sábado, 14 de septiembre de 2013

[SUPER JUNIOR + MBLAQ] Manos de pianista: capítulo 4

Por @Ari2PMAM

No sacar ni publicar en otros lugares sin permiso de la autora y los respectivos créditos



Capítulo 4:

Inma había parado en el supermercado que tenía cerca de donde vivía para hacer la compra como cada día, sólo que en esta ocasión decidió comprar alguna cosa más en deferencia a Mir.

            Decidió darse prisa, porque el cielo amenazaba con abrirse y dejar caer un verdadero diluvio. Una vez lo tuvo todo listo, salió y miró hacia el cielo, pensando que a lo mejor, como se preparaba una buena tromba de agua, no vendría a la clase. Emprendió el camino a casa y justo cuando entraba en su piso, pudo escuchar el primer trueno ensordecedor, lo que le hizo pegar un pequeño grito. Las nubes empezaron a descargar agua a cántaros. Ahora estaba segura de que no vendría con semejante diluvio.

            Colocó toda la compra, quitó la ropa del tendal con cubierta y la separó, dejando a un lado la que tenía que planchar. Lo haría después de la ducha. Necesitaba relajarse. Aquella mañana había sido demasiado intensa y nada mejor que una ducha, así que cogió la muda y un pijama amplio y se fue a duchar. No pasaron cinco minutos desde que había salido de la ducha y el timbre empezó a sonar sin parar, por lo que fue deprisa a mirar el monitor y se quedó boquiabierta cuando lo vio allí, esperando impaciente a que le abriese la puerta. Apenas pudo reaccionar para abrirle y salió disparada a su habitación a cambiarse mientras lo escuchaba entrar.

            — ¿Hola? ¿Por dónde andas? — Mir miraba a un lado y a otro estudiando aquel piso. Estaba decorado con buen gusto y tenía una atmósfera cómoda y relajante. Se quedó en medio del salón, estudiándolo todo con más detalle pero un momento después fue interrumpido por la llegada de Inma. Cuando se giró, sonrió, porque le gustó mucho lo que vio. Iba con vaqueros, calcetines de colores y una sudadera.

            — ¿Qué haces aquí? — Dios, estaba guapísimo y casi le quitaba la respiración, sobre todo cuando le vio sonreírle y mirarla de arriba abajo y que le gustaba lo que veía, lo que hizo que se sonrojase aún más, ya que venía acalorada del cambio rápido de ropa y salir corriendo del dormitorio.

            — ¿Es que acaso olvidaste que hoy era nuestra primera clase de español? — La miraba divertido, porque no se esperaba encontrarla en aquel renuncio.

            — No, no es eso. Es que con la que está cayendo pensé que no vendrías. — Dios, parecía una cría pequeña con él y no podía ser. Tenía que tomar las riendas de la situación o aquello se desbocaría.

            — Pues aquí estoy, así que cuando quieras, podemos empezar— y le hizo una reverencia burlona ante la que no pudo evitar sonreír, momento en que él levantó la cabeza y al verla sonreír, lo hizo también de oreja a oreja.

            — Bien, siéntate en cualquiera de las sillas. — Le señaló la mesa del salón, mientras ella volvía a su dormitorio a por el material.

            Había dejado su mochila en la entrada y se acercó a buscarla. Cuando llegó a la mesa, la vio venir con el portátil, un libro y un diccionario, lo que le hizo sonreír. Aquello prometía ser divertido. Esperó a que ella se sentase, para hacerlo a su lado y así aprovechar la situación.

            Empezó las clases por lo más elemental, el abecedario y la pronunciación de las letras. Le costaba la pronunciación de algunas letras pero ella tenía mucha paciencia con él. Mientras, afuera, la tormenta seguía siendo la dueña y señora de la ciudad. Cada vez que estallaba un trueno, ella se ponía tensa pero apenas lo dejaba traslucir. Mir se dio cuenta porque cada vez que eso pasaba, ella se colocaba de nuevo en la silla. Así siguieron durante toda la clase, pero como ella no quería que él supiese lo que estaba sintiendo, pues para salvaguardar su orgullo, él terminaba haciendo alguna tontería con la pronunciación que la hacía sonreír y así conseguía relajarse.

            — Bien, por hoy fue todo. La verdad es que el español no se te da nada mal.

            — Dime, ¿cuándo me enseñarás los tacos? — La miraba serio y ella no se lo podía creer mientras lo miraba a los ojos para ver si bromeaba, pero estaba claro que no, lo que le hizo sonreír.

            — ¿Es que sólo te interesa eso del español? — Lo miraba escrutando su mirada para ver si estaba bromeando, pero vio que no, que iba en serio.

            — Es una de las cosas que más me interesan. — Se encogió de hombros y sonrió, lo que hizo que ella suspirase exasperada.

            — Cuando te manejes con la suficiente soltura como para que puedas defenderte tú sólo para las necesidades más básicas en español, te los enseñaré. Hasta entonces, no te diré ni uno sólo de ellos. Tenemos un idioma muy rico, como para que sólo aprendas los exabruptos. Quieres aprender español, pues lo aprenderás con todas sus consecuencias ¿entendido? — Lo miraba con el entrecejo fruncido dejándole muy claro que no daría su brazo a torcer. Él vio que era imposible salirse con la suya, así que suspiró y levantó las manos en señal de rendición. Justo en ese momento, estalló un trueno y un relámpago hizo que se fuese la luz, por lo que Inma gritó y pegó un pequeño brinco, haciendo que Mir la abrazase con fuerza y se riese con suavidad.

            — ¿Tanto miedo le tienes a las tormentas? — Le estaba hablando suavemente al oído, lo que hizo que un escalofrío de placer recorriese todo el cuerpo de Inma y a duras penas pudo ocultarlo.

            — No es eso, — su voz era defensiva — es que me pilló por sorpresa y que se fuese la luz al mismo tiempo no ayudó demasiado— Le hablaba a su pecho, porque no quería que viese que la afectaba más de lo que estaba dispuesta a reconocer ante sí misma. Empujó contra el pecho de Mir con fuerza para que la dejase marchar, algo que hizo a regañadientes. — Espera aquí, voy a buscar un farol para que podamos tener algo de luz— Y lo dejó allí mientras iba a la cocina con calma a por él. Quería estar alejada al menos, el tiempo necesario para recomponerse y no caer tan fácilmente en su seducción. Maldita la hora en que aceptó ser su profesora sabiendo los efectos que provocaba en ella ya desde la distancia. Ahora, al tenerlo tan cerca, su cuerpo se había vuelto un traidor y no se lo podía jugar todo por una aventura, porque sabía que eso es lo que sería para él, hasta que apareciese la próxima que atrajese su atención.

            Cuando llegó a la cocina, se apoyó en el fregadero, inclinó la cabeza y respiró hondo varias veces para calmarse. Giró la cabeza y vio por la ventana que la lluvia se había intensificado y que el asfalto de las calles, apenas era visible. Se irguió y se acercó a la ventana para observar el paisaje de manera más detenida.

            — ¿Pasa algo interesante ahí fuera? — La voz de Mir a sus espaldas la sobresaltó, ya que estaba casi pegado a ella, observando el paisaje— Vaya, con este diluvio será imposible salir ahí fuera. Hacerlo sería un suicidio. — Fue decir aquello y ambos se quedaron mirando sabiendo lo que aquello significaba, que se tendría que quedar allí a pasar la noche. Eso la hizo palidecer y desviar la mirada intentando encontrar una excusa para que se fuese de su casa, mientras que él la observaba entre divertido por verla en aquel aprieto y contrariado porque se veía que lo quería echar de allí.

            — Puede que enseguida pare y se despejen las calles, por lo que podrás volver a casa sin problemas — Le dijo esto con fingida alegría, mientras de nuevo se escabullía de él, en dirección a la despensa donde tenía guardados algunos faroles por si se iba la luz. Sacó uno de ellos, y lo encendió, haciendo que la cocina quedase más iluminada.

            Al volverse hacia él, vio con desazón, que el juego de luces y sombras producido por el haz de luz, hacía que se viese más guapo y masculino si aquello era posible. Se quedaron mirando fijamente, haciendo que entre ellos corriese una tensión que se podría cortar con un cuchillo. De repente, aquella situación fue interrumpida por el sonido de un teléfono sacándolos a ambos de aquel embrujo.

            — Es mi teléfono, me lo dejé en la chaqueta en el salón. Vuelvo en un momento— Abandonó la cocina como una exhalación, haciendo que Inma, de nuevo, tuviese que apoyarse, esta vez en la ventana para recuperar la compostura.

            Al cabo de un momento, Mir apareció otra vez en la cocina, con el teléfono en la mano.

            — Era Seungho-hyung, quería saber dónde estaba y si estaba bien. Le dije que si podía, volvería a casa y sino, que me quedaría aquí esta noche y que a primera hora regresaría a casa. — La miró sonriendo, mientras que Inma no salía de su asombro al escuchar que se quedaría a pasar la noche.

            — ¡¿Quedarte en mi casa a pasar la noche?! — Debía de haber escuchado mal, sí, eso era, había escuchado mal, aunque su parte racional le estaba gritando que eso era lo que Mir había dicho.

            — Sí, claro, no pienso salir estando el tiempo así. Como ya dije, es un suicidio ¿es que te importa más el qué dirán que la vida de una persona? Pensé que en España, el estar pendiente de eso, no se llevaba — Su tono sarcástico y su sonrisa de medio lado la pusieron de los nervios.

            — Tú, lo has dicho, en España, pero estamos en Corea, uno de los países cotillas por excelencia, donde nadie sabe dejar que cada uno lleve la vida que le dé la gana. Donde siempre te están vigilando y juzgando por todo. — El tono de Inma, ganaba con creces al sarcasmo de Mir. Se podía decir tranquilamente que era como un gato de siete colas.

            — Volvemos al día del parque— se llevó las manos a la cintura y agachó la cabeza frustrado. — Te lo vuelvo a repetir, mira cómo está el tiempo, no tiene visos de dejar de diluviar, nadie me vio llegar y me marcharé tan temprano que nadie me verá, te lo juro, así que te puedes quedar tranquila, porque no te meterás en ningún jaleo. Además, piensa en la cantidad de gente que en estos momentos está atrapada en diferentes lugares a causa de las lluvias torrenciales. Les tocará pasar la noche junto a desconocidos, porque no podrán volver a sus casas y nadie dirá nada por ello. — Iba a interrumpirlo pero levantó las manos para callarla antes de que dijese nada. — Entiendo tu situación y reconozco que vienes de una sociedad más liberal que la nuestra. Sé que de estar en España, me podría quedar en tu casa sin problemas y si la gente me viese no diría nada porque entendería la situación. Pero estamos en Corea y se está dando una causa de fuerza mayor, así que no habrá problemas. Confía en mí ¿de acuerdo? — Le sonrió transmitiéndole confianza y rogando en su interior que recapacitase y no lo echase estando las cosas así.

            Inma suspiró, agachó la cabeza, y empezó a pasear de un lado a otro en la zona de la ventana. Finalmente se detuvo y lo miró de manera decidida.

            — Está bien, te puedes quedar aquí esta noche, pero más vale, que ninguno de tus hyungs se vaya de la lengua u os convertiré a todos en castrati. — Su tono era extremadamente serio y Mir tuvo que morderse la lengua para no reírse ante su expresión.

            — Está bien y por cierto ¿dónde está la caja de los fusibles?— Ese cambio tan brusco de conversación la dejó desconcertada durante unos segundos.

            — ¿La caja de fusibles? ¿Para qué? — Lo miró extrañada ante esa pregunta

            — Es que fuera volvió la luz, así que lo más probable es que los fusibles saltasen y sólo sea necesario subirlos.

            — Ah, en la entrada, ven— y cogiendo el farol, fueron hasta el lugar donde estaba y abriéndola, Mir subió los fusibles de la luz y la casa volvió a quedar inundada de luz.

            — Bien, creo que me gané una cena— La miraba ufano, como si hubiese conseguido un gran logro, aunque también había algo de burla en su voz y pose.

            — Anda, ven, vamos a la cocina y prepararemos algo de cenar, pero ten por seguro que me ayudarás en todo, que no te quedarás de brazos cruzados. — Lo miró por encima del hombro y por toda respuesta, él se puso firme haciendo el saludo militar, mientras ella suspiraba desesperada ante su comportamiento irreverente.

            Tanto los preparativos para la cena, como ésta, transcurrieron en un ambiente alegre, con bastantes risas ante la torpeza de Mir y el esfuerzo que ponía en aprender todo lo que Inma le trataba de enseñar. Demostró ser un alumno avezado y al final recibió la aprobación de la profesora, lo que le hizo henchirse de alegría.

            Durante la cena, Mir la estuvo interrogando sobre cómo entró en el mundo del Kpop y los dramas, por lo que procedió a explicárselo con detalle. Le preguntó sobre qué dramas había visto, pero ya eran tantos que había perdido la cuenta, lo que le hizo reír.

            — Por cierto ¿cuál es tu grupo favorito? — En cuanto escuchó esa pregunta, Inma supo que la trampa acababa de abrirse bajo sus pies y no podía hacer nada, pero bueno, de todas maneras no tenía nada que esconder ni de lo que avergonzarse.

            — Super Junior— Se lo dijo mirándolo directamente a los ojos y con firmeza, sin dejarse intimidar por una mirada que pretendía llegar hasta lo más recóndito de su alma para sacar todos sus secretos.

            — Vaya, así que tengo ante mí a una Elf. ¿Mblaq no te gusta tanto como para ser una A+?— Se lo esperaba, pero de todas maneras, ver que no estaba equivocado en su intuición, le molestó.

            — Me gustáis, pero ellos fueron los primeros, los que me conquistaron y desde luego, siempre seré una Elf. Vosotros me gustáis, pero ellos son mis favoritos. Y por si no te diste cuenta, tenemos que fregar todo esto, así que se acabó el interrogatorio sobre mí y va siendo hora de que me respondas a algunas preguntas. —

            — De acuerdo, pero déjame hacerte una última pregunta, por favor, porque es algo que me lleva rondando la cabeza desde que nos conocimos y te aviso de antemano,  que no me daré por vencido con ese tema hasta que me respondas. — Se apoyó en el fregadero, con el rodillo sobre el hombro y los pulgares encajados en los bordes de los bolsillos delanteros.

            — Vale, creo que eso va a doler. — Su tono apesadumbrado auguraba que no se avecinaba un tema fácil y sabía ya por dónde iba a ir su pregunta. Así que se apoyó contra la mesa en frente suyo y con los brazos cruzados.

            — El otro día, en el parque, te estuve observando desde la linde de los árboles y vi que no parabas de maldecir a Heechul-hyung ¿qué fue lo que pasó entre los dos? — Su tono era serio y su mirada denotaba que aquello lo había dejado preocupado. Inma suspiró y se lo contó todo con voz cansada, mientras esbozaba una triste sonrisa y se encogía de hombros, aunque terminó llena de orgullo por cómo lo trató.

            Mir se quedó estupefacto ante lo que escuchó y no se lo pasaba a creer pero recordando aquel día, todo encajaba a la perfección.

            — ¡Bravo! — Se puso a aplaudir al decir esto y ella lo miró algo desconcertada— Así se hace. Ya era hora de que alguna mujer con personalidad y carácter le bajase los humos a Heechul-hyung, que tenía el ego muy subido. — Se acercó a ella sonriendo y levantó la mano para estrechársela.

            La reacción de ella fue echarse a reír ante su contestación, haciendo que él a su vez exhibiese una gran sonrisa. Le encantó que no se compadeciese de ella ni tratase de consolarla, porque aquello sólo le hubiese hecho sentir peor y estar volviendo una y otra vez a ese tema.

            — Bien, como sigue lloviendo a mares sugiero que veamos una película ¿qué te parece? — Se inclinó hacia ella sonriendo. La agarró de una de las manos y la llevó corriendo al salón. La sentó en el sofá y se puso a buscar en su colección de películas y vio que tenía Antique, lo que le hizo sonreír y se la enseñó, por lo que ella asintió con una gran sonrisa.

            En cuanto estuvo funcionando, se sentó a su lado y mientras estuvieron viéndola, él no se perdió ni una de sus reacciones, sonriendo cuando se quedaba embobada con los protagonistas y de paso comentando con ella la película, pero eso le costaba algo de trabajo, porque ella casi no despegaba los ojos de la televisión, algo que no le hizo tanta gracia pero que aguantó con estoicismo.

            Finalmente acabó y él se levantó para quitar el DVD, quitar la tele y volver a sentarse a su lado.

            — Bien, por lo que pude ver, disfrutaste a lo grande de Antique. — Su tono burlón pero a la vez algo molesto, la hizo sonreír.

            — Me va la temática yaoi y además, con esos dos como protagonistas, cualquier mujer con dos dedos de frente acabará con las hormonas hechas un verdadero desastre. — Ambos estaban sentados de lado en el sofá mirándose mientras hablaban.

            — La verdad, nunca conseguiré entenderos. Nunca se sabe por dónde acabaréis saliendo— Estaba molesto por eso y ella se echó a reír, lo que hizo que él suspirase desesperado.

            — Ni lo intentéis, los hombres no sois lo suficientemente inteligentes para lograrlo — El tono burlón y de superioridad de ella, hizo que frunciese el ceño y su semblante pasase a ser completamente serio.

            — Vaya, gracias por el gran piropo que nos hiciste. — Estaba enfadado y ella dejó la broma para ponerse seria. Se lo estaba pasando bien con él y no quería que aquello acabase de aquella manera.

            — Venga, vamos, no te pongas así ¿es que nunca te paraste a pensar en todo lo que tenemos que aguantar nosotras? — Su tono comedido hizo que él volviese su mirada, haciéndole que se parase a reflexionar.

            — Vale, llevas toda la razón, estar en vuestro pellejo es mucho más duro, pero que sepas que no todos somos tan tontos.

            — Está bien, está bien, lo reconozco. Tú estás fuera de ese grupo ¿contento? — La sonrisa y tono maternal no le pasó desapercibido, pero de todas maneras lo hizo sonreír ufano y volvió a su estado alegre de antes.

            — Muy bien, ahora me toca a mí. Ya sabes muchas cosas de mí, pero yo apenas sé nada de ti, así que te someteré al tercer grado para saber si tengo que salir huyendo— su fingido tono de horror la hizo echar la cabeza hacia atrás y suspirar exasperada.

            — Creo que será una noche larga y que el interrogatorio será doloroso.

            — Tranquila, cuidaré de ti. Conmigo jamás te pasará nada— Esas palabras y cómo lo dijo, hizo que se instalase entre ambos un silencio incómodo porque desveló muchas cosas. Él carraspeó y empezó a preguntarle cosas para distender el ambiente.

            Cuando llegaron al tema de su adolescencia, Inma se puso seria y quiso dejarlo pero él no se lo permitió.

            — ¿Qué pasa? ¿Por qué no quieres hablar de esa época? ¿Alguien te hizo daño? — Mir la estaba sujetando por una mano y su enfado era más que evidente.

            — No, no es eso— Su tono era esquivo y su mirada era huidiza

            — Que sepas que no pienso parar hasta que me digas qué fue lo que te pasó. No puedes pretender que haga como si nada, cuando sé que hay algo grave en tu pasado en esa época de tu vida. — Su tono duro la hizo estremecer y suspirar desesperada.

            — Tuve cáncer de estómago ¿vale? ¿Contento? Me operaron y ahora ya estoy bien, pero recuerdo demasiado bien Kim Sam Soon, como para olvidar cómo se toman esos temas aquí a la hora de las relaciones. — Se levantó y se fue hacia la ventana mirando cómo seguía diluviando, mientras se abrazaba.

            Mir en un primer momento, se quedó estupefacto y no sabía cómo reaccionar. Se volvió hacia la ventana mirándola en silencio, pero reaccionó enseguida, se levantó y se fue hasta ella, la abrazó por la cintura, haciendo que se tensase.

            — Lo siento, de verdad que lo siento mucho. En ningún momento pensé que podría tratarse de un tema tan importante. — La estrechó con más fuerza y ella cedió, apoyándose en él, mientras seguía mirando al exterior en silencio. Durante unos minutos el silencio fue sepulcral, hasta que ella empezó a contarle todo el tema. Mir guardaba silencio sin perderse ni una sola de sus palabras, escuchando en ellas todo lo que quería transmitir, por lo que su nivel de empatía fue mucho mayor y también su silenciosa decisión de protegerla y cuidarla. Cuando acabó, suspiró cansada y se quedó de nuevo en silencio. Al cabo de un momento, Mir decidió animarla para que no estuviese así.

            — Bien, basta de temas tristes y serios, porque lo que quiero es que sonrías y estés alegre— La volvió hacia él, manteniéndola agarrada por la cintura y mostrándole una sonrisa tan hermosa que no pudo evitar sonreír y sentir su corazón calentado por ella. La llevó de nuevo al sofá y la sentó allí apoyando sus manos en los hombros— Espera aquí un momento, voy a prepararte un cacao y te pasaré a contar anécdotas del grupo que sólo nosotros conocemos. Haré que te dobles de la risa— Le sonrió y se fue silbando a la cocina, mientras que Inma se quedaba en el salón sonriendo, pensando en la gran suerte que tenía al haberlo conocido y escuchando cómo trasteaba por todos los armarios.

            Mir pensaba en lo que le había dicho sobre cómo se tomaban ese tema las familias y reconoció con pesar que tenía toda la razón. En ciertos aspectos estaban muy avanzados pero en otros seguían muy retrasados. Y ese, por desgracia, seguía siendo uno de los aspectos. Decidió que no le dejaría ver su tristeza y que la haría sonreír siempre. No pensaba permitir que si alguien lo descubría, la hiciese sentir mal. Así que en cuanto estuvo todo listo, se fue al salón con una gran sonrisa y dos tazas de humeante cacao.

            — Bien, prepárate, porque te vas a reír como nunca con nuestras aventuras y desventuras— Su tono de fingida seriedad la hizo sonreír y sentándose a su lado empezó su relato, consiguiendo su propósito pero también que se enfadase con su jefe, Bi Rain, por lo mal que podía llegar a tratarlos pero recordando a una de sus amigas no pudo evitar estallar en carcajadas, lo que hizo que Mir la mirase extrañado.

            — ¿A qué se debe ese ataque de risa? — Su mirada y tono de voz eran de total azoramiento y esperó paciente a que ella recuperase la compostura mínima para explicarse.

            — Es que una de mis amigas tiene un blog y una de las secciones, se llama “Chulazos Imprescindibles”. Pues bien, en una de esas entradas salió tu jefe pero otra de mis amigas digamos, que siendo políticamente correcta, no siente demasiada simpatía por él. — Vio cómo la miraba extrañado ante aquello y se notaba que quería saber más, pero ella le hizo un gesto de negación con la cabeza y una de sus manos restándole importancia y animándolo a proseguir con las anécdotas, algo que él hizo encantado.

            El tiempo fue pasando y a ella se le cerraban los ojos, algo de lo que se percató enseguida pero ella insistió en que siguiese. Él fue bajando su tono de voz y hablando de manera más lenta, hasta que ella se quedó dormida en el sofá. Esperó un rato hasta que se aseguró de que su sueño era profundo. Se levantó del sofá, fue a su habitación y le abrió la cama. De vuelta en el salón, la cogió en brazos con delicadeza, haciendo que ella hundiese la cara contra su pecho, algo que le hizo sonreír con cariño. La llevó hasta la cama, donde la acostó y arropó con suavidad. Le retiró un mechón de cabello de la cara y la acarició con ligereza, para a continuación depositar un beso en su mejilla y sonreír. Se quedó un momento más observándola hasta que se dio cuenta de que ya no se escuchaba la lluvia. Miró por la ventana y se dio cuenta de que todo había recuperado cierta normalidad, por lo que decidió regresar a casa.

            — Que tengas dulces sueños, en los que yo sea el protagonista— Y con esa despedida con un tono de voz suave, salió de la habitación, de la casa y puso rumbo a su casa con una gran sonrisa de felicidad en su cara. Aunque antes se aseguró de dejarle una nota para que no se preocupase al ver la habitación intacta por la mañana.

            Cuando sonó el despertador, se levantó llena de energía, algo que no le pasaba desde hacía mucho tiempo.

            Iba a salir para despertar a Mir, cuando se dio cuenta de que sobre su tocador había una nota que tras leerla, no pudo evitar sonreír feliz.



“Como te prometí, me marcho antes de que nadie pueda

percatarse de mi presencia en tu casa. En cuanto te acosté, me fui.

Espero que hayas descansado.

Nos vemos en nuestra próxima clase de español:

Chul Yong. ^___^ ”



            Volvió a doblar la nota y la guardó con cuidado dentro de uno de sus libros.

            Aquel hombre era detallista. Ella se quedaba dormida mientras le contaba sus cosas y en vez de enfadarse, la acostaba y se preocupaba porque hubiese dormido bien y descansado.

            Se cambió con rapidez, arregló la habitación, desayunó y emprendió camino a la universidad. En el metro, decidió enviarle un mensaje disculpándose por haberse dormido y asegurándole que la próxima vez no volvería a ocurrir. Al momento recibió su respuesta:



“Noona, no te preocupes, llevabas demasiado estrés acumulado,

por lo que es normal que tu cuerpo te pasara factura.

Cuídate más a partir de ahora y recuerda

que siempre estaré ahí para ti.

Que tengas un buen día ^___^”



Quería gritar de felicidad y al mismo tiempo reñirlo por llamarla noona, aunque esa palabra le había gustado mucho, más de lo que estaba dispuesta a admitir.

            El día transcurrió con normalidad, como siempre. Comió con Jo Wook, que estaba exultante de alegría porque su novia regresaría la semana siguiente a Corea tras dos años estudiando en España. Cuando se fue a casa, decidió entrar en una de las librerías que más le gustaba visitar.


1 comentario:

  1. Este capítulo te quedó muy bonito, gracias por hacerlo un poquito mas largo que los dos anteriores. Ahora tengo una gran duda ¿serás tan malvada de dejar a Mir como toallero? no se vale, me encanta Heechul y me dió mucha ilusión leer tu fic pero ya me enganché con la pareja Mir-Inma y no se cómo piensas acabar esto pero creo que me vas a hacer sufrir. En fin sigue adelante que se esta poniendo muy bueno.

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