruta o bebía un vaso de leche.
— Lo dijo como si no tuviese importancia, lo que provocó que Chunji gimiese
exasperado, mientras se frotaba la cara, para luego mirarla como si quisiese
cerciorarse de que aquella mujer seguía siendo Hwa Young.
— Maldita sea, ¿que no has tenido tiempo? Lo de estudiar hace
algunos días que se acabó y vas y me sales con ésas. Y ya de dormir ni
hablamos, ¿verdad? — Estaba al borde de un serio ataque de furia con graves
consecuencias para ella.
— He estado pintando la casa, por si no te has dado cuenta, y
además, tenía que hacer limpieza, así que eso de comer y dormir me robaba
demasiado tiempo. — Esa excusa tan infantil acabó por romper el débil hilo que
mantenía atada su furia.
— ¡Y una mierda! ¡Has estado intentando matarte y no lo
niegues! ¡Tu aspecto es lastimoso! ¡Tu pelo es un desastre, tienes unas ojeras
kilométricas, bolsas, estás tan pálida y has adelgazado tanto que podrías pasar
por un cadáver! — Había empezado a gesticular, mientras señalaba todas y cada
una de las cosas, haciendo que ella se removiese incómoda.
— No hace falta que me grites. — Fue a levantarse cabreada
pero él la sentó otra vez con fuerza y sin miramientos.
— Si quisiese, ahora mismo podría partirte todos y cada uno
de los huesos, porque eres tan frágil como una muñeca de porcelana. — Se había
acercado a ella dejándola atrapada al poner una mano en la mesa y otra en el
respaldo de la silla. — Así que te vas a quedar ahí quietecita mientras te hago
algo decente de cenar. Eso, claro está, si tienes algo comestible por aquí. —
Se irguió, y se quitó la cazadora. Llevaba una camiseta blanca de algodón con
cuello de pico que dejaba ver unos brazos delgados pero fibrosos y un torso que
auguraba un mayor desarrollo. Se puso a buscar y mientras, Hwa Young empezó a
levantarse para volver al salón a seguir con lo suyo.
— O te quedas sentadita ahí o te ato a la silla, como tú
veas. — Su tono suave y que apenas le echase un vistazo por encima del hombro,
dejó bien claro que podría manejarla como a él le diese la gana. Ella refunfuñó
mientras se cruzaba de brazos y lo miraba con odio. — Maldita sea, no tienes
nada que comer, tan sólo fruta y leche y casi ni te queda de eso. — Se volvió a
mirarla furioso. Ella sonrió a modo de disculpa pero eso sólo lo cabreó más. —
Espera aquí, voy a comprar algo a la tienda de la esquina para que cenes en
condiciones. ¡Y ni se te ocurra moverte de esa silla! — Fue a coger su cazadora
pero ella se levantó y se puso en medio de su camino.
— Tú no puedes ir, te reconocerían enseguida y podrías tener
problemas. Ya voy yo. — Vio que iba a empezar a protestar pero jugó una baza
que sabía que no podría vencer. — Seguís sin noticias de la atacante y por lo
tanto, lo último que queréis es ponernos en peligro. Si te reconociesen,
empezarían las preguntas y acabarían dando conmigo y no quieres que eso pase,
¿verdad? — Su sonrisa almibarada no ayudó a mejorar su humor, sólo hacerlo más
siniestro.
— Más vale que te des prisa. Y arréglate si no quieres matar
al personal de un susto. — Estaba molesto porque lo había ganado. Ella sonrió y
salió corriendo sin arreglarse, dejándolo con ganas de ponerse a gritar.
Suspiró derrotado y fue hasta el salón, donde se puso a recoger la ropa para
aliviarle el trabajo.
Mientras recogía todo aquel desastre, se preguntaba si
haberla besado habría provocado ese cambio en ella. Aunque por más que
quisiera, tenía que reconocer que en parte era responsable de todo aquello.
Un cuarto de hora después, llegó cargada de bolsas que él se
apresuró a quitarle.
— A la cocina, ¡ya! — Su orden le hizo pegar un pequeño
brinco y que lo mirase cabreada.
— Sí señor. — E hizo el saludo militar antes de irse hacia
allí, sin que se le escapase el trabajo que él había hecho. — Gracias por la
ayuda con la ropa, pero eso de que hayas estado colocando mi ropa interior… —
Al ver que se envaraba, se calló de inmediato, mientras él giraba la cabeza y
la miraba cabreado.
— En estos momentos, tu ropa interior no me importa en
absoluto, sólo quería quitarte algo de trabajo. — Y se metió en la cocina
dejándola allí plantada con un mal sabor de boca. — ¡Ven para aquí de
inmediato! — Aquel grito le hizo pegar un brinco y correr hacia allí. Cuando la
vio entrar, le señaló la silla de antes y le hizo un gesto con la cabeza para
que se sentase, gesto que ella obedeció de inmediato.
Empezó a sacar cosas de las bolsas y a guardar aquellas que
no iba a necesitar. Al final le preparó una sopa de arroz con huevo y kimchi de
rábano.
— Y más te vale comértelo todo.
Ante el olor de la comida, Hwa Young tragó con fuerza y
empezó a sudar frío. Su estómago no estaba por la labor de aceptar alimento y
eso a Chunji no se le pasó.
— Vamos, ponte a cenar y deja de mirar la sopa y el kimchi
como si fuesen tus enemigos. — Ella sólo asintió y fue comiendo poco a poco,
mientras Chunji no le quitaba ojo de encima. La cena transcurrió en silencio y
cuando logró acabar, se recostó sobre la silla, aliviada y agotada. — Bien
hecho, pero aún te queda el postre. — Ella abrió los ojos y lo miró
estupefacta, para luego pasar a una mirada lastimera. — No me mires así, no
lograrás nada. Tienes que volver a comer bien y me aseguraré de que esta cena
sea como debe. — Se levantó, se acercó a la nevera, cogió un yogurt y se lo
dio.
— Eres un dictador. — Su tono rencoroso lo hizo sonreír
divertido.
— Lo sé, pero cuando se trata de tu salud puedo ser mucho
peor. Y ahora come mientras friego. — La oyó rezongar pero no le hizo caso.
Cuando acabó, de fregar, se secó las manos y se giró hacia ella. — Y ahora
vamos al salón, porque tengo algo de lo que hablar contigo. — Y salió de allí
seguido por ella. — Bien, sigamos recogiendo todo esto y mientras te voy
contando lo que pasa. Aunque antes me gustaría saber algo, ¿todo esto es por lo
que pasó la otra vez entre nosotros? — Esa pregunta hecha en voz suave la hizo
temblar.
— No te lo voy a negar, pero no eres el completo responsable
de todo esto. — Se estaban mirando directamente y la penetrante mirada de
Chunji hizo que el color acudiese a las mejillas de Hwa Young. — Puedes
considerar esto como una catarsis. Vuelvo a empezar de cero y esta vez espero
tener más suerte. — Su sonrisa forzada provocó que él la mirase cabreado.
— No sonrías a menos que sientas deseos de hacerlo. Odio esas
sonrisas de compromiso. Y en cuanto a empezar de cero, no lo creo, me sigues
teniendo a mí y pase lo que pase entre nosotros, estaré siempre a tu lado, ¿te
ha quedado claro? — Cogió una pila de ropa y la llevó al dormitorio de ella.
— ¿Cómo sabes dónde va cada cosa? — Lo había seguido hasta el
dormitorio y lo veía colocar las cosas sin equivocarse.
— ¿Ya has olvidado que llevamos toda la vida juntos? Siempre
te vi guardar las cosas cuando te las daba tu madre en los mismos lugares, por
lo que esa rutina no puede haber cambiado. — Y le sonrió de medio lado,
provocando que ella se sonrojase. Cuando acabó, volvieron al salón y él decidió
cambiar de tema. — Noona, hablas español, ¿verdad? — Aquella pregunta la pilló
desprevenida y lo miró con curiosidad.
— Sí, ¿por qué…? Ah, vale, ahora me doy cuenta, las cosas con
Amaia siguen estando mal y quieres solucionarlo hablándole en español, ¿cierto?
— Había conseguido que sonriese y eso hizo que quisiese saltar de alegría,
abrazarla y besarla, pero de momento tendría que contenerse.
— Parece que tu genio está regresando. — Su tono burlón,
provocó que ella le diese un pequeño puñetazo en el brazo. Por fin volvía a
tocarlo sin problemas.
— Tú te lo buscas. Bien, ¿y qué es lo que quieres que te
enseñe?
— Pues no tengo ni idea. No sé ni por dónde empezar, la
verdad. — Ahora era él el que estaba desesperado y ella sonrió para animarlo.
— No te preocupes, te iré enseñando lo más necesario para que
salgas del paso y si quieres, después puedo seguir enseñándote el idioma,
porque la verdad es que es precioso.
— Está bien, pues empieza cuando quieras.
Y así, durante las tres horas siguientes, mientras terminaban
de poner la casa en orden, Hwa Young le fue enseñando todo lo que podría
necesitar e incluso más cosas por si las moscas.
Cuando llegó la hora de irse, ella lo acompañó hasta la
puerta, pero al contrario que otras veces no lo abrazó.
— Noona, ¿podría abrazarte y darte un beso de despedida? —
Estaba tenso y su voz llena de duda. Hwa Young en un primer momento no supo
reaccionar y sólo lo miró en silencio, pero al final asintió y abrió los
brazos. Cuando la abrazó, lo hizo con fuerza pero con delicadeza. Estuvieron
así un par de minutos, en silencio, tan sólo sintiendo el cuerpo del otro.
Cuando se separaron, él le apartó un mechón de la mejilla y la besó. Un beso
delicado y al mismo tiempo lleno de amor. — Me voy ya y espero que vuelvas a
comer como se debe y a dormir, ¿de acuerdo? O si no, volveré y sabrás lo que es
bueno. — Fingió un escalofrío de temor para luego sonreírle divertida.
— Eres peor que mis padres juntos en plan regañones. Pero
tranquilo, haré lo que me dices.
— Buenas noches y descansa. — Estaba agarrando la manilla de
la puerta cuando ella lo llamó y al volverse la vio agarrándose a sus hombros y
dándole un beso en la mejilla.
— Buenas noches y espero que mañana tengas suerte con Amaia.
— Su sonrisa avergonzada lo divirtió, pero sólo asintió y se marchó diciéndole
adiós con una mano.
Cuando la puerta se hubo cerrado, Hwa Young se dejó caer al
suelo, mientras se llevaba una mano al pecho. El corazón le iba demasiado
deprisa.
Se notaba que estaban en el
momento más caluroso del verano, porque estaban esperando en la calle para
empezar a grabar el capítulo del “Hello Baby” de esa semana y a los cinco
minutos ya les resbalaban grandes gotas de sudor por la mejilla. Zi Yu y Amaia
estaban a cubierto en una pequeña sombra que había, y Changjo y L. Joe les
cubrían con sus cuerpos mientras los abanicaban con unos folletos.
Al fin les dejaron pasar una vez
estuvo todo acondicionado. Habían preparado pequeños juegos para ir
entreteniéndose y a la vez, enseñarles Historia de Corea. Los chicos habían
estado repasando la noche anterior desde internet, sin estar muy convencidos de
cómo iban a salir de aquello. El líder no dejaba de molestarlos recordándoles
lo mal estudiante que había sido él, y por qué tenía ahora que estudiar de
nuevo.
—Eres padre. Es parte de tus
responsabilidades.— Había sido la respuesta de Niel, sin ni tan siquiera
mirarlo, entretenido en leer sobre antiguos reyes.
Aunque no se encontraban en el
Museo Nacional de Corea, aquel edificio tampoco se quedaba muy atrás. Era
bastante grande y bien equipado, y en la entrada les atendió una agradable
muchacha que les explicó qué tendrían que hacer. Ella los guiaría por las
diferentes salas y les explicaría algunas cosas, pero entonces haría una
pregunta y tenían que responder. Quien acertase primero iría a otra sala donde
les esperaba el primer premio del día. Mientras ellos hacían esto, iban a
llevarse a los niños aparte, aunque no sabían para qué.
Así comenzó la primera parte de
la grabación de ese día. Separados de los pequeños, la guía les fue explicando
diferentes partes de la historia en cada sala. Las preguntas que hacía a los
chicos eran ridículas, sin embargo eso todavía los descentraba más y
dificultaba el acertar la respuesta.
La muchacha les iba dando pistas
cuando los veía muy apurados, y se reía al escuchar las barbaridades que decían
algunas veces. El primero en dar una respuesta correcta fue Chunji. Había
tenido suerte porque era algo judicial que recordaba haber leído entre los
apuntes de Hwa Young. Fueron hasta la segunda sala, y maldijeron a Changjo
cuando acertó sin demasiadas dificultades. Niel, L. Joe, Ricky… y en último
puesto C.A.P, quien al no haber acertado recibiría un castigo al final del
programa.
El primer premio que les esperaba
tras acertar las respuestas, era nada más y nada menos que poder escoger las
ropas tradicionales que les tocaría ponerse. Chunji, al ser el primero, llevaba
un elegante traje tradicional de color rojo brillante, que conjuntaba con su
cabello, el cual esos días habían teñido de color vino. Así fueron escogiendo
trajes, y al líder no le quedó otra que ponerse un traje infantil de princesa.
Tenía miedo de romperlo, pero al parecer el programa ya se había encargado de
preparar trajes de tamaño grande para que le cupiera a cualquiera de ellos. A
pesar de todo, las mangas parecían a punto de romperse en cualquier momento y
las piernas peludas sobresalían por debajo de la falda, la cual le llegaba por
las espinillas. Sus amigos no pudieron dejar de reírse un buen rato tras verle
con esa facha, desde luego la peor de entre todos.
C.A.P les aseguró que cuando
volvieran al dormitorio, ya se vengaría. Justo cuando acabó de decirlo,
provocando que estallasen de nuevo en carcajadas, la guía les pidió que la
acompañasen de nuevo porque tenía algo muy especial que mostrarles.
Los llevó hasta una pequeña sala
y los hizo sentar en el suelo, lo cual conllevó todo tipo de dificultades para
acomodar los hanboks, los trajes tradicionales, con incómodas faldas que
llevaban. C.A.P fue de nuevo causa de un estallido de risas cuando escucharon
cómo al fin, una de las mangas del vestido reventaba, haciendo que estuviera
todavía más ridículo. Las mejillas del chico hacían conjunto con el traje de
Chunji.
La guía pidió silencio, y se
apagaron las luces, dejando sólo unas frente a ellos en un decorado que
representaba algún tipo de templo sobre el agua. De repente, Amaia salió con un
gracioso vestido hanbok rosa y amarillo. Se inclinó con educación. Zi Yu
apareció con un hanbok azul y violeta y también les dedicó una elegante
reverencia.
De repente, ambos niños
comenzaron una representación cantada con ayuda de algunos adultos, también
ataviados con trajes típicos. Se confundieron en bastantes partes, sus voces
infantiles se iban de tono varias veces, sobre todo Amaia, y se iban hacia el
lado que no tocaba. Fue un pequeño desastre adorable que hizo que a los chicos
se les cayera la mandíbula hasta el suelo.
La representación duró alrededor
de quince minutos, y cuando los pequeños acabaron y se inclinaron ante ellos
otra vez, con las mejillas sonrojadas estallaron en aplausos.
— ¡¿Chunji hyung?!—exclamó de
repente Niel. Chunji había escondido el rostro entre las manos para que no
vieran que estaba llorando, emocionado, tras ver a los pequeños. Verle así los
confundió, y cuando alzó la mirada y vio a Amaia, probó a decir algunas de las
pocas palabras en español que había aprendido.
—Has estado increíble—la niña
abrió los ojos muy sorprendida, sonrió y se lanzó en brazos de Chunji. Lo cogió
desprevenido, como la primera vez. Llevaba tanto tiempo sin recibir ese afecto
de la niña, que todavía tardó unos segundos en poder reaccionar y acariciarle la
cabeza. Cuando la pequeña se separó de él, miró a Zi Yu—. Has cantado muy, pero
que muy bien, Zi Yu.—El niño bajó la vista, sonrojado pero sonriendo agradecido
por el cumplido. Chunji se pasó la mano por los ojos, intentando detener las
lágrimas. El espectáculo que les habían ofrecido los niños había sido precioso.
Al parecer, según comentaron los
padres, mientras dejaban que C.A.P fuera a cambiarse antes de quedarse desnudo
ante las cámaras, habían estado ensayándolo en casa desde la semana anterior, a
petición del programa. Había sido entretenido y estaban contentos con el
resultado.
Cuando salieron a una parte
exterior del edificio, donde había una cafetería para que los visitantes
tuvieran un descanso y comentasen lo que habían visto dentro, Chunji vio con
dolor que a pesar del momento anterior con Amaia, la niña seguía sin recuperar
el lazo que había tenido con él y prefería ir de la mano de Changjo. A su lado
pasaron entonces L. Joe y Niel sujetando a Zi Yu. Al verle mirar de soslayo a
la pequeña, el rapero se agachó junto al niño y le dijo algo. El pequeño
pareció dudar unos instantes, antes de ir hasta Chunji y cogerle con timidez la
mano.
— ¡Zi Yu!
— Gracias por decir que he
cantado bien.—Musitó el pequeño, compungido. Chunji sintió que las lágrimas se
reunían de nuevo en su pecho, así que se agachó y cogió al pequeño para
abrazarlo. Tuvo miedo, al darse cuenta de lo que hacía, de recibir rechazo por
su parte, pero escuchó cómo el niño se reía ante su repentina acción.
La grabación de ese día acabaría
en menos de cuarenta minutos, por lo que los guionistas les recordaron que
todavía les quedaba realizar el castigo de C.A.P. Cuál fue su emoción al saber
que durante quince minutos, el líder y mayor del grupo haría el papel de maknae
y podrían tratarlo como les apeteciera. Él les dirigió una rápida mirada de
rencor, que indicaba que iba a vengarse de lo que le hicieran. No obstante,
ellos obviaron esa parte y disfrutaron haciéndole rabiar, sobre todo Ricky que
siempre recibía los golpes de su hyung.
Le ordenaron ir a traerles
bebidas (algo que en realidad, nunca pedían al verdadero maknae), que les
hiciera masajes e incluso que bailase algo vergonzoso. Los niños lo veían y se
reían, e incluso se unieron a las peticiones. C.A.P terminó gracias a ello
imitando al famoso dibujo animado Pororo e imitando sonidos de animales.
Rieron a gusto, olvidando
momentáneamente todos los jaleos y problemas de los últimos días. Como siempre,
el trabajo era la mejor manera de mantener la cabeza distraída.
— Pero… pero… ¡¿qué carajo está
pasando aquí?! — Minwoo, el líder de 100%, otro grupo de la misma empresa que
Teen Top, intentó acceder a la página web de la empresa pero se encontró con
que ésta había sido hackeada.
— Hyung, ¿qué sucede? — Rokhyun,
el segundo en edad del grupo, pero al que aún así le separaban seis años del
líder se acercó a mirar. — ¿Y eso? — Tenía el ceño fruncido y se había puesto
tenso al ver lo que aparecía allí.
— Será mejor que vayamos a
informar de todo esto. — Se levantó y salió corriendo de la cafetería de la
empresa, seguido de cerca por Rokhyun.
— ¡Hyungs, ¿a dónde vais?! — La
voz de Sanghoon, el más joven del grupo hizo que lo mirasen pero no los detuvo.
— ¡Ha ocurrido algo grave y vamos
a ver a Andy hyung! — Minwoo miraba hacia las escaleras para no tropezarse
mientras las subía de dos en dos. Al escuchar eso, Sanghoon los siguió y
enseguida les dio alcance.
Poco después llegaron a la
oficina de Andy, y Minwoo llamó de manera imperiosa a la puerta.
— Adelante. — Los tres entraron
en tromba y Andy los miró estupefactos. Rokhyun había informado a Sanghoon de
lo que había pasado de camino hacia allí y estaba tan preocupado como los otros
dos. — Chicos, ¿se puede saber qué os pasa? — A pesar de ser uno de los jefes y
productores, Andy prefería que los chicos lo llamasen hyung y así tener un
trato más cercano y amigable con ellos.
— Hyung, ¿has visto la página web
de la empresa? — Andy lo miró con el ceño fruncido, así que Minwoo le pasó su
tablet y cuando vio aquello palideció, al mismo tiempo que la furia lo invadía.
— ¡Maldita sea, panda de locas! —
En el inicio de la página web de la empresa había insultos, amenazas de muerte
hacia Chin Hae en caso de que no se la despidiese, así como todos sus datos
personales. Cuando las sassaeng se ponían en acción podían resultar
extremadamente peligrosas y las amenazas de muerte debían de tomarse muy en
serio. — Será mejor reunirse con los demás para tomar medidas inmediatas.
También llamaremos a la policía para que comiencen el rastreo de quién pudo
hacer esto. — Cogió su móvil y empezó a hacer llamadas para que se reuniesen
todos en media hora en la sala de juntas. Cuando acabó con eso, llamó a la
policía para poner en su conocimiento lo que había sucedido y sumarlo a la
denuncia presentada por la agresión a Chin Hae. La unidad de delitos
telemáticos quedó en ir a la empresa de inmediato y Andy les pidió que
mantuviesen todo eso en el más absoluto secreto ya que la vida de una persona
dependía de ello. La policía accedió sin problemas, pero de sobra era conocido
por todos, que se pasaban más tiempo hablando con la prensa que llevando la
investigación con seriedad cuando atañía a famosos.
— Hyung, ¿qué va a pasar? — Rokhyun
estaba muerto de preocupación. Era conocida por todos la amistad tan estrecha
que tenía con Chin Hae. Después de todo, había estado siete años como aprendiz
allí, y ella en cierto modo lo había adoptado, una extraña mezcla de hermano
pequeño y amigo, al igual que sucedía con Niel. Sólo ellos dos habían logrado
eso y todos se sentían fascinados, aunque también sabían que la relación con Rokhyun
era más profunda, tenían un nexo que ninguno sabía de dónde venía. Al mismo
tiempo, esto provocaba que Niel y Rokhyun tuviesen roces cada dos por tres,
debido a la envidia del primero que quería tener a Chin Hae para él solo.
— No lo sé, Rokhyun, no lo sé,
pero esto no puede seguir así. — Andy estaba pensativo, furioso y preocupado. —
Será mejor que vayamos a la sala de juntas. — Y salieron de allí en silencio,
todos pensando en posibles soluciones.
Mientras iban hacia allí, Andy
llamó a sus compañeros de grupo, Shinhwa, para que acudieran hasta el lugar y
le ayudasen a pensar una solución. Dada la urgencia del asunto, a los quince
minutos ya entraban por la puerta.
— Ya vimos la página web y el
fancafé está igual. — Eric, el líder del grupo fue el primero en decir esta
boca es mía. Su cabreo era monumental, sentimiento compartido por el resto.
— Ya he avisado a la policía y
llegarán en poco tiempo, pero antes de eso es mejor que solucionemos la
situación de Park Chin Hae para evitarle más problemas. Si han conseguido sus
datos puede que hayan hecho algo en su casa, y no quiero que nada más darle el
alta tenga que volver a pasar por otra situación traumática. — Todos asintieron
en silencio.
— Tenemos que encontrar un modo
de protegerla hasta que nos aseguremos de que puede volver a su casa sin que le
pase nada. — Hyesung, otro de los miembros del grupo y famoso por su voz y
predilección por las baladas fue el primero en plantear la cuestión. Todos se
quedaron en silencio pensando en posibles soluciones hasta que tras unos
minutos, Junjin dio con la solución.
— La mejor manera de protegerla
es esconderla en el lugar más evidente. — Su sonrisa de satisfacción hizo que todos
lo mirasen estupefactos.
— ¿De qué estás hablando? No te
entiendo. — Minwoo, rapero, vocalista y bailarín en Shinhwa lo miró con
curiosidad.
— Un momento, ¿no estarás
sugiriendo que la escondamos en el piso de los chicos? — Dongwan no salía de su
asombro ante aquella idea que le parecía inaudita.
— ¡¿Te has vuelto loco?! — Andy
lo miraba como si hubiese sucedido eso.
— En realidad tiene razón. — Eric
impidió que Junjin respondiese al maknae del grupo. — Las que han hecho esto
pensarán que debido a todo esto, trataremos de alejarla todo lo posible de la
empresa y del grupo para evitar posibles problemas. ¿Tengo o no tengo razón? —
Y se volvió hacia Junjin que sonreía satisfecho.
— La tienes, pero no podemos caer
en su juego, porque no sabemos quién puede ser la siguiente. Tenemos que
atraparla y dar ejemplo para que nada de esto vuelva a pasar.
— ¿Y cómo lo haremos? — Minwoo se
había recuperado de la sorpresa inicial, mientras se iba haciendo a la idea,
que aunque era una locura, parecía la mejor solución.
— A ella le dan el alta a
mediodía y los chicos están grabando, por lo que no habrá fans delante de su
edificio. Lo que tenemos que hacer es ir a buscarla al hospital, que se
disfrace de hombre y entrar en el edificio como si fuese uno más de los vecinos.
— La simpleza de su idea, volvió a descolocar a Andy.
— ¿Y no te has parado a pensar
que en cuanto le vean la cara la reconocerán?
— No, si entra por el garaje en
un coche que nadie conozca, va sola, con mascarilla y gafas de sol.
— ¡¿Sola?! ¡¿Ahora sí te has
vuelto loco?! — Andy se dio cuenta en ese momento de la palidez de Rokhyun y la
extrema preocupación de los otros dos, que habían guardado silencio desde que
habían entrado.
— Tranquilo, no estará sola. La
seguiremos desde el hospital.
— Es la idea más loca que he
escuchado en mucho tiempo, pero bueno, por probar no perdemos nada. Esperemos
que funcione. — Su tono admonitorio y su ceño, hicieron que Junjin dejase de
sonreír.
— Lo hará, lo hará. Ahora sólo
tenemos que conseguir ropa de chico para ella y que alguien vaya a su casa a
hacerle la maleta.
— Yo tengo ropa de sobra aquí y
aunque soy más alto que ella, las ropas grandes y sueltas harán que su físico
quede más disimulado. Ah, y en cuanto a lo de la maleta, puedo llamar a su
novio para eso, y que de paso nos diga cómo están las cosas por allí.— Rokhyun
se había levantado y estaba emocionado por tener la solución a ese otro
contratiempo a mano. Todos se giraron para mirarle.
— Está bien. Entonces prepárate,
porque irás al hospital a llevarle la ropa y explicarle lo que haremos. Ah, y
procura pasar inadvertido. — Andy seguía pensativo y preocupado.
— De acuerdo. — Y salió de allí corriendo.
— Minwoo, Sanghoon, llamad a los
demás para que se presenten aquí cuanto antes. No sé cómo, pero vosotros formaréis
parte de esta farsa.
— Sí, hyung. — Los dos
contestaron a la vez pero antes de salir, Dongwan los detuvo.
— Iré con vosotros. Yo los pondré
al día de todo. — Y se acercó a ellos, pero antes de que pudiesen salir alguien
llamó a la puerta. Era una de las secretarias.
— Señor, la policía ha llegado.
— Hazlos pasar. — Y mientras unos
se iban, otros entraban. — Bienvenidos, espero que puedan ayudarnos a
solucionar todo esto sin que haya filtraciones. — El tono admonitorio de Andy
hizo que la detective al cargo del equipo sonriese son sarcasmo.
— Señor, en nuestra unidad lo que
necesitamos es el más absoluto secreto para que podamos hacer bien nuestro
trabajo.
— Eso me gusta. Si nos siguen,
iremos a mi oficina a discutir este tema y cómo se puede solucionar. — Los
policías guardaron silencio y siguieron a Andy y los demás.
Niel abrió de manera impetuosa la
puerta de casa. Tras acabar todas las grabaciones del día, habían recibido una
llamada de Andy para ponerles al corriente de las novedades. Al escucharlas, el
chico había comenzado a estar muy nervioso y en el coche se mostró taciturno y
movía el pie con nerviosismo. Los demás prefirieron no decirle nada para no
agobiarlo más.
Cuando llegaron al edificio, se
forzó a saludar con educación a las fans que los esperaban a la puerta y
sonreírles. Debía disimular lo mejor posible. Por suerte, se mostraron educadas
y en cuanto les vieron pasar les desearon buenas noches y se marcharon.
— ¡Noona!— Chin Hae estaba
sentada a la mesa en el comedor, con una taza entre las manos y ropa demasiado
grande para ella. Por un momento, Niel sintió que su corazón se detenía, pues
la vio más pequeña y desvalida que nunca, todavía con alguna señal visible de
golpes en el rostro. Una herida que estaba cicatrizando, se mostraba en su
pómulo y el ojo seguía un poco morado. Se acercó a él con lentitud, intentando
asimilar de nuevo lo que había pasado con la página web y la razón por la cual
se encontraba allí. Tae Chul se cruzó en su camino, limitándole la visión de
ella.
—No la agobies demasiado. Han
sido demasiadas emociones por hoy. — El susurro y petición del chico le
sentaron como ácido en el estómago, ¿no confiaba lo suficiente en él?
—Lo sé, hyung… —Niel lo esquivó,
acercándose a su noona. Chin Hae
le sonreía con dulzura, intentando calmar al joven. Pero eso no le ayudó en
nada. Niel se llevó el brazo a la cara, intentando controlar las lágrimas que
le escocían en los ojos y le ardían en la garganta. Cada vez se sentía más
culpable de aquella situación. Si ellos no fueran tan amigos… si no hubieran
desarrollado esa relación… ¿pero por qué tenían que mancillar de esa manera
algo que para él era tan preciado y hermoso?
Niel no solía llorar en público. Era bastante bueno
aguantándose, pero los últimos días habían sido un desastre y se sentía ansioso
a cada momento. Ansioso y culpable, odiándose cada vez más por lo que le pasaba
a Chin Hae… y allí estaba ella, sonriéndole como si todo estuviera bien.
—Te he echado de menos, pequeño—le dijo la chica, moviendo la
silla y poniéndose de pie. Se acercó a Niel y le acarició el cabello. Él apartó
el brazo, dando lo mejor de sí para no echarse a llorar. Las emociones estaban
a flor de piel—. Tae Chul es un aburrido, y por teléfono nuestras
conversaciones “filosóficas”, como él las llama, no son lo mismo…
—Esto acabará pronto noona, te lo prometo…—dijo, por el
contrario, Niel. La sonrisa de Chin Hae se agrandó.
— ¿Se han portado bien los niños hoy?— la pregunta, a pesar
de encontrarse todos ellos observando la escena, estaba dirigida a Niel, para
intentar distraerlo de lo único que invadía su cabeza.
—No voy a perdonarlas por…
—Niel, ¿no deberías cenar algo e ir a dormir? Será lo mejor.
—Noona… —Su voz se quebró a media palabra. Chin Hae alargó de
nuevo el brazo, pero esta vez para atraerlo hacia sí y darle un cariñoso
abrazo. Todos comprobaron, sorprendidos, como el muy seguro de sí mismo,
divertido y siempre alegre Niel, se convertía en un niño. Le habían visto
alterado y alarmado cuando todo sucedió en el hospital, pero dado que el estado
de todos era semejante, ninguno se había percatado hasta entonces de cuán mal
lo estaba pasando el joven. Chin Hae le seguía acariciando la cabeza para
intentar calmarlo pero los hombros de Niel seguían convulsionándose. Al fin,
había sucumbido ante las lágrimas. El joven tenía los brazos caídos a ambos
lados del cuerpo, temiendo hacer daño a la chica si intentaba devolverle el
abrazo.
—Niel, creo que prefiero cuando filosofáis—mentó Tae Chul,
ganándose una mirada enfada de su novia, quien le recordó que debía comenzar a
acostumbrarse a que ella quería más al joven que a él. Aquella declaración hizo
al chico separarse de ella entre las lágrimas y la risa—. Oye, decide si lloras
o ríes, que esto es muy raro…
— ¡Déjale que haga lo que quiera!—Volvió a enfrentarlo la
chica, haciendo reír al resto de miembros del grupo. Hasta entonces, no habían
tenido oportunidad de ver ese lado de ella porque casi siempre que se reunían
era para asuntos de trabajo. Chin Hae secó con los dedos las lágrimas de su
amigo—Niel, no quiero que todo esto te distraiga de lo que importa en realidad:
tu trabajo. En tres meses hacéis comeback, y quiero que te centres en las
canciones. Tenemos grandes expectativas puestas en vuestro nuevo álbum.
— ¿No eres capaz de aparcar el trabajo ni ante situaciones
como ésta?
— ¿Yo? Nunca. Parece que no me conozcas bien, pequeño pájaro.
Y ahora, ¡venga! Tae Chul, ¡vete de aquí! Y los demás, a ducharos, cenar algo y
dormir, ¡mañana tenéis mucho trabajo y os pienso despertar bien temprano! ¿U os
pensabais que teniéndome aquí podríais seguir haciendo el vago como hasta
ahora?
—Vamos no me jod…—comenzó a decir el líder, siendo
interrumpido por una mirada mortal de ella.
—Ese vocabulario. Recuerda que si lo usas aquí, quién te dice
que un día no se te escape ante las cámaras. Como líder, no puedes olvidarte de
enseñar a tus donsaengs, pero cosas buenas. Y ahora, venga, va, rapidito, ¿es
que no me habéis escuchado ni entendido la primera vez?
Temiendo desobedecerla, todos se pusieron manos a la obra.
Niel sonrió feliz al ver que al menos de cara a ellos, el estado de su noona
parecía ser óptimo. Si se mantenía así de vital, aguantaría mejor los días que
tuviera que durar aquella situación. Y él pensaba disfrutar al máximo y más que
nunca de su compañía.
— Venga, vamos, todos
arriba dormilones, levantaos que se os hace tarde. — Eran las siete de la
mañana y Chin Hae se hallaba en mitad del pasillo, dando palmas mientras no
paraba de repetir esa frase tras abrirles las puertas de las habitaciones. El
día anterior, habían dejado libre una de las habitaciones para ella y los que
la ocupaban se habían ido uno para cada una de las otras.
— Vamos, levantaos si no queréis que os eche agua fría
encima. — Ante esa amenaza, pararon de rezongar y se levantaron deprisa, chocándose
unos con otros, todavía medio dormidos y sin saber por dónde andaban. Algunos
estaban en ropa interior, por lo que al darse cuenta, se apresuraron a vestirse
mientras se sonrojaban avergonzados, algo que divirtió a Chin Hae.
— Noona, como general no tienes precio, no cabe duda.
— Muchas gracias Min Soo, ha sido un halago muy bonito. — El
líder movió la cabeza de un lado a otro desesperado mientras iba camino al
baño. Los demás fueron dándole los buenos días con las voces cargadas de sueño.
Cuando entraron en la cocina se encontraron con la mesa
puesta y un desayuno tan copioso que un regimiento entero se podría alimentar
sin problemas. Los chicos se quedaron estupefactos y alternaron su mirada entre
la comida y Chin Hae que los miraba divertida.
— Venga, vamos, sentaos a desayunar o llegaréis tarde. — Los
chicos obedecieron de inmediato y sonrieron felices.
— Noona, ¿ya has desayunado? — Niel seguía muy preocupado por
ella y a nadie se le escapaba.
— Sí, poco antes de ir a despertaros lo hice. Así que venga,
come, que el desayuno se enfría. — Todos hicieron el agradecimiento típico que
se hacía antes de cada comida y en cuanto empezaron a comer, a Chin Hae
empezaron a lloverle las felicitaciones por ser una maravillosa cocinera. Tras
eso, vinieron las peticiones de matrimonio hechas con expresiones compungidas.
Y mientras Niel alucinaba en colorines, Chin Hae no podía evitar reírse a
carcajadas. — Está visto que al corazón de TODOS los hombres se llega por el
estómago, tengan la edad que tengan. — Aquello hizo que todos salvo Niel,
riesen.
Cuando acabaron de desayunar, recogieron la mesa, fregaron y
recogieron todo. Obligando a que Chin Hae descansase y recordándole que todavía
tenían tiempo de sobra. Tras eso, fueron a recoger sus habitaciones, coger lo necesario
para ese día en la empresa y cinco minutos antes de la hora límite, el mánager
los llamó para que fuesen bajando. Uno por uno se fueron despidiendo de Chin
Hae, quedando Niel para el final. Esperó a que todos se fuesen, porque quería
despedirse a solas.
— Noona, espero que no te aburras estando aquí encerrada.
— Tranquilo, tengo el portátil y puedo ir haciendo cosas del
trabajo, así estaré entretenida. — Le sonrió para animarlo, pero Niel seguía
hecho polvo.
— Te llamaré en el descanso que tengamos para comer. — Ella
asintió y él, se envalentonó para darle un leve beso en la mejilla, porque
tenía miedo de hacerle daño. Se sonrojó pero antes de que Chin Hae pudiese
hacer nada, salió corriendo.
Se pasaron la mañana ensayando y grabando las canciones del
disco. Estuvieron tan ocupados, que antes de que se diesen cuenta llegó la hora
de la comida. Niel, como había prometido fue a llamar a Chin Hae y quedó en
reunirse después con los demás en la cafetería de la empresa. La tarde la
dedicaron a ensayar la coreografía, que los dejaba exhaustos debido a su
complejidad. Aunque todos sabían que al final lograrían que quedase perfecto.
En uno de los descansos poco antes de acabar, CAP decidió
llamar a Sung Jun, para ir a verla. Frunció el ceño al ver que no le cogía el
teléfono, colgó y volvió a llamar pero seguía sin respuesta.
— Hyung, ¿pasa algo? — Ricky había sido el primero en
percatarse de la preocupación que empezaba a sentir el líder, y eso atrajo la
atención de los demás.
— Sung Jun noona no responde a las llamadas. — Volvió a
llamar, pero obtuvo el mismo resultado que antes.
— Quizá está trabajando. — L. Joe estaba contagiándose de la
inquietud y preocupación, pero decidió optar por una opción lógica.
— No, tenía turno de mañana, a estas horas ya tendría que
estar en casa. — CAP apenas le había dedicado una mirada breve, mientras seguía
llamando. Cuando no le respondió, soltó una imprecación y empezó a pasearse
arriba y abajo.
— ¿Tiene novio? Porque quizá ha salido por ahí con él. —
Changjo trató de encontrar otra posible opción a la falta de respuesta, porque
al igual que los demás no quería pensar que se hubiese vuelto a repetir lo de
Chin Hae.
— Chang Hoon hyung está en el extranjero en un congreso. — De
nuevo silencio al otro lado de la línea. — Maldita sea, ha pasado algo, estoy
seguro. — Hyung, ¿puedo irme? Tengo miedo de que le haya pasado algo malo a mi
noona. — El coreógrafo había estado observando a cierta distancia la escena, y
sabiendo lo que había pasado con Chin Hae, le dijo que se podía marchar sin
problemas. Así que el líder, recogió todas sus cosas y salió corriendo rumbo a
casa de Sung Jun.
— ¡Hyung, en cuanto tengas noticias avísanos! — Ricky salió
corriendo para gritarle el aviso. CAP, movió una mano, para que supiese que lo
había escuchado. En su camino a la salida, a punto estuvo de llevarse por
delante a sus compañeros de empresa, 100% que iban camino de otra sala de
ensayos. Lo miraron estupefactos y luego dirigieron la mirada hacia Ricky que
seguía preocupado.
— ¿Se puede saber qué ha pasado? — Los chicos habían entrado
en la sala de Teen Top, donde todos estaban silenciosos y cabizbajos, rogando
en silencio para que no hubiese vuelto a repetirse la situación. Todos
dirigieron sus miradas hacia Minwoo, que era el que les había hecho la
pregunta.
— Min Soo hyung no puede contactar con Sung Jun noona. — La
débil voz de Niel hizo que los recién llegados les corriese un escalofrío por
la columna, aunque el más afectado fue sin duda Rokhyun. Un silencio sepulcral
invadió la sala y así estuvieron unos minutos hasta que los coreógrafos de
ambos grupos decidieron que era hora de volver a la rutina.
— En cuanto sepáis algo, avisadnos. — Rokhyun fue el último
en salir de allí, tras hacerles la petición, que los demás aceptaron con un
asentimiento.
El trayecto en taxi hasta la casa de Sung Jun fue una agonía,
porque mientras lo hacía siguió llamando pero sin obtener respuesta. Cuando
llegó al edificio, la espera por el ascensor se hizo eterna y en cuanto estuvo
en la planta de Sung Jun fue corriendo hasta su puerta, a la que se puso a
llamar como loco mientras gritaba su nombre. Poco después, una Sung Jun con los
ojos hinchados y enrojecidos de llorar le abría la puerta.
— ¡Noona, ¿estás bien?! — Al ver el aspecto que tenía de
haber estado llorando sin parar, a CAP se le cayó el alma a los pies y se puso
en lo peor, que ella también había sido víctima de la sassaengs. Sung Jung
NUNCA lloraba.
— Min Soo, ¿qué estás haciendo aquí? ¿No tendrías que estar
ensayando para el nuevo disco? — Sung Jun se había hecho a un lado para dejarle
pasar y fueron al salón. Al entrar, allí se percató del desorden reinante que
había, algo ilógico tratándose de Sung Jun, que amaba el orden.
— Como no me respondías al teléfono, temí que alguna sassaeng
te hubiese atacado y vine lo más deprisa que pude. — CAP seguía con la
respiración agitada y vio, cómo Sung Jun, que normalmente era energía pura, se
sentaba en el sofá, apoyando la cabeza en el respaldo y subiendo las piernas a
los asientos, mientras pegaba las rodillas al pecho.
— Siento haberte preocupado Min Soo, pero es que no tengo
fuerzas para nada en estos momentos. — Y de nuevo prorrumpió en un llanto tan
desgarrador que CAP se sintió el ser más inútil del planeta. Se sentó a su lado
con extremo cuidado pero no se atrevió a tocarla. Entre ellos casi no existía
el contacto físico, algo que le había empezado a molestar tras saber cómo eran
las relaciones de los demás miembros del grupo con sus noonas.
— ¿Qué…? ¿Qué ha pasado? ¿Alguna sassaeng te ha atacado? —
Tenía el corazón en un puño, mientras la veía llorar sin parar. Tuvo que
esperar un par de minutos a que ella volviese a estar lo suficientemente
calmada como para poder explicarlo.
— Verás, es que hoy… — Hipido. — He perdido a uno de mis
pacientes. — Y de nuevo volvieron las lágrimas. CAP respiró aliviado, porque no
hubiese sufrido un ataque, pero no sabía qué hacer para consolar a Sung Jun. Él
era más bien arisco, no era bueno en estas situaciones, siempre las había
evitado y ahora se daba cuenta de que era un completo inútil. Sung Jun siempre
había estado ahí para consolarlo, a su manera, pero siempre lo había hecho, y
ahora que era su turno, no podía hacer nada, salvo observar con impotencia.
Recordó que a veces la gente daba palmadas de ánimo en los hombros como medio
par consolar a alguien, así que lo intentó, aunque sus palmadas parecían las de
un robot.
— ¿Es el primer paciente que pierdes? — Se quiso dar de
guantazos por hacerle esa pregunta.
— No, es sólo que era muy especial para mí. Era una abuela que
tenía que ingresar cada poco, una verdadera cascarrabias. — Sonrió con tristeza
al decir eso. — Pero con un corazón tan grande que no le cabía en el pecho. Le
encantaba discutir y llevar la contraria, y yo era la única que le seguía el
juego. Le encantaba y siempre me decía que así se mantenía en forma. Además,
sus intentos de juntarme con uno de sus nietos eran divertidos. Daba igual,
cuántas veces le dijese que tenía novio, siempre me decía que lo dejase, que su
nieto era mejor y el pobre hombre, cuando iba a verla y escuchaba eso lo pasaba
fatal. Antes de ayer volvieron a ingresarla, yo estaba en la unidad de
pediatría y cuando podía, me acercaba a verla. Hoy, a la hora de comer, me
acerqué a verla, su empeoramiento había ido a marchas forzadas, y murió a los
cinco minutos de llegar a su habitación. — En cuanto acabó, volvió a llorar y
CAP siguió con sus palmadas inútiles, así que se levantó y se puso a buscar más
pañuelos de papel para darle, porque al parecer eso era lo único que podía
hacer bien.
Estuvo así otros diez minutos, hasta que al final cesó el
llanto y se quedó agotada.
— Min Soo, nunca intentes consolar a nadie, no es lo tuyo. —
Ese pequeño atisbo de burla, lo hizo sonreír.
— Lo sé, pero míralo por
el lado bueno, parece que mi inutilidad ha resultado ser bastante útil. — La
vio esbozar una leve sonrisa divertida y se levantó como empujado por un
resorte para empezar a caminar de un lado a otro delante de ella, mientras
gesticulaba. — ¿Sabes? Estamos con la coreografía, es muy difícil, pero como
somos los genios de la sincronización, haremos que salga perfecta y los
dejaremos a todos estupefactos. Ah, las canciones también son una pasada, hay
de todo un poco y hay bastantes raps en todos ellos, así que tanto L. Joe como
yo podremos lucirnos más.
¿Qué más? Ah, sí, Chin
Hae noona está viviendo con nosotros. En la empresa creyeron que era la mejor
manera de protegerla, ocultarla en el lugar más evidente. Aunque la relación
entre ella y Niel parece estar algo rara. Creo que es porque se siente culpable
de lo que pasó y ahora la trata como si fuese de porcelana y se ha vuelto muy
protector.
Ah, otra cosa, esta semana hemos ido con los niños a un museo
y perdí la prueba, porque iba de Historia de Corea, pero bueno, ya sabes que
siempre fui malo en los estudios. Al final tuve que vestirme de princesa y
rompí el vestido, pero los niños hicieron una representación para nosotros.
Aunque no les salió bien, para nosotros fue la mejor que hayamos visto nunca.
Estaban preciosos con los hanboks. Chunji le habló en español a Amaia, y cuando
lo vio llorar emocionado por la representación, lo abrazó pero sigue
prefiriendo a Changjo, aunque Zi Yu también lo abrazó. Creo que su ego se va
recuperando. Y… Y… A ver qué más ha pasado… — Seguía arriba y abajo paseando nervioso,
cuando vio de refilón que Sung Jun lo miraba a la vez con cariño y resignación.
— ¿He hecho algo mal? — Se estaba acercando de nuevo al sofá, cuando se dio un
golpe bastante fuerte con la esquina de la mesa que lo hizo agacharse de dolor.
Sung Jun se levantó de inmediato preocupada.
— Vamos, siéntate en el sofá. — Lo agarró del brazo y lo
ayudó a ponerse en pie, mientras lo llevaba hacia allí. Le puso la pierna sobre
la mesa y vio que el pantalón empezaba a teñirse de rojo. — No te muevas y
espera aquí. — Y fue corriendo hacia el baño. Cuando volvió, traía un botiquín
de primeros auxilios. Al abrirlo, CAP abrió los ojos como platos.
— Vaya, a eso se le llama tener un botiquín de lo más
completo. — Su tono de admiración la volvió a hacer sonreír mientras le subía
la pernera, dejando al aire una herida no muy grande pero bastante escandalosa.
— Por si lo has olvidado, soy enfermera. — Se puso unos
guantes de látex y sacó todo lo necesario para curarlo. A CAP le chocó la
delicadeza que empleaba para curarle, con la brusquedad con la que solía
tratarlo casi siempre, atesorando con celo esos pequeños momentos en que lo
trataba con cariño. Sung Jun por su parte, en cuanto lo veía fruncir el ceño o
sisear de dolor, trataba de ser todavía más suave y que le doliese lo menos
posible. — Me gustaría que no te doliese en absoluto, pero me temo que eso no
es posible, así que aguanta un poco más. Parece más grande de lo que es, pero
es por culpa de la sangre, que la hace más escandalosa.
— Tranquila noona, me he llevado tantos golpes ensayando que
creo que me he acostumbrado, pero es que pica. — Y sonrió divertido, aunque
Sung Jun no sonrió y pudo ver cómo por un momento, su expresión se volvía
oscura. No sabía a qué era debido y eso lo dejó descolocado.
— Min Soo, tienes que tener mas cuidado. Tu cuerpo es tu
herramienta de trabajo y la carrera que has elegido es muy exigente, así que no
te tomes la salud a la ligera, ¿entendido? — Le terminó de colocar la venda
colocándole el esparadrapo, y tras bajarle la pernera, dio el trabajo por
concluido. — Estás listo, acuérdate de curarla todos los días y procura no
darte más golpes en esa zona.
— Está bien, lo haré. Por cierto, ¿te sientes mejor? — Su
tono dubitativo hizo que lo mirase en silencio un momento, algo que lo puso
nervioso.
— Como dijiste, tu inutilidad fue de lo más útil. Gracias Min
Soo. — La seriedad con la que le dijo aquello, cargada de agradecimiento y de
cariño pero sin revelarlo con claridad, lo dejó conmocionado. Ella se levantó y
fue al baño a dejar el botiquín.
— Por cierto, ahora que lo recuerdo, creo que será mejor que
avises a los demás que no sufrí el ataque de ninguna sassaeng.
— Tienes razón, se me había olvidado. — Sonrió contrito y
cogió de inmediato el teléfono para mandarle un mensaje a Niel contándole lo
que había sucedido. Poco después le llegó la respuesta de alivio de todos
ellos. — Noona, me han pedido que te dé ánimos. — Estaba avergonzado. Aquello
no solía pasar entre ellos y Sung Jun sonrió divertida, aunque cuando habló, su
voz estaba cargada de cariño.
— Cuando vuelvas, dales las gracias de mi parte. Por cierto
Min Soo, se hace tarde, es mejor que vuelvas a casa. — Lo vio mirar el reloj y
lo vio sorprenderse al darse cuenta de que tenía razón.
— Es verdad, me esperan para cenar y Chin Hae noona es más
mandona que tú. Ni siquiera puedo soltar tacos en casa. — Estaba molesto y Sung
Jun sonrió divertida.
— Así durante un tiempo tendré a alguien para que te vigile
muy de cerca. Creo que nos llevaríamos bien. Espero que algún día nos presentes.
— Ante eso, CAP no pudo más que palidecer. Juntar a esas dos mujeres sería el
peor castigo que podría recibir.
— Noona, me voy ya. Cuídate y no vuelvas a darme otro susto
igual, ¿vale? — Esa pequeña recriminación hizo que Sung Jun se sonrojase avergonzada,
porque tenía razón en lo que le había dicho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario