Por @Ari2pmam y @Jeannelok
No sacar ni publicar en otro lugar sin permiso de la autora y los respectivos créditos.
Capítulo 4
A las diez de la
mañana el móvil de Changjo sonó con el aviso de mensaje recibido.
Estaban en la empresa
y llevaban practicando desde las ocho para un especial en el que ellos
participarían con dos de sus canciones. Y aunque se sabían las coreografías de
memoria, en el especial habría pequeños cambios, por lo que había que empezar
desde cero para no equivocarse.
— Hyung, ¿podemos
descansar diez minutos? — Changjo suponía que era Hee Young con noticias sobre
el psicólogo.
— Sí, claro, sin
problemas. — Y salió de la sala de ensayo para dejarlos a solas.
Changjo se acercó
hasta la pared donde habían dejado tiradas sus cosas, dando enseguida con su
móvil y al ver el mensaje sonrió, era de Hee Young. Le había mandado los datos
de la psicóloga infantil, con el día y la hora de la cita, que sería al día
siguiente a las once de la mañana. Tras eso había un mensaje para todos ellos:
"Espero que os vaya bien. Ánimo papás." Ante ese mensaje, Changjo
sonrió de manera estúpida, lo que puso nerviosos a los demás.
— ¿Quieres dejar de
sonreír de manera estúpida y decirnos qué pasa? — CAP, estaba nervioso y
preocupado, por lo que le costaba más contener la impaciencia y la
preocupación.
— No sonrío de
manera estúpida. — Vio cómo los demás le dedicaban una mirada de incredulidad
ante esa mentira. — Me ha enviado los datos de la psicóloga con la que ha
hablado, tenemos la cita mañana a las once de la mañana. Dice que espera que
nos vaya bien y nos ha dado ánimo llamándonos papás. — Eso último los hizo
sonreír divertidos.
— Bien, entonces
voy a llamar a los padres de Chris. — Niel, que se había hecho a la idea de ser
el líder en ese tema, pasó de preguntarles si alguno quería darles la noticia,
porque sabía cuál sería la respuesta. Fue a buscar su teléfono, aunque con todo
el revoltijo de ropa y mochilas que había tardó un poco en dar con él. Marcó y
no tuvo que esperar mucho hasta que respondieron.
— Buenos días.— La
voz de la madre ya no sonaba aprensiva como la otra vez.
— Buenos días,
¿está ocupada?
— No, no, puedo
hablar sin problemas, ¿ya tenéis noticias?
— Sí, la cita es
mañana a las once de la mañana, ¿les viene bien?
— Sí, claro, si no
podemos ir los dos, al menos uno de nosotros estará allí. Por cierto, ¿se
grabará la visita al psicólogo? — La voz de la madre mostraba preocupación.
— No, queremos que
esto se haga fuera de cámaras, es lo mejor para Zi Yu, estará más cómodo y no
se cerrará en banda.
— De verdad,
chicos, sois maravillosos. — La emoción de la madre cohibió a Niel que no sabía
cómo reaccionar.
— Muchas gracias,
pero para nosotros lo principal no es el programa sino Zi Yu. Por cierto, le
enviaré un mensaje con la información y nos encontraremos allí.
— De acuerdo,
entonces nos vemos mañana y de nuevo gracias.
— No es nada. Hasta
mañana y salude a Zi Yu de nuestra parte.
— Lo haré.
Los demás lo
estaban mirando expectantes, pero él no los miró ni dijo nada hasta que envió
el mensaje tras quitarle el teléfono a Changjo.
— ¿Qué ha dicho? —
L. Joe estaba muy nervioso, más que CAP, si eso era posible.
— Me dado las
gracias por la preocupación que mostramos por Chris y se mostró aliviada porque
no haya cámaras. — Vio cómo sonreían satisfechos de sí mismos.
— Changjo, dale las
gracias a tu noona de nuestra parte. — CAP parecía ahora mucho más relajado y
no pudieron evitar sonreír al verlo así.
— Lo haré. — Le
aseguró mientras mostraba una gran sonrisa.
— Bueno, y ahora volvamos
a ensayar si queremos que las actuaciones salgan perfectas. — Chunji estaba muy
animado tras las buenas noticias y eso le dio ánimos para seguir practicando.
Los demás asintieron, por lo que salió a buscar al coreógrafo y siguieron
ensayando hasta las doce y media. Retomarían los ensayos por la tarde durante
un par de horas.
Niel había decidido
comer en una de las terrazas de la compañía. Quería estar un rato al aire libre
y disfrutando del buen día antes de volver a los ensayos.
— Sabía que te encontraría
aquí. —Chin Hae se dirigía hacia él sonriendo mientras llevaba su dosirak y una
bebida para comer con él.
— Noona, ¿qué tal
estás? — Él le devolvió la sonrisa mientras le hacía un gesto para que se
sentase a su lado.
— Cansada, no paran
de endilgarme tarea tras tarea sin casi dejarme respirar. Parece que son
incapaces de hacer nada por sí solos. — Se sentó en el banco y cerró los ojos
suspirando agotada, mientras se masajeaba el cuello y distendía los hombros.
— A ver, date la
vuelta y deja te que dé un masaje. — Niel había dejado de lado su comida, lo
que provocó que Chin Hae enarcase una ceja.
— Primero termina
de comer y luego ya me ayudarás.
— Pero noona...—
Niel estaba preocupado porque al verla de cerca veía que tenía unas ojeras que
ni el mejor corrector podía disimular.
— Come y luego me
ayudarás. Esto no es algo que no haya pasado antes. Hay temporadas así, de
repente tienes un montón de trabajo todo a la vez y no hay horas suficientes en
el día para hacerlo todo, y luego otras en las que parece un mar en calma. — Su
tono resignado no hizo mucho por diminuir la preocupación de Niel. Empezó a
comer y durante un momento guardaron silencio hasta que ella lo volvió a
romper. — Por cierto, ¿qué tal se os está dando eso de ser padres? Porque por lo
que he visto en los programas y lo que he leído, el que gana de calle es
Chunji. Parece que él y Amaia están hechos el uno para la otra. — Su tono
divertido hizo poner los ojos en blanco a Niel que acaba de terminar su comida.
— Esos dos no se
separan ni a sol ni a sombra. Y aunque Amaia no tiene problemas para estar con
ninguno de nosotros y portarse de maravilla, en cuanto hyung decide hacer algo,
el resto de nosotros desaparecemos para ella y la verdad es que nos gustaría
que fuese igual con todos. — Su disgusto era más que patente, pero también sus
celos que no se le pasaron por alto a Chin Hae.
— Estás celoso. — Levantó la mano para callarlo, gesto
que él obedeció. — Escúchame, estás celoso, admítelo. Te encantaría que la niña
fuese así contigo, te gustaría recibir toda su atención y su cariño.
Es una niña pequeña
y por lo tanto, con ella no sientes el peligro de quererla y tener que
enfrentar el odio de las fans y lo que éstas puedan hacer. Viéndote en el papel
de padre, lo que estás haciendo es jugar con sus instintos y darles otra visión
de ti. En la niña no ven una enemiga, ven su sueño.
— Como siempre,
tienes razón. — Sonrió con resignación ante lo que le había dicho. — Me
encantaría ser su favorito, ser al que siempre buscase.
— Tranquilo, todos los
niños tienen siempre un favorito, ¿o acaso no fuiste igual de pequeño? ¿No
tenías un favorito entre tus padres? Pero eso no significaba que no quisieses
al otro.
— De nuevo llevas
razón.
— Por cierto, ¿qué
tal con Chris? — Chin Hae lo miraba con preocupación al mismo tiempo que él
gemía derrotado.
— El otro día en el
acuario estuvimos a punto de lograr que se abriese, pero en cuanto aparecieron
sus compañeros de clase, todo se estropeó. Noona, no entiendo a los niños. —
Estaba empezando a agobiarse y Chin Hae le acarició la espalda para tratar de
tranquilizarlo y animarlo. — Mañana a las once tenemos cita con la psicóloga
para ver si lo puede ayudar. Y todos esperamos que pueda, porque si no, no sé
cómo lo manejaremos, aunque parece que L. Joe va consiguiendo algún pequeño
progreso con él.
— Eso es porque L.
Joe se ve reflejado en él y sabe cómo hay que actuar o al menos lo intuye,
porque cada niño es un mundo, no se sabe cómo pueden encarar las situaciones.
Además, a veces los compañeros de clase pueden ser muy crueles y agravar la
situación.
— De verdad, si me
paro a pensar en todo esto, me da miedo lo que pueda suceder en el futuro
cuando quiera tener hijos. Empiezas a comerte la cabeza con todos esos: "Y
si..." Hasta que acabas planteándote que la mejor solución sería no tener
hijos. — Vio que por el rostro de su noona volvía a pasar una expresión de
tristeza, pero fue muy breve y lo dejó descolocado al verla sonreír después.
— Deja de
preocuparte. De aquí a que seas padre todavía faltan unos cuantos años y no has
madurado por completo. Date tiempo y acabarás deseando tener hijos, a pesar de
la enorme responsabilidad que te acarreará el resto de tu vida. Y ahora vamos,
dame ese masaje que querías darme antes. — Se giró, pero no se le escapó que
volvió a ponerse seria y su mirada se perdía en el vacío, por lo que trató de
distender el ambiente.
— Ya sabes, siempre
que quieras un masaje avísame. — Su cariñoso la hizo sonreír.
— Mientras que mi
novio no se entere, te los pediré. — Y ambos rompieron a reír, porque a pesar
de las muchas protestas del novio de Chin Hae sobre el supuesto excesivo
contacto físico que tenían, sabía que podía confiar en ellos y aquello se había
convertido en una costumbre que los divertía a los tres.
El día de la cita
con la psicóloga infantil, no se sorprendieron que al verlos, el pequeño no les
prestase mayor atención que a una piedra. Entraron en el edificio una vez
estuvieron todos, donde les recibió la secretaria. Allí les hicieron esperar en
una sala durante diez minutos hasta que finalmente, les dejaron pasar. Antes de
abrir la puerta, les explicó que por norma general, no permitían más que dos
adultos en la consulta, pero que la doctora había decidido hacer una excepción
durante unos minutos.
Una vez dentro,
vieron a una mujer con pequeñas gafas, sonrisa afable y moño. Les animó a
pasar, y se dirigió a Zi Yu, preguntándole su nombre. Él respondió en voz muy
baja, y ella lo animó a presentarse de nuevo pues no le había escuchado. Tantas
veces lo dijo, que al final ni siquiera él se pudo negar a usar una voz clara y
limpia para responder.
—No tengo sillas
suficientes para los adultos aquí, así que me los voy a llevar fuera, pero
quería que te acompañaran hasta aquí. Mientras, ¿te quedarás a cuidarme mi
despacho? Mira, aquí puedes pintar.—la mujer le mostró una mesa con sillas
infantiles, y hojas y colores. Zi Yu obedeció, alentado con la idea de poder
pintarrajear. La psicóloga los acompañó hasta el exterior.
—Sabía que iban a
ser bastantes personas, pero no tantas—rió—. Verán, de momento prefiero
quedarme yo sola con él ahí dentro. De todos modos, podrán ver cómo avanza la
sesión a través de las cámaras de seguridad. Le he dado permiso a mi secretaria
para que les muestre lo que va sucediendo. Cuando haya acabado, haré pasar a sus
padres.—ninguno puso pega alguna, y la secretaria los acompañó hasta la sala
donde verían la sesión.
Pudieron observar,
conteniendo el aliento, que la mujer entraba, le agradecía que le vigilase el
despacho, y le decía que sus papás y sus amigos habían ido a hacerle un favor,
y que ellos dos debían esperarlos allí. Zi Yu se mostró incómodo por ello, así
que a la mujer le costó algunas palabras más tranquilizarlo y conseguir que se
pusiera de nuevo a pintar. Estuvieron en silencio unos minutos, mientras ella
parecía ordenar papeles. De repente, se levantó arrastrando la silla con
suavidad y se acercó hasta el pequeño.
—¡Qué dibujos más
bonitos! ¿Puedo mirarlos mejor?—él asintió, así que la mujer alargó el brazo y
sujetó los dibujos. Eran tres— Vaya, ¿estos son tus padres? Oh... ¿Y estos son
esos chicos tan majos que te han acompañado? También hay una niña pequeña. Y
éste... ¿eres tú? ¿Pero por qué estás solo?—Zi Yu dejó el color y se removió
incómodo en su silla.
—Papá.
Mamá.—reclamó. Quería a sus padres, y dejar esa conversación.
—Ahora vendrán.
Puedes seguir haciendo estos dibujos tan bonitos, ¿me dejarás quedarme con
alguno?—él no dijo nada, tan sólo asintió con un movimiento de cabeza. Así paso
alrededor de una hora, sin que nada nuevo sucediera. La secretaria de repente
recibió una llamada de la psicóloga, y les dijo que ya podían ir a buscar al
pequeño. Entraron únicamente sus padres, y la mujer le pidió a los chicos que
mientras, se quedasen con el niño. Cuando los adultos abrieron la puerta, en
sus rostros había una mezcla de comprensión, cansancio y esperanza. Nada más
verlos, Zi Yu se lanzó en brazos de su madre, momento en que su padre aprovechó
para ir a hablar con los jóvenes.
De camino al
exterior, les explicó que la psicóloga había dicho que Zi Yu parecía temer, por
un lado, quedarse solo.
—A causa del
traslado, se ha alejado de sus amigos y otros familiares—el coreano del hombre
era perfecto, solo con un pequeño acento prácticamente indetectable. Hasta
donde sabían, ambos habían aprendido coreano desde hacía tiempo a causa de su
trabajo—, y teme querer a nadie por si tiene que volver a marcharse. Además,
siente un poco de envidia de Amaia porque en cambio ella, puede acercarse a
vosotros y mostraros su cariño sin problemas... Sabíamos que el traslado iba a
ser duro para él, pero...—el hombre no pudo seguir hablando y vieron las
lágrimas en sus ojos. La impotencia de saber cuánto debía estar sufriendo su
hijo, que a una edad tan temprana ya tenía aquel tipo de pensamientos y
sentimientos desesperanzadores, debía ser muy dura.
—Vamos a hacer todo
lo posible porque Zi Yu pueda sonreír y ser feliz de nuevo, se lo prometo.—dijo
Niel, sabiendo que sus compañeros le darían la razón.
El día de la
grabación del cuarto programa llegó. Hacía sol y calor. Los niños aparecieron
vestidos con unas gorras y pequeñas mochilas, porque iban de excursión por una
montaña. En realidad, se trataba de un parque habilitado de modo parecido a una
montaña para que los más pequeños pudieran tener la sensación de irse de caminata.
Todo el equipo, Amaia, Zi Yu, los padres y Teen Top se adentraron por el
sendero. En realidad, había mucha gente, paseando a sus perros por ejemplo. Los
árboles ayudaban a tapar un poco el sol y así, reducir aunque con ligereza, el
sofocante calor.
No pasó ni media
hora antes de que los niños tuvieran que sacar de sus mochilas las botellas de
agua que sus padres les habían puesto como a verdaderos excursionistas, para
darles un trago. Siguieron así un buen rato. Bromeaban contentos. En algún
momento tuvieron que reñir a Amaia porque se puso a jugar con bichos y coger
cosas del suelo que no debía porque a saber con qué podía encontrarse, sin
embargo ella obedeció del todo a la tercera vez. Sólo era que le gustaba
explorar.
A la hora de comer,
sacaron sus bocadillos. Amaia se sentó en el regazo de Chunji, mientras Zi Yu
optaba por la silla, a pesar de que todos le ofrecieron su regazo. La psicóloga
les había dicho lo que le pasaba, pero la solución que les había dado era,
simplemente, que fueran poco a poco para que él, al fin, no pudiera evitar
dejar caer sus defensas.
Comieron con
tranquilidad y charlando divertidos. El primero en acabar fue Zi Yu, quien
preguntó a sus padres en chino si podía caminar un poco. Ellos aceptaron, pero
le dijeron que no se alejase demasiado y que enseguida acabarían de comer. Él
asintió antes de comenzar a caminar para dar una vuelta alrededor.
—Voy a ver que no
se pierda.—dijo L. Joe al verlo comenzar a alejarse. Niel le acompañó.
Intentaron mantenerse alejados y sin hacer notar su presencia, por lo cual en
algún momento perdieron de su campo de visión al niño unos segundos. Fue una de
esas veces cuando se lo encontraron intentando escalar a un árbol. Corrieron
hasta él para detenerlo, pero el pequeño se cayó al suelo. Prácticamente se
lanzaron sobre él al verlo y comprobaron que no se hubiera hecho nada.
—No me duele
nada.—por suerte, no había caído de mucha altura, alrededor de metro y medio, y
se levantó como si nada le hubiera pasado. De todos modos, L. Joe se agachó frente
a él y le instó a subirse a su espalda
—Tenemos que ir a
que te visite un médico.
—No me duele
nada—insistió el crío, frunciendo el ceño, molesto—. Y no voy a marcharme.
—Zi Yu, por una
vez, haznos caso.—le pidió Niel, endureciendo un poco la voz.
—¡¡No voy a
marcharme!!—y elevó la vista en el preciso momento que escucharon un suave
sonido provenir de lo alto del árbol. Los dos chicos lo imitaron, y un gato se
dejó ver entre las ramas y hojas.
—No puede
ser...—musitó L. Joe— ¿Es por esto?—Zi Yu no respondió— Querías...quieres
bajarlo.
—Hyung, lleva a Zi
Yu con sus padres y que vayan al médico. Intentaré bajar a ese gato...—L. Joe
fue a hacer caso a su compañero, diciéndole que esperase a que enviase alguien
allí antes de subirse, pero el niño seguía negándose en redondo a marcharse.
—Escúchame, Zi
Yu—L. Joe se puso a su altura y lo cogió suavemente de los hombros—. Te prometo
que bajaremos a ese gato. Pero a cambio, tú tienes que ir con tus padres.
Queremos asegurarnos de que no te hayas hecho absolutamente nada, ¿entiendes?
Te has caído de espaldas desde el árbol. Estamos preocupados—a pesar de todo,
el pequeño dudó un poco. Al fin asintió y se encaramó a la espalda del rapero—,
¡enseguida volvemos, Niel!
L. Joe no tenía
mucha fuerza, pero mantuvo un trote suave y rítmico hasta reunirse con el resto
y ponerlos enseguida al corriente. Los padres le pidieron que no se preocupara,
que no parecía tener ningún daño y que eso eran cosas de niños, mas de todos
modos decidieron acudir al médico para sacarle a los jóvenes el susto de
encima.
— Te llamaremos
cuando bajemos al gato, Zi Yu.—y dicho esto, L. Joe volvió donde Niel, mientras
Chunji y Ricky se quedaban con Amaia y algunas cámaras, y el resto del grupo y
equipo de grabación iban hasta donde estaba Niel.
Cuando llegaron,
C.A.P subió a sus hombros a Niel, que se puso de pie mientras L. Joe le
sujetaba las piernas. Estirándose, logró coger al gato el cual se removió
furioso y asustado, maullando con fuerza. El joven pensó que ambos se caían,
pero se forzó a cogerlo con todas sus energías hasta, que sin saber ni siquiera
cómo, ambos estuvieron en el suelo a salvo.
—Lleva
collar.—anunció a sus compañeros.
Lo primero que
hicieron fue llamar al número de teléfono que había inscrito y al poco rato
apareció una mujer con el rostro lleno de lágrimas y deshaciéndose en
agradecimientos por encontrar a su pequeño, al que llevaba buscando todo el
día. Al parecer, lo había llevado hasta allí en una canastilla para dar una
vuelta, y aunque por norma general era un gato tranquilo, debía haber visto una
mariposa o un pájaro y había saltado a por ella. Cuando la mujer quiso darse
cuenta, ya no lo encontraba y nadie en la ruta parecía haberlo visto. Antes de
llevárselo, les dejó hacerle una foto que enviaron desde el móvil a los padres
de Zi Yu.
Saliendo del
hospital y de vuelta a casa, tras sólo pequeñas curas de arañazos sin
importancia, lo vieron. Cuando le mostraron la fotografía al pequeño, éste
sonrió aliviado y se quedó mirando la imagen, y a los jóvenes sonrientes que le
saludaban en ella. Cuando el padre del pequeño les escribió para decirles que
estaba bien y agradecerles lo que habían hecho, también les comentó que
posiblemente, aquel gesto había hecho que se ganaran un poco más de confianza
por parte del niño.
Cuando llegaron a
casa, todos estaban agotados. No es que hubiera sido un día pesado después de
la grabación, pero el susto les estaba afectando entonces, sobre todo a Niel y
L. Joe. El primero decidió irse a dormir sin cenar ni nada después de pegarse
una ducha, mientras que el segundo después de mucho pensarlo, le dijo a los
demás que iría a pasar la noche fuera. No se opusieron, sin embargo el líder le
advirtió que a las ocho y media de la mañana siguiente debía estar puntual en
el piso, pues irían a buscarlos para grabar un programa con otros grupos. Sabía
lo que le costaba despertarse, por eso le advirtió. L. Joe sonrió divertido y
le dijo que no se preocupara, que no tendrían que esperar por él.
Se hizo la mochila
y salió por el aparcamiento, pues allí las fans no podían esperarlos y era más
fácil evadirlas, y cogió el metro.
Fue hasta la sauna
en el barrio de siempre, con la esperanza de poder encontrarse con los hermanos
de nuevo, aunque él se dijera a sí mismo que no era así. Pero conocerlos le
había resultado extraño y agradable, y el no haberse podido despedir de ellos
debidamente le resultaba descorazonador.
Llegó, se bañó y
cenó, sin dejar de mover la cabeza a un lado y otro por si los veía. Suspiró
decepcionado al irse a dormir y no encontrar ni rastro de ellos. Justo cuando
estaba estirándose, un sonido amortiguado llegó hasta sus oídos. Lo identificó
enseguida como un llanto amortiguado por la almohada. Se removió inquieto,
intentando ignorarlo, pero a la vez, preguntándose si no podría hacer él nada
por la persona que sufría. Optando por esto último, se levantó y se guió por la
voz, hasta encontrar a alguien boca abajo, con todo el cabello desparramado y
tal como había supuesto, hundiendo el rostro contra la almohada. En el cubículo
contiguo al suyo había un niño durmiendo plácidamente.
Y, aunque no lo
hubiera visto, con el rostro hacia su lado, la boca ligeramente abierta y un
rastro de paz y tranquilidad mientras su pecho subía y bajaba con suavidad,
había reconocido a la muchacha a la primera. Se quedó inmóvil, sin saber qué
hacer, ¿en qué momento creyó que él sería de utilidad a quien quiera que
estuviera llorando? Se le estrujaba el corazón escuchándola y el estómago se le
removió. Se puso de rodillas junto a la cabeza de la chica, y antes de darse
cuenta de lo que hacía, le estaba acariciando el cabello. Cho Hee se sobresaltó
y levantó la cabeza, con sus ojos oscuros inundados de lágrimas y rojos, igual
que sus mejillas.
L. Joe entreabrió ligeramente la boca,
sorprendido, a la vez que ella se levantaba del todo evitando golpearse la
cabeza con el bajo techo del cubículo y salía de él, restregándose con
violencia el brazo por los ojos. El chico se los agarró, impidiéndole seguir
antes de que se hiciera daño. Utilizó toda su fuerza para mantenerla así, y Cho
Hee comenzó a hipar mientras contenía las lágrimas. No sabía qué le ocurría,
pero estaba sufriendo, rota, triste, dolorida. Y él, a pesar de que en realidad
no eran más que desconocidos, quería ayudarla. Sabía lo que era sufrir en
soledad, llorar por las noches sin que nadie lo supiera. No podía permitir que
esa pequeña, delicada y melancólica muñeca llorase en soledad.
La acercó hasta él.
La estrechó con suavidad, y Cho Hee intentó zafarse durante unos instantes,
pero se dio pronto por vencida. Apoyó la cabeza en el hueco de su cuello, le
pasó los finos, aunque fuertes brazos por la espalda y se aferró a su camiseta,
desatando el llanto de nuevo. Estuvieron así de pie, abrazados mientras la
gente los observaba con curiosidad al pasar durante unos segundos, ignorando el
resto del lugar, sin escuchar los sonidos que llegaban hasta ellos. Él ni
siquiera recordaba quién era y lo que podría pasar si le descubrían. Podría
haber aguantado abrazándola toda la noche y parte de la mañana siguiente si hiciera
falta, pero Cho Hee se soltó y lo empujó ligeramente para retirarse cuando ya
parecieron no quedarle más lágrimas. Él se notó el cuello de la camiseta húmedo
y pasó sus largos y finos dedos por el lugar, antes de dirigirlos al rostro de
ella.
—Voy a ir a
buscarte algo de beber—susurró, mientras le secaba el rastro de lágrimas con
ternura y suavidad—, y después iremos a dormir, ¿de acuerdo? Necesitas
descansar, o cuando tu hermano se despierte, no tendrás fuerzas para atenderlo.
—Yo…—comenzó a
decir ella, apartando el rostro y alejándolo de sus manos. Estaba incluso más
sonrojada que mientras lloraba, sin saber dónde posar la mirada. Se sentía
perdida, confusa, avergonzada, enfadada… lloraba sola para que nadie la
descubriera, pero él lo había hecho y no sólo eso, la había consolado. Cho Hee
era como un libro abierto ante él en aquellos momentos— Lo siento. No te
molestes… ¿por qué lo has hecho?— se llevó la menuda mano a la boca,
tapándosela— No, es decir, yo…
—Voy a buscarte
algo de beber.—repitió, dándole la espalda. No era bueno tratando a las
personas. No sabía qué decirle. Quizá debería ser él quien se disculpase por
interrumpir en su tristeza y soledad, por entrometerse cuando ella no quería
que sucediera. Pero no podía abandonarla a su suerte. Dejarla sufriendo, a
pesar de saber que lo hacía. Prefería que ella estuviera enfadada con él por
inmiscuirse, que sufriendo en soledad.
L. Joe compró una
botella de agua con el dinero que por suerte llevaba en el bolsillo del
pantalón y se la llevó. No quería arriesgarse
con ningún refresco por si no le gustaban. Pidió que le dejasen un bolígrafo y
un papel. Cuando llegó, se la encontró sentada dentro del cubículo con las
piernas cruzadas y restregándose los ojos suavemente, esta vez de cansancio. Le
dio la botella y la nota escrita.
—Buenas noches, Cho
Hee. Espero que duermas bien.—sabía que ninguno de los dos iba a descansar esa
noche. Pero al menos, la próxima vez que quisiera llorar, si decidía no hacerlo
en soledad y quería hablar con alguien, tendría su número a mano por si decidía
llamarlo.
Gracias guapetonas. Estaré atenta al 5to.
ResponderEliminarMe gusto :)
ResponderEliminarEsperando el 5