Por @Jeannelok y @Ari2PMAM
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Capítulo
10
Estaban en el estudio de
grabación cuando Chunji recibió el mensaje de Hwa Young:
“He aprobado, ya soy fiscal. El viernes de esta semana será la
ceremonia.”
Tuvo que leerlo varias veces
porque no se lo acaba de creer. Cuando por fin lo pudo procesar, pegó un grito que hizo que todos lo mirasen
como si se hubiese vuelto loco.
— Lo siento. — Hizo una
reverencia y volvió a sentarse mientras esperaba su turno para entrar en la
sala de grabación. Estaba que no cabía en sí de alegría.
Decidió que la invitaría a cenar
para celebrarlo, aunque cuando cogió el teléfono para buscar un buen
restaurante, CAP le quitó el teléfono.
— Devuélvemelo. — Siseó, pero el
líder lo mantenía apartado para ver qué había hecho que reaccionase así.
Consiguió acceder a los mensajes, mientras Chunji seguía intentando arrebatarle
el teléfono, y leyó la buena noticia. Sonrió y se lo devolvió.
— Toma, aquí tienes. Por cierto,
dale la enhorabuena de mi parte, pero eso sí, espero que no te vuelvas a
escapar, como hiciste la última vez. — No era una sugerencia, era una orden y a
Chunji no le sentó nada bien, pero no tuvo más remedio que ceder.
— Tranquilo hyung, no lo haré. —
Estaba cabreado, pero con meter la pata una vez había tenido suficiente.
Además, no podía permitirse faltar a los ensayos, era un profesional y no podía
volver a comportarse como un crío.
Buscó un buen restaurante y salió
un momento para llamar y hacer la reserva. En cuanto lo tuvo listo, volvió
dentro y le dio tiempo a enviar un mensaje justo antes de que le tocase entrar
a grabar:
“Enhorabuena, ya te dije que lo
lograrías. No hagas planes para el viernes por la noche, nos vamos a ir de cena
para celebrarlo.”
Chunji pensó que el tiempo
tardaba en pasar y la llegada del viernes se le hizo eterna. Por fin, a las
siete de la tarde, estuvo libre de todo. Se duchó a toda velocidad y se vistió
con elegancia, dejando a los demás estupefactos.
— ¿Se puede saber a qué viene
tanto arreglo? — La pregunta de Niel hizo sonreír a Chunji.
— Esta noche voy a ir a cenar con
Hwa Young noona para celebrar que ha conseguido aprobar el examen de fiscal. —
Sonreía con orgullo pero se dejaba entrever que había algo más, aunque todos
decidieron guardar silencio.
— Felicítala de nuestra parte. —
Ricky le sonreía de oreja y los demás secundaron la felicitación.
— Lo haré, tranquilos. Bueno, me
voy ya. — Cogió sus cosas pero cuando estaba a punto de salir, CAP lo detuvo.
— Chan Hee, como muy tarde a
medianoche en casa, ¿entendido? — El líder tenía una toalla sobre los hombros y
agarraba ambos extremos mientras lo miraba con seriedad.
— Tranquilo hyung, que no me
pasará como a la Cenicienta. — Estaba exasperado, cuando CAP se ponía en plan
mandón era insoportable, pero bueno, era el líder y aunque fuese fin de semana,
tenían que seguir con los preparativos del disco. Se despidió con un gesto de
la mano y salió de allí corriendo antes de escuchar más sermones.
Habían quedado en reunirse en el
restaurante. Había elegido uno de los que salió en el drama “You are
beautiful”, y en concreto, el mismo reservado donde se rodó la escena de Jung
Yong Hwa y Park Shin Hye.
Sonrió ante esa idea, esperando
que él no tuviese tan mala suerte con la chica.
Cuando entró, el reservado estaba
vacío, así que se puso a caminar mientras trataba de controlar la impaciencia
que lo iba corroyendo por el retraso de ella. Aunque los cinco minutos que lo
hizo esperar, fueron una eternidad.
La puerta se abrió y una camarera
hizo pasar a Hwa Young. Llevaba unos pantalones turquesa de lino, una camisa
blanca de manga francesa y unas manoletinas también turquesas. Llevaba un bolso
de sport de tamaño medio de colores, el pelo recogido sostenido con dos
palillos lacados en negro y sin maquillaje.
— Noona, estás preciosa. — La
miraba con adoración y ella se sonrojó. Se había acercado a ella, pero no se
atrevía a tocarla, prefería que fuese ella quien diese el paso.
— Muchas gracias, tú también lo
estás. — Llevaba una camisa de manga corta blanca, una corbata con el lazo
suelto en negro, prendida con un pasa corbatas plateado, unos pantalones de
loneta en negro y unos mocasines negros. El conjunto no estaba nada mal.
— Gracias. — Se sonrojó de
placer, mientras se llevaba la mano al pelo y se lo agitaba.
— Por cierto, ¿no piensas darme
la enhorabuena en persona? — Abrió los brazos y le sonrió. Ante ese gesto,
Chunji sonrió como un tonto y sin pensárselo dos veces, la abrazó con fuerza.
— Enhorabuena noona, sabía que lo
lograrías. — Cerró los ojos y sonrió feliz por poder abrazarla.
— Muchas gracias Chan Hee. — La
sintió sonreír y eso lo alegró mucho más. Estuvieron así un minuto más o menos,
antes de que ella rompiese el abrazo. — Por cierto, muchas gracias por
invitarme a un lugar tan elegante y además famoso. — Sonrió divertida al
reconocer el lugar.
— Cuando lo viste en el drama
dijiste que te había gustado mucho, así que, como tenemos que celebrar algo muy
importante, decidí que éste era el mejor lugar posible. Espero que te guste. —
Sonrió inseguro pero ella lo calmó enseguida.
— Me parece perfecto Chan Hee,
aunque lo que más me gusta es que te hayas acordado de lo que dije cuando lo
vi. Muchas gracias. — Le sonrió y se dirigió hacia una de las sillas. Él se
adelantó corriendo y le retiró la silla antes de que se sentase y luego la
empujó con suavidad. — Has sido muy amable, todo un caballero. — Lo vio sonreír
avergonzado, para luego ir a la silla de enfrente corriendo.
— Mejor llamo a la camarera, que
no quiero hacerte esperar por la cena. — Estaba nervioso, ella lo notó pero no
dijo nada, sólo asintió y poco después, ya les estaban tomando nota.
— Ah, antes de que se me olvide,
el resto de chicos me han pedido que te felicite de su parte.
— Son muy amables. Dales las
gracias de mi parte.
— Lo haré. Por cierto, ¿cómo fue
la ceremonia? — Sonrió divertido cuando la vio poner los ojos en blanco y
suspirar exasperada. Sabía mejor que nadie que ella odiaba esa clase de cosas.
Le gustaba ir por libre, odiaba el boato, la artificialidad y la falsedad.
— Una maldita tortura, en serio.
Aquel salón de actos estaba lleno a rebosar, hacía calor y fue tan larga que
casi me duermo. Ah y sin olvidarme de todas las sonrisas de compromiso que tuve
que mostrar, la cantidad de veces que tuve que dar las gracias y soportar los
sermones sobre lo que me espera. — Miró enfadada el vaso de agua y se quedó en
silencio.
— Noona, en las ceremonias
siempre hay que aguantar todo eso. Pero en cuanto logres estar por libre en tu
plaza, podrás mostrar tu verdadero yo y empezar a dar caña al personal. —
Fingió un escalofrío de terror, que la hizo sonreír de medio lado, aunque al
final echó la cabeza para atrás, mientras suspiraba exasperada.
La visión de su cuello totalmente
expuesto, hizo que Chunji tuviese que tragar con fuerza.
— Espero que tengas razón. — Lo
miró insegura, porque sabía de sobra cómo funcionaban las cosas en su país y
eran tantas las veces que se había sentido asfixiada, que creyó que
enloquecería. Por suerte, Chan Hee siempre había estado a su lado para animarla
y hacer que todo fuese más llevadero.
— La tendré, ya verás. Siempre la
tengo. — Su tono petulante la hizo rezongar.
— Listillo, que eres un listillo.
— Ante eso él rió divertido y le hizo una reverencia burlona.
Poco después, les sirvieron la
cena y él pudo ver cómo ella disfrutaba de la comida.
— Por cierto, ¿sabéis algo ya de
la sassaeng? — Lo miró preocupada y Chunji se puso muy serio.
— De momento nada, aunque la cosa
ha empeorado, piratearon la página de la empresa y del fancafé dejando amenazas
contra Chin Hae noona y dando a conocer todos sus datos personales…
— Madre mía, ¿han avisado a la
policía? ¿Cómo está ella? ¿No habrá vuelto a su casa?— Había dejado los
cubiertos en el plato y lo miraba con intensidad, mostrando una gran
preocupación.
— No, no ha vuelto a su casa, en
realidad está viviendo con nosotros. — Lo dijo con total normalidad pero no
pudo evitar sonreír divertido al ver cómo sus ojos se dilataban y boqueaba
varias veces antes de aceptar lo que había escuchado.
— ¡¿Qué está viviendo con
vosotros?!
— Sí, Junjin sunbae fue el
artífice de la idea y los demás estuvieron de acuerdo, aunque a Andy hyung le
costó algo más. Al final decidieron que el mejor lugar para esconderla era el
más evidente.
— ¿Y cómo es la convivencia? —
Ahora lo miraba divertida. Una mujer entre seis muchachos tendría que ser algo
bastante raro para ellos.
— Es como un general, no para de
darnos órdenes en cuanto nos ve aparecer por la puerta. La casa está reluciente
porque en cuanto puede, nos pone a limpiar, recoger, poner lavadoras, tender y
planchar. Estamos aprendiendo a ser unos verdaderos amos de casa. — A pesar de
que estaba consternado y molesto, le resultaba divertido. — Aunque lo mejor es
que nos hace unas comidas deliciosas y nos está enseñando a cocinar. Se
preocupa mucho por nosotros y en cuanto está todo listo, nos manda a la cama a
dormir. Dice que no quiere que estemos cayéndonos por las esquinas por culpa de
la falta de sueño y del cansancio. — Sonrió con mucho cariño, quedándose en
silencio, mientras visionaba las cosas que les mandaba hacer.
— Parece que te ha robado el
corazón. — Aquella broma le hizo volver a la realidad y ponerse serio.
— La quiero, pero es como si
fuese una madre. — Quería dejarle claro que lo que sentía por Chan Hee era
diferente de lo que sentía por ella, pero no podía, porque no quería estropear
la cena.
— ¿No dijiste que era un general?
— Ella sonrió burlona, pero él tuvo que callarse porque en ese momento les
trajeron el segundo plato.
— Y lo es, pero en el fondo todas
las madres son como generales, ¿no? — El pobre lo estaba pasando fatal y Hwa
Young decidió apiadarse de él.
— Sí, todas o casi todas las
madres son como generales. Dan miedo. — Y fingió un escalofrío, mientras
sonreía divertida. Eso hizo que él se relajase, pero no duró mucho, porque de
nuevo volvió la seriedad a la conversación. — Por cierto, ¿cómo lo está
llevando Niel?
Chunji dejó los cubiertos, y
suspiró con tristeza.
— Lo está llevando bastante mal,
aunque hace ver que no es así. Se siente culpable y no se atreve a tocar a Chin
Hae. Nosotros hacemos como si no pasase nada para que la situación no sea tan
violenta, pero estamos preocupados. Tenemos miedo de que su relación no vuelva
a ser lo que era antes. — Tenía el ceño fruncido y mareaba la comida, mientras
pensaba en una solución para esos dos.
— Chan Hee… — Esperó a que
levantase la cabeza y la mirase. — Dale tiempo. La situación es muy complicada.
Primero la paliza, luego las amenazas de muerte y que toda su vida quede
expuesta. Es lógico que Niel esté aterrorizado y rehúya el contacto con ella,
pero poco a poco todo volverá a la normalidad y te apuesto a que si antes el
lazo entre ellos era fuerte, en cuanto pase todo esto, se hará más poderoso.
— Espero que tengas razón. — La
miró inseguro pero deseando que se cumpliese lo que decía.
— ¿Qué tal los ensayos y las
grabaciones? — Decidió cambiar de tema para aligerar la atmósfera y ante la
mención del trabajo, el sonrió.
— Están yendo sobre ruedas,
aunque lo peor es la coreografía, es dificilísima y nos está costando. — Su
tono quejumbroso la hizo sonreír divertida.
— No te quejes, que podéis con lo
que os echen y siempre las claváis. — La recriminación divertida lo hizo
sonreír.
— Desde luego tienes mucha fe en
nosotros.
— Alguien tiene que tenerla por
vosotros, ¿no crees? Por cierto, creo que estamos intercambiando papeles.
Normalmente eres tú el que tiene fe en mí y en lo que puedo lograr y ahora soy
yo la que está haciendo ese papel.
— Es verdad, tienes razón. — Y
ambos se echaron a reír.
Y así los encontró la camarera
cuando les trajo el postre. Ambos habían pedido helados de varios sabores.
Hwa Young estaba empezando a
comer su postre cuando sonó su teléfono, así que cogió el bolso y se lo puso en
el regazo para empezar a buscarlo.
— Noona, ese bolso tuyo parece el
maletín de Mary Poppins. Ahí se puede encontrar cualquier cosa. — Su jocosidad
hizo que ella le sacase la lengua.
Al final logró encontrar el
teléfono y miró el mensaje.
— Maldita publicidad… — Guardó el
teléfono pero con tan mala suerte de que al ir a dejar el bolso en su sitio,
éste se enganchó con uno de los botones de su camisa y acabó rodando por el
suelo. — Mierda. — Se llevó la mano al pecho y se sujetó la camisa. Tenía que
ir a caerse el botón que estaba justo encima de sus pechos.
Cuando levantó la vista, vio que
Chunji apenas podía contener la risa. Le dedicó una mirada asesina, pero eso
sólo sirvió para que al final estallase en carcajadas, mientras ella se
sonrojaba y se agachaba para buscar el botón.
Un momento después, Chunji se
agachó también para buscarlo, mientras seguía riéndose.
— Noona, tengo el botón fugado. —
Y de nuevo un ataque de risa. Ella le propinó un golpe y lo dejó sentado de
traste.
— Oh Dios, ¿por qué me tenía que
pasar esto? — Se sentó en el suelo, al lado de él y se llevó las rodillas al
pecho, mientras se sostenía la camisa y lo miraba mortificada.
— Noona, admítelo, los problemas
te persiguen. Hagas lo que hagas siempre te acaba pasando algo. Eres un imán
para los desastres.
— Deja de llamarme gafe,
¿quieres? No me hace gracia. — Estaba molesta pero también avergonzada.
— Noona, a mí no me importa.
Llevo toda la vida a tu lado y mírame, sigo bien.
— Chan Hee… — Estaba
apesadumbrada y a punto de echarse a llorar, pero él decidió animarla.
— Vamos a ver, ¿no tendrás un
mini costurero en ese cofre del tesoro que llamas bolso?
La vio estirar el brazo, pero eso
hacía que la camisa se soltase, así que él se puso en pie y lo cogió, para
luego volver a sentarse a su lado. Ella empezó a buscar y poco después dio con
él.
— Espera, ya te enhebro yo la
aguja. — Y le quitó el costurero para coger el hilo blanco y la aguja y
hacerlo.
— Vaya, no se te da nada mal. —
Estaba sorprendida por su destreza.
— Soy la madre del grupo, ¿lo
habías olvidado? — Su tono petulante la hizo sonreír.
— No, no me había olvidado.
Él le pasó la aguja ya lista,
pero Hwa Young se dio cuenta de que iba a ser difícil coser el botón por la
zona en la que estaba y sin quitarse la camisa.
— Chan Hee… esto… ¿podrías
esperar fuera mientras me quito la camisa y coso el botón? — Estaba roja como
un tomate y apenas se atrevía a mirarlo. Lo escuchó emitir un resoplido
despectivo.
— Déjate de tonterías. — Y le
arrebató la aguja dejándola estupefacta. — Sé coser, así que ya me encargaré yo
de hacerlo y así no tendrás que quitarte la camisa. — Vio que iba a protestar
pero la acalló con una mirada. — No te pongas en plan mojigata, anda, que no es
gran cosa, sólo un botón.
Ella suspiró derrotada y se puso
frente a él, para que hiciese el trabajo.
Chunji trató de mantener una
expresión impertérrita cuando vio el sujetador blanco puro que llevaba Hwa
Young. Se recriminó sus pensamientos y se puso manos a la obra. Le desabrochó
el botón superior y agarró la camisa para tensar la tela y coser el botón. Pero
surgió un problema, que mientras cosía, podía sentir sus pechos y el calor de
éstos, haciendo que empezase a sudar y desconcentrarse.
Volvió a recriminarse su
comportamiento, porque temía que si se distraía podría acabar pinchándola.
Hwa Young por su parte no estaba
mucho mejor. Su respiración era agitada y a duras penas podía controlarla,
estaba tan sonrojada que cualquiera diría que estaba febril, aunque bueno, en
cierta manera lo estaba.
Seguían los roces, se evitaban
las miradas, la tensión crecía y ninguno era capaz de romper aquel silencio
incómodo.
Cuando acabó, Chunji, guardó la
aguja en el mini costurero y éste en el bolso.
Al levantar la vista, vio que Hwa
Young era incapaz de reaccionar, y que su camisa seguía desabrochada, pero en
el momento en el que las miradas de ambos hicieron contacto, fue como si una
tormenta estallase, porque vieron en los ojos del otro lo que sentían.
Chunji quiso gritar de júbilo, aunque en lugar
de eso se lanzó a besarla.
El beso fue apasionado, él volcó
todo su amor, su pasión, su desesperación, su ansia, su espera, su alegría,
mientras que ella le respondía sin cortarse, igualándolo y respondiendo incluso
con más pasión, si eso era posible.
Chunji la agarró y la puso a
horcajadas sobre él sin romper el beso, mientras la acariciaba con reverencia y
ella emitía pequeños gemidos de placer que lo enloquecían más y empezó a
desabrocharle la camisa, mientras acariciaba su piel enfebrecida, y abandonaba
su boca para besarle el cuello que ella le expuso con total entrega.
Al cabo de un momento recuperó la
cordura y se dio cuenta de dónde estaban.
— ¡Maldición! — Aquel exabrupto y
el cese de los besos y caricias, la hizo volver a la realidad de golpe e
intentó separarse de él, avergonzada por haber permitido que ocurriese aquello.
— Chan Hee… — Su voz era suave,
dubitativa, mientras se abrochaba la camisa sin mirarlo.
— No te atrevas a decir que lo
sientes, porque sabes que no es verdad. — Le agarró la barbilla haciendo que lo
mirase y vio miedo y duda. — Hwa Young… — Que dijese su nombre la pilló por
sorpresa. — Lo vi en tu mirada, vi que
me deseabas como yo a ti y me respondiste sin reparos. — La vio sonrojarse y
morderse el labio, mientras bajaba la vista. Él le acarició una de las mejillas
con la mano libre con tal suavidad y amor, que hizo que a ella se le saltasen
las lágrimas.
Ella quiso apartarse para que no la viese en ese estado, pero él
no se lo permitió, la atrajo hacia él y la abrazó con fuerza, mientras le
acariciaba la espalda para calmarla.
— Maldita sea. — La voz de ella
apenas se podía escuchar porque tenía la cabeza hundida en su hombro.
— Creo que te llevará algo más de
tiempo aceptar la idea de que deseas a tu donseng. — Su tono jocoso, hizo que
ella se separase de él y lo mirase enfadada mientras le propinaba un puñetazo
en el hombro, haciendo que él se riese y quejase al mismo tiempo.
— Eres insufrible. — Estaba
sentada sobre los muslos de él, que la miraba divertida.
— Sabes que no es cierto y que me
deseas. Pero creo que ahora lo mejor será que te lleve a casa. Y vete
haciéndote a la idea de que sientes por mí lo mismo que yo por ti. — Y le dio
un beso rápido en los labios que la pilló por sorpresa.
Ella se puso en pie mientras
intentaba arreglarse el cabello despeinado, pero él la detuvo.
— Déjame a mí.
— Chan Hee, ya puedo hacerlo yo.
— Por favor. — Maldita sea, aquel
ya no era el niño que había conocido, era un hombre y sabía que no podría
resistirse. Así que suspiró derrotada y dejó que la peinase.
— Podrías ser peluquero. — Su
burla sólo sirvió para que él se mostrase muy ufano.
— Lo sé, se me da de maravilla,
sólo hay que ver cómo te he dejado.
— No te des tantos aires, anda. —
El ambiente volvía a ser distendido, pero la complicidad entre ambos había
cambiado.
— Será mejor que nos vayamos. Ha
sido un día repleto de emociones. — Ella asintió, cogió su bolso y salieron.
Esperó a que pagase y ya en la
calle, cogieron un taxi y la acompañó a su casa. Le pidió al taxista que
esperase y cuando estuvieron en el portal, la cogió de la mano entrelazando los
dedos de ambos, pillándola por sorpresa. Ella miró sus manos y al levantar la
vista hacia él, lo vio sonriendo y ella sonrió divertida.
— No tienes remedio.
— Ni lo quiero. — Y al entrar en
el ascensor, la atrajo hacia él y apoyándose contra una de las paredes, la puso
delante de él y la abrazó desde atrás.
Cuando llegaron ante su puerta,
él la agarró y volviéndola hacia él, volvió a besarla, pero sin entrar en su
boca, sólo en sus labios. Un beso lleno de reverencia y amor. Al separarse, la
observó un momento en silencio y luego sonrió.
— Descansa y espero que sueñes
conmigo esta noche.
— Presuntuoso. — Él se rió y vio
cómo entraba en casa sin decirle nada más.
Una vez en el taxi, sonrió de
oreja a oreja por el avance tan inesperado que se había producido y eso lo
llenaba de placer. Esa noche dormiría de maravilla.
Eran las cuatro y media de la
tarde y seguían practicando la coreografía. Estaban todos extenuados, aunque
por suerte ya no hacía tanto calor y se notaba que el otoño estaba a la vuelta
de la esquina.
Aún les quedaban un par de horas
de ensayos, pero en ese momento estaban disfrutando de un descanso de diez
minutos, algo que todos agradecían.
Estaban tirados en el suelo, sin
hablar, recuperando el aliento, cuando sonó uno de los teléfonos con aviso de
mensaje. Se levantaron con desgana y fueron a mirar y resultó ser el de L. Joe:
“¿Vas a venir esta noche a la
sauna?”
Aquello le hizo sonreír y
contestó de inmediato:
“Sí, en cuanto pueda, voy para
allá.”
A CAP no se le escapó esa sonrisa
de oreja a oreja y le lanzó una mirada de advertencia.
— Tranquilo hyung, no pasará
nada, aquel lugar es muy tranquilo.
— Más te vale, pero recuerda… —
No pudo seguir porque L. Joe le cortó lo que iba a decir con un tono lleno de
condescendencia.
— Sí, lo sé, volver bien temprano
para no meteros en líos. Tengo esa frase grabada en el cerebro. En serio hyung,
a veces puedes ser peor que una docena de padres juntos. — L. Joe estaba exasperado.
De acuerdo que ser el líder acarreaba muchas responsabilidades, pero lo de CAP
ya estaba convirtiendo en obsesión.
— Byung Hun, no estamos para ir
ahora con pies ligeros y lo sabes, así que tómatelo en serio. — CAP lo miraba
con seriedad, L. Joe estaba a punto de responderle, pero justo en ese momento
el coreógrafo los hizo volver al trabajo.
A las ocho de la tarde, L. Joe
estaba en los vestuarios de la sauna, se cambió deprisa y salió a la sala común
en busca de Cho Hee y su hermano.
No tardó mucho en localizarlos,
estaban rodeados de libros y aunque al principio sonrió divertido, enseguida
dejó de hacerlo, los dos hermanos tenían un aspecto horrible, y desde la
distancia se podían ver cardenales en sus cuerpos.
Se acercó despacio a ellos y casi
estaba a su lado cuando Hyun Su se percató de su presencia. El niño tenía unas
ojeras muy pronunciadas, había adelgazado mucho más y alrededor de su boca se
marcaba un rictus que sólo los ancianos tenían.
— Buenas tardes hyung. — La
seriedad y la formalidad con la que lo dijo le puso la carne de gallina, pero
aún así, dibujó una sonrisa.
— Bienvenido, pensábamos que no
ibas a venir. — Cho Hee sonaba divertida, pero sus ojos estaban apagados, y su
estado era mucho peor que el de su hermano. Además, ambos hermanos procuraron
taparse las piernas con las toallas antes de que él se las viese, pero no les
dio tiempo.
— Lo siento, al final me
entretuvieron más de lo que pensaba, pero pude llegar. — Se sentó en frente de
ellos y se quedó mirando los montones de libros, libretas y demás material. —
Vaya, parece que hayáis montado una librería. — Trataba de distender el
ambiente al mismo tiempo que quería obtener respuestas. Tendría que recurrir a
subterfugios, porque sabía que Cho Hee no le diría nada directamente.
— Los estudios no conocen la
palabra descanso, así que nos traemos todo lo necesario para estudiar con
calma. — Se encogió de hombros como si estudiar en una sauna fuese algo normal
y corriente. — Además, hemos descubierto que aquí nos concentramos mejor.
— Pues si es así, tendré que
hacer lo mismo. — Estaba tenso, aunque lo disimuló con una sonrisa. — Por
cierto, ¿qué es lo que estudiáis? — Para su sorpresa, Hyun Su fue el que le
respondió.
— Ahora mismo estoy con
matemáticas, pero luego me esperan varias asignaturas más y noona está con una
de esas asignaturas de nombres larguísimos que tienen en la universidad. Va a
gestora de turismo. La más brillante de todas, y ayudará a que la gente pueda
viajar sin problemas y visitar distintos lugares del mundo, escapando de su
hogar para ver otros horizontes. — Esas palabras estaban cargadas de
determinación teñidas de amargura. Como siempre, hablaba más como un adulto que
como un niño.
— Vaya, es cierto que siempre
viene bien escapar un poco del hogar para no agobiarse, y es bueno que puedan
ayudarte. — Su tono divertido no logró hacerlo sonreír como era su objetivo.
— Hyun Su, no seas tan serio. —
La suave recriminación acompañada de una caricia en la cabeza hizo que el
pequeño se disculpase.
— Tranquila, creo que entiende
muy bien tu sueño y eso es algo precioso.
— Y bien, ¿qué tal te va a ti? —
Cho Hee quería cambiar de tema, aquel camino estaba siendo demasiado peligroso
para ellos.
— Mucho trabajo, mucho estudiar,
poco dormir, el agotamiento que no me abandona… Más o menos como vosotros.
Aunque creo que a mí los nervios por los estudios no me están provocando los
estragos que provocan en vosotros, estáis muy delgados y necesitáis comer para
tener fuerzas. — Intentaba hacerlo pasar por broma pero quería saber por dónde
respiraba la herida.
Vio que los hermanos se ponían
muy tensos, pero decidieron seguirle la broma sin revelar nada y eso lo
frustraba mucho más.
— Eso me temo, por desgracia
hemos tenido muy mala suerte con los nervios y casi no comemos porque nos duele
mucho el estómago. — La mirada de Cho Hee era huidiza y usaba sus apuntes y sus
libros como excusa para que él no viese lo que escondían sus ojos.
— Por cierto, me parece que aquí
nuestro pequeño, que parece tan serio, es un verdadero trasto que te acaba
metiendo en líos.
— ¿Por qué lo dices? — Los dos lo
miraron sin saber a qué venía eso.
— Recuerdo cómo era cuando tenía
la edad de Hyun Su, y no era de los que me estaba quieto. Siempre andaba
haciendo alguna trastada y acaba lleno de heridas y moratones. Y veo que ambos
tenéis unos cuantos. ¿Qué decidiste hacer, subirte a un muro demasiado alto y
tu hermana resultó ser el colchón de aterrizaje? ¿O fue un árbol? No, espera,
¿te ha estado enseñando a jugar a algún juego de pelota? — De nuevo el tono
divertido e intentando hacer pasar aquello como una batallita que iba a
terminar en un consejo, para averiguar algo.
— Sí, le he estado enseñando a
jugar al béisbol. A pesar de que Hyun Su prefiere dedicarse a estudiar, esta
temporada se ha interesado por ese deporte, así que decidí enseñarle, pero como
puedes ver, el resultado no fue muy bueno. — Estaba mintiendo, lo sabía con
toda seguridad. La respuesta fue demasiado rápida, sonaba a ensayada y ese
exceso de alegría tampoco era normal.
— Creo que tendremos que llamar a
un jugador profesional. A todas estas, ¿ya habéis cenado? — Decidió cambiar de
tema porque sabía que no obtendría respuestas, aunque no le hacía falta, estaba
seguro de que tanto Cho Hee como su hermano estaban siendo maltratados y
apostaba a que ella era el escudo de su hermano. Su papel era más el de madre
que el de hermana.
— Sí, cenamos hace un rato, ¿y
tú? — La vio respirar aliviada y mirarlo por fin de frente cuando le respondió.
— Me temo que no, no quería
llegar muy tarde, así que me salté la cena. — Su tono quejumbroso llevándose
además la mano al estómago la hizo sonreír.
— Pues hazlo, no te puedes saltar
la cena. — Aquel tono maternal le salió tan natural que era una confirmación
más del papel que ejercía en su casa.
— Tengo un serio problema, no me
gusta comer solo, lo odio, así que… ¿podríais volver a cenar para que no lo
haga solo? — Le puso pucheros esperando que aquello funcionase. Vio cómo se
miraban en silencio y supo que a Hyun Su le encantaría volver a comer.
— Está bien, pero nosotros
pagaremos nuestra parte. — Cho Hee se estaba mostrando orgullosa, no quería que
nadie le tuviese lástima.
— De eso nada, he sido yo el que
os lo ha pedido, no teníais por qué hacerlo, ha sido mi egoísmo lo que os ha
hecho ceder, así que pago yo y no admito réplicas. — Se levantó deprisa y se
fue a por los huevos cocidos y la bebida de arroz.
— Muchas gracias, pero no hacía…
— ¿Qué os dije? Esto lo he
provocado yo, así que comed y callad, venga.
Vio cómo Hyun Su se contenía para
no comer como si le fuesen a robar la comida. Cho Hee por su parte le dio casi
toda su comida a su hermano, que la miró agradecido.
— ¿No tienes hambre?
— Llevo varios días con dolor de
estómago y toda la comida me da náuseas, así que sólo como cuando veo que ya no
puedo más, porque me cuesta mucho. — Como vio que él iba a empezar otro
discurso, movió las manos como si no tuviese importancia y sonrió. — Tranquilo,
es algo que me pasa desde pequeña, así que estoy acostumbrada. Suele durarme un
par de meses y después, todo el peso que perdí, lo vuelvo a recuperar y puedo
comer por tres personas. Créeme, doy miedo cuando recupero las ganas de comer,
¿a que sí Hyun Su? — Más mentiras, una enlazada con otra y además recurría al
hermano, que estuvo presto a corroborar lo que decía su hermana.
— Noona tiene razón. Cuando
vuelve a comer, puede comerse cuatro cuencos de sopa de arroz y el kimchi de
acompañamiento como si nada.
— Eso tengo que verlo, tiene que
ser de lo más fascinante.
— Yo no lo describiría así. — De
nuevo la sonrisa de compromiso.
Siguieron hablando de banalidades
mientras cenaban. Los había presionado y no había obtenido respuestas.
— Hyun Su, ¿quieres que te ayude
con los deberes y así Cho Hee puede dedicarse por completo a los suyos? —
Aquella oferta de ayuda dejó a los dos hermanos tan estupefactos que tardaron
un momento en reponerse. Eso confirmaba que esos habían estado siempre solos y
eran el apoyo del otro.
— Sí, claro. Muchas gracias
hyung. — Otra vez la seriedad y la reverencia.
— Bien, vamos allá. — Se frotó
las manos y se puso al lado del niño, mientras veía cómo por fin en los labios
de Cho Hee se formaba una sonrisa sincera y sus ojos se iluminaban, mientras
formaba la palabra gracias en silencio y él negó para decirle que no era gran
cosa.
Cuando por fin acabaron los
deberes de Hyun Su eran las diez y media de la noche. El niño estaba que se
caía de sueño, no podía más, así que L. Joe lo acostó con cuidado y a los pocos
minutos el niño descansaba en brazos de Morfeo.
— Creo que es hora de que tú
también duermas, necesitas descansar. — L. Joe vio cómo ella se masajeaba el
cuello y trataba de distender los músculos de la espalda.
— Todavía me queda trabajo, en
media hora o una hora lo tendré listo, no te preocupes. Si quieres puedes
echarte a dormir.
— De eso nada, no pienso irme a
dormir hasta que tú lo hagas. — Se levantó, se situó tras ella y empezó a
masajearle el cuello y la espalda. Vio y notó cómo se tensaba, así que él
decidió bromear. — Ni se te ocurra huir. Tienes que acabar, estás muy cansada,
pero eso sólo retrasará tu trabajo y que yo sepa no tienes brazos en la espalda
que alivien toda esta tensión. Así que acéptalo como algo para que los dos
podamos irnos cuanto antes a dormir, ¿entendido?
— Eres un mandón. — El tono
rezongón de ella lo hizo sonreír.
— Lo sé y me siento muy
orgulloso. — La oyó resoplar y emitió una pequeña risa.
Notó cómo ella se iba relajando y
eso lo hizo querer gritar de alegría.
Cuando ella le dijo que había
acabado, paró el masaje y se levantó para sentarse ante ella.
— Bien Cho Hee, hora de dormir.
— Noona, llámame noona. — Tenía
el ceño fruncido pero él sólo se burló de ella.
— Ni hablar, es más divertido
llamarte por tu nombre. — De nuevo ella rezongó mientras ponía los ojos en
blanco pero le hizo caso.
Cada uno se echó a un lado del
pequeño, quedando uno en frente del otro. Sus miradas se encontraron pero no
dijeron nada. Estuvieron así varios minutos, hasta que L. Joe de manera lenta,
levantó la mano y le acarició la cara con ternura, retirándole después un
mechón de pelo.
Vio cómo ella se sonrojaba y
trataba de retirarse, pero él le sostuvo la mejilla para que no lo hiciese,
mientras la miraba de manera implorante. Ella no se pudo resistir y cedió.
Ninguno supo cuánto tiempo había pasado, pero se quedaron dormidos al mismo
tiempo. Se habían quedado dormidos abrazados, formando una barrera protectora
sobre Hyun Su, como queriendo evitar que el pequeño volviese a sufrir más daño.
A las seis de la mañana sonó la
alarma del móvil de L. Joe. La apagó con rapidez para no despertar a los dos
hermanos que dormían profundamente, sus caras libres de toda tensión.
Los observó un momento, para
luego centrarse en Cho Hee. Así parecía más joven que él. Deseaba que se
acabase el sufrimiento en sus vidas.
Tenía que darse prisa y maldijo
en silencio, cogió una de las libretas de ella, les escribió una nota de
despedida y de marchó de allí.
Chunji estaba contento porque
Amaia volvía a hablarle con cierta normalidad. Era la antepenúltima grabación
del programa, y se habían reunido todos en un plató con cocina improvisada,
donde iban a aprender con los pequeños a hacer pasteles y galletas. Iban a
dividirse en dos grupos, y fue un milagro que a él le tocase con la pequeña,
además de Changjo y Ricky, después de echarlo a suertes. Ellos se encargarían
de las galletas, mientras que Zi Yu, L. Joe, Niel y C.A.P harían el pastel.
Chunji dejó que Ricky les
explicara los pasos a seguir, aludiendo que era experto ya en esa materia.
Primero, se lavaron concienzudamente las manos. Changjo arremangó a la pequeña,
mientras que él se encargaba de buscar un taburete al cual pudiera subirse. Se
había dado cuenta de que era mejor trabajar en equipo para que los críos
estuvieran a gusto, que pelearse con sus compañeros por simple envidia.
Ricky, mientras, ordenó los
ingredientes que necesitarían. Les comentó que la receta era muy sencilla, pero
que Amaia se lo pasaría muy bien porque podrían hacer formas e incluso darles
colores. Los otros dos y la niña se colocaron, observando con atención cómo
Ricky pesaba las cantidades necesarias y las colocaba en cuencos. Pidió que le
dejaran hacer esa parte porque era la más aburrida y a Amaia no iba a
interesarle. A diferencia de este pensamiento del chico, la pequeña tenía la
boca medio abierta, con toda su atención sobre la tarea. Minutos después,
tenían ordenados y divididos los ingredientes. La harina, mantequilla, azúcar y
huevo, además de algunas cosas para decorarlas y darles formas divertidas.
Dejaron entonces que Amaia
mezclase los ingredientes en un cuenco grande, mientras Changjo los batía.
Chunji se encargaba de vigilar que la niña no corriera peligro acercando las
manos, sin embargo ella era lo bastante inteligente y obediente como para no
intentarlo. Cuando la masa ya no se pegaba a sus dedos, la echaron sobre la
mesa limpia (aunque ligeramente enharinada) y dejaron que Amaia jugase con ella
un poco. Después Ricky se colocó a su espalda y con un rodillo, fueron
aplanándola hasta conseguir que tuviera el mismo grosor por todos lados.
Le preguntaron a Amaia qué forma
quería darle y ella pidió de conejos al instante, así que cogieron un molde y
comenzó a cortar con la ayuda de ellos. Pronto tuvieron 30 lindos conejos de
masa. Juntaron de nuevo la que había sobrado de los bordes y lo separaron en
pequeños montoncitos. Les echaron gotas de colorante y volvieron a darles
formas. Cuando acabaron, tenían alrededor de 40 galletas.
Ricky había puesto el horno a
calentar y mientras comprobaba si estaba caliente, Chunji y Changjo colocaron
las galletas con cuidado en una bandeja. Tendrían que hacer tres o cuatro
tandas para hornearlas todas. Al poner la primera bandeja, se miraron y los
cuatro chocaron las manos. Ricky levantó en brazos a Amaia, contento.
—Van a salir unas galletas
buenísimas. —Le dijo. No solía tener un trato tan cercano con la niña, y los
otros dos creyeron que era bueno que jugase con ella también.
—¡Me dará pena comérmelas!
—Algún día volveremos a cocinar
más galletas, con formas de conejo y de lo que quieras, así que no te
preocupes. —Respondió Ricky, empujándole con cariño la nariz. Amaia rió y
cuando la dejó en el suelo se fue a mirar por el cristal transparente cómo las
galletas adquirían un color dorado con rapidez.
L. Joe les dejó unos papeles
sobre la mesa, donde pudieron leer una receta. Sonriendo, les explicó que otra
cosa no, pero su madre era especialista en hacer pasteles y él había aprendido
bastante de la mujer. Les estaba mostrando las anotaciones a lo largo de los
años de su puño y letra, y les explicó que después de mucho valorarlo había
pensado que estaría bien hacerlo de chocolate. Si les daba tiempo, comentó,
incluso podían hacer dos, una de chocolate normal y el otro de chocolate
blanco.
Se pusieron manos a la obra. L.
Joe fue explicándole a Zi Yu qué ingredientes necesitarían y entre todos los
fueron colocando. Necesitaban leche, azúcar, mantequilla, harina, huevos,
chocolate glaseado y chocolate para colocar encima. L. Joe le pidió al líder
que en una cazuela pusiera a calentar la leche con azúcar, la mantequilla y el
chocolate, removiéndolos. Niel añadió entonces la yema de los huevos mientras
C.A.P removía, y después la harina que él y Zi Yu habían tamizado. Lo mezclaron
todo muy bien antes de retirarlo del fuego. Mientras se enfriaba, montaron las
claras a punto de nieve y lo añadieron a la mezcla.
Dejaron que el niño untase bien
con mantequilla el molde donde colocarían todo y que espolvorease la harina. L.
Joe lo metió en un horno precalentado, y tal y como había supuesto tuvieron
tiempo de ir haciendo un pastel de chocolate blanco con fresas. Sin embargo,
esta vez sería un trabajo más laborioso.
Chocolate blanco, nata para
montar, leche entera, cuajada, fresas trituradas, azúcar, gelatina, fresas,
almíbar… poco a poco volvieron a organizar los ingredientes, mientras los otros
dos chicos limpiaban lo que habían ido ensuciando hasta entonces.
—Zi Yu, escucha bien, esta vez
tendremos más trabajo que antes, ¿estás preparado?
—¡¡Sí!!—Dijo el niño emocionado y
con las mejillas encendidas por la emoción. Casi no quedaba nada de ese pequeño
asustadizo que ni siquiera quería saludarles. No era tan abierto como Amaia, y
no pretendían que lo fuera. Pero era agradable ver cómo respondía a las
preguntas con entusiasmo y demostraba cuándo se lo estaba pasando bien.
Calentaron la nata y la leche y
deshicieron el chocolate en ello, añadiendo la cuajada, todo sin dejar de
remover. Volcaron todo sobre un molde desmontable y dejaron que se enfriase la
superficie. Trituraron las fresas, las colaron y guardaron el zumo que les
salió de ellas. Después, disolvieron la gelatina en la leche. Zi Yu iba
ayudando en las tareas más sencillas y menos peligrosas, aunque a los chicos no
se les pasó por alto lo atento que estaba a todo lo que hacían. Sin duda, era
muy observador.
Siguieron preparando el pastel en
función a las directrices del muchacho, sin olvidarse de sacar el primer pastel
del horno antes de que se quemase. Al hacerlo, les llegó el buen olor y se
relamieron los labios. Lo dejaron reposar, y tras dejar el segundo pastel a
enfriar en la nevera, lo decoraron. Dejaron que Zi Yu escogiera qué poner, y
fue sorprendente ver a un niño tan pequeño decorando de manera sencilla y
elegante.
Si al final se convertía en
cantante o productor musical, tendría un gusto refinadísimo. Como artistas,
podían darse cuenta de ello incluso con pequeños gestos como ése.
Niel se agachó a su lado y le
revolvió el cabello con cariño. Se había convertido en una costumbre respecto
al pequeño.
—Eres un gran cocinero, Zi Yu.
—Los papás sí que lo sois. —Y
ante la sorpresa de todos, se lanzó a su cuello, abrazándolo. Cuando se
recompuso, el chico le devolvió el abrazo, sonriendo de oreja a oreja. Se
sentía orgulloso, muy orgulloso de Zi Yu y cuando tuviera la oportunidad, se lo
haría saber.
Poco después, ambos grupos de
reunieron y mostraron lo que habían hecho. Se felicitaron unos a otros y dieron
una parte a los padres de los niños para llevárselo a casa y comerlo, porque en
realidad el fin de haber cocinado todo aquello era otro. Los padres ya lo
sabían de antemano, pero fue una sorpresa para los pequeños, quienes se lo
tomaron mejor de lo esperado: iban a reunirse con algunas fans, y les
entregarían las galletas y trozos de pastel.
Salieron pues al exterior, donde
las muchachas ya les esperaban, exaltadas, con carteles en alto y gritando. Al
principio, Amaia y Zi Yu se sintieron un poco intimidados, pero las jóvenes
fueron calmándose poco a poco al verlo. Teen Top se sintió muy agradecido de
cara a ese pacto silencioso que sus fans habían entendido y cumplían con tal de
no asustar a los pequeños.
Pusieron a los niños delante de
ellos y fueron entregándole las galletas y trozos de los pasteles que el staff
había estado guardando en pequeñas cajas para que no se estropeasen. Las fans
se acercaban sonriendo a ellos, saludaban con la cabeza al grupo, sonrojadas, y
decían palabras bonitas a Amaia y Zi Yu mientras recibían el pequeño obsequio.
Fue algo que duró alrededor de media hora, pero que tanto fans, Teen Top como
la niña y el niño guardarían como un recuerdo precioso el resto de su vida.
Cuando acabaron, los chicos
preguntaron gritando qué tal estaba la comida y se escucharon respuestas
variadas, pero que se resumían en un “muy bueno”. Aplaudieron entonces
contentos, y cogieron a los niños. Niel agarró a Zi Yu, con el ligero temor de
ser rechazado. No obstante, el pequeño se dejó alzar contento. Por otro lado,
Changjo se agachó al lado de Amaia, hincando una rodilla en el suelo, y le pasó
un mechón rebelde detrás de la oreja.
—Eres una gran niña, Amaia. —Le
susurró. —Ha sido muy divertido cocinar contigo hoy, ¿estás contenta de haber
hecho feliz a todas estas eonnies?
—¡Sí!—Exclamó la pequeña.—
¡Siempre es divertido estar con los papás!
—Desde luego me encantaría tener
una hija como tú. —Pensó en voz alta. La respuesta de Amaia fue reírse con voz
cantarina sin acabar de entender aquello. Changjo recordó algo muy tierno que
había visto hacer en otra edición del “Hello Baby” y que se le había grabado en
la mente. Llamó la atención de la pequeña y le pidió un beso en la mejilla, y
cuando la niña fue a dárselo se volteó, traicionero, y lo recibió en los
labios. — ¡Ah, qué cruel Amaia, me has robado mi primer beso!—La pequeña se
volvió a echar a reír mientras él hacía ver que caía al suelo de culo,
sorprendido. Las fans, quienes habían visto aquello, gritaron de júbilo que
eran una pareja adorable. El chico abrazo a Amaia y se levantó con ella en
brazos.
—¡Papá Changjo es un mentiroso!
—Pero papá Changjo quería el beso
de una preciosa princesita. —Volvió a arrancarle una carcajada a Amaia, quien
lo abrazó con fuerza durante unos segundos.
—¡Los papás Teen Top son los
mejores del mundo mundial!—gritó feliz la pequeña.
Estaba siendo una tarde llena de
risas, afecto y momentos inolvidables.
Changjo desentumeció los brazos, agotado. En casa, Chin Hae
no les dejaba descansar, haciéndoles limpiar y mantener un horario bastante
regular. Antes, podían llegar, lanzar la ropa de cualquier modo tras un duro
día de trabajo y no preocuparse por nada más (hasta que veían acumularse la
porquería y echaban a suertes quién hacía cada cosa). Pero llevaban tres días
que no descansaban para nada, quizá sólo cuando se duchaban. Más que nunca,
tenía ganas de ver a Hee Young y dejarse mimar por ella como un niño pequeño.
Llegaron a casa alrededor de las diez de la noche tras un extenuante día entre la televisión, la radio y los ensayos. Desde luego, uno de los peores que recordaba desde que habían debutado. No quería llegar a casa y tener que soportar las órdenes de Chin Hae, aunque también era cierto que desde que estaba ella en casa comían saludable y equilibrado. La mujer no olvidaba ni por un momento que debían seguir una dieta, sobre todo él.
Durante el trayecto hasta casa, estuvo dándole vueltas al tema. Su noona también le haría una buena comida si se lo pedía. O al menos lo intentaría. Quería dejarse acariciar el pelo y escuchar cómo le decía que era un buen chico. Mentira, se dijo. Lo único que en realidad le interesaba era verla, abrazarla. Cada día, a cada momento, esa necesidad se volvía mayor y le dolía y mortificaba el hecho de que ella sólo le viera como un hermano pequeño.
Cuando estaban a punto de subir al ascensor para ir a casa, cogió a C.A.P del brazo y le miró lastimero a los ojos. Por normal general y a pesar de ser el pequeño, no usaba ese tipo de tácticas. Por eso, su compañero sintió interés por lo que tuviera que decirle al instante.
—Hyung… esta noche… ¿puedo ir a cenar fuera?
—¿Fuera? ¿Dónde? — en realidad, ya lo sabía. Pero se veía en la obligación de preguntarlo.
—Quiero ir a casa de Hee Young noona… No me verá ninguna fan, ¡no pienso ponerla en peligro! — le dijo a todo correr.
—Lo sé. Pero de todos modos… Bueno, ten cuidado. Entiendo que quieras ir a verla. Ya le contaré una mentirijilla a Chin Hae, ¡pero sobre todo, regresa antes de la media noche!
—Como Cenicienta, ¡no te preocupes! Hyung…—dijo volviéndose hacia su mánager, quien ya estaba en el ascensor. El hombre lo miró alarmado — Volveré en taxi, pero podrías…
—Quiero… irme a… dormir…—respondió, arrastrando las palabras, el mánager. Sin embargo, pronto accedió a la petición del joven, incapaz de resistirse a su suplicante mirada. Una vez estuvo de nuevo sentado en la van negra, llamó a Hee Young quien cogió el teléfono enseguida.
—No me lo digas, estás viniendo para mi casa, ¿verdad?
— ¡Qué lista eres, noona!
—Y tú qué simpático, viniendo siempre sin avisar… Venga va, que intentaré prepararte algo bueno de cenar. — y colgó.
Cuando llegó al edificio, le agradeció a su hyung que lo hubiera llevado y se despidió de él, entrando tras asegurarse de que llevaba bien el cabello. Hee Young le abrió con la toalla todavía alrededor de los hombros, para no mojarse la ropa. Acababa de ducharse.
—Te he cogido el teléfono nada más salir de la ducha, así que la cena no está lista todavía. —comentó cuando vio que los ojos de él se dirigían a la toalla. Le dejó pasar, y tras hacerlo, Changjo se plantó en la entrada en silencio y abrió los brazos reclamando un abrazo. Ella suspiró resignada y tras sonreír, le estiró de las mejillas.
—¡¡Noona!! —gruñó él.
—Venga, ven a la cocina y ayúdame. —le ordenó ella como toda respuesta. El joven obedeció en silencio, y veinte minutos más tarde comenzaban a cenar. Charlaron de manera distendida, conversaciones banales sobre temas poco importantes. No necesitaba otra cosa. Acompañado de Hee Young, Changjo sentía cómo su cuerpo se relajaba y el cansancio desaparecía.
Una vez acabaron y fregaron los platos, fueron al sofá. Todavía era pronto, así que decidieron continuar una serie que sólo veían cuando estaban juntos y tenían tiempo. Hacía casi medio año que la estaban viendo y avanzaban muy poco en su visionado, pero de momento era la mejor opción.
—Ah… ¿puedes ir tú a buscarla? —le preguntó Hee Young, tocando cables detrás del televisor— Creo que se ha vuelto a salir algo de por aquí —comentó, asomando la cabeza—. Encontrarás el DVD en el cajón de mi mesita. —le explicó, volviendo a sumergirse en el mundo de los cables.
A pesar de la confianza mutua que tenían, Changjo no recordaba haber entrado más que dos o tres veces al cuarto de la chica, así que se sintió nervioso de repente. Abrió la puerta despacio y encendió la luz. El cuarto estaba poco iluminado y un algo desordenado, con algunos zapatos dejados de cualquier modo y una toalla sobre la cama. Todavía le llegaba el olor del cuarto de baño interior y que alguien había tomado una ducha hacía una hora o dos. Sonrió medio sonrojado y miró por la cama hasta localizar la mesilla de noche. Se acercó a ella mientras la luz del cuarto aumentaba, pues era de esas que se encendía poco a poco. No fue hasta que no estuvo cerca, que se percató de lo que había sobre la mesilla y se sonrojó.
—¿Pero qué narices…?—comenzó a preguntar en voz alta. Justo en ese momento escuchó un ruido detrás de él y se encontró con Hee Young mirándolo divertida.
—Te venía a decir que ya he arreglado el televisor… Pero vaya, me había olvidado de que eso estaba ahí. Lo tenía cargando, ya sabes, ahora también los hay con baterías.
— ¡No, no lo sabía!
—Pues ahora ya lo sabes. —se acercó hasta él, logrando ponerlo más nervioso de lo que ya estaba de por sí. No esperaba encontrarse eso en el cuarto de Hee Young, y supuso que el libro que había justo al lado versaría sobre temas relacionados con el objeto— ¿Estás nervioso, Jong Hyun? ¡Madre mía! Vale, entiendo que todavía no eres mayor de edad, pero a tu edad yo ya sabía y entendía que los chicos os masturb…
—¡¡Ni se te ocurra decirlo!!
—¡Oh! Venga ya, Jong Hyun, ¡no me seas puritano que seguro que tú también lo haces! — ¿pero qué narices le estaba diciendo Hee Young? —Por cierto, ese libro es muy interesante—dijo, agarrándolo—. Me tientas a explicarte unas cuantas cosas de las que dice… pero tranquilo, el vibrador lo dejo ahí cargando.
—¡Noona!
—Esto va a ser muy, pero que muy divertido…
Llegaron a casa alrededor de las diez de la noche tras un extenuante día entre la televisión, la radio y los ensayos. Desde luego, uno de los peores que recordaba desde que habían debutado. No quería llegar a casa y tener que soportar las órdenes de Chin Hae, aunque también era cierto que desde que estaba ella en casa comían saludable y equilibrado. La mujer no olvidaba ni por un momento que debían seguir una dieta, sobre todo él.
Durante el trayecto hasta casa, estuvo dándole vueltas al tema. Su noona también le haría una buena comida si se lo pedía. O al menos lo intentaría. Quería dejarse acariciar el pelo y escuchar cómo le decía que era un buen chico. Mentira, se dijo. Lo único que en realidad le interesaba era verla, abrazarla. Cada día, a cada momento, esa necesidad se volvía mayor y le dolía y mortificaba el hecho de que ella sólo le viera como un hermano pequeño.
Cuando estaban a punto de subir al ascensor para ir a casa, cogió a C.A.P del brazo y le miró lastimero a los ojos. Por normal general y a pesar de ser el pequeño, no usaba ese tipo de tácticas. Por eso, su compañero sintió interés por lo que tuviera que decirle al instante.
—Hyung… esta noche… ¿puedo ir a cenar fuera?
—¿Fuera? ¿Dónde? — en realidad, ya lo sabía. Pero se veía en la obligación de preguntarlo.
—Quiero ir a casa de Hee Young noona… No me verá ninguna fan, ¡no pienso ponerla en peligro! — le dijo a todo correr.
—Lo sé. Pero de todos modos… Bueno, ten cuidado. Entiendo que quieras ir a verla. Ya le contaré una mentirijilla a Chin Hae, ¡pero sobre todo, regresa antes de la media noche!
—Como Cenicienta, ¡no te preocupes! Hyung…—dijo volviéndose hacia su mánager, quien ya estaba en el ascensor. El hombre lo miró alarmado — Volveré en taxi, pero podrías…
—Quiero… irme a… dormir…—respondió, arrastrando las palabras, el mánager. Sin embargo, pronto accedió a la petición del joven, incapaz de resistirse a su suplicante mirada. Una vez estuvo de nuevo sentado en la van negra, llamó a Hee Young quien cogió el teléfono enseguida.
—No me lo digas, estás viniendo para mi casa, ¿verdad?
— ¡Qué lista eres, noona!
—Y tú qué simpático, viniendo siempre sin avisar… Venga va, que intentaré prepararte algo bueno de cenar. — y colgó.
Cuando llegó al edificio, le agradeció a su hyung que lo hubiera llevado y se despidió de él, entrando tras asegurarse de que llevaba bien el cabello. Hee Young le abrió con la toalla todavía alrededor de los hombros, para no mojarse la ropa. Acababa de ducharse.
—Te he cogido el teléfono nada más salir de la ducha, así que la cena no está lista todavía. —comentó cuando vio que los ojos de él se dirigían a la toalla. Le dejó pasar, y tras hacerlo, Changjo se plantó en la entrada en silencio y abrió los brazos reclamando un abrazo. Ella suspiró resignada y tras sonreír, le estiró de las mejillas.
—¡¡Noona!! —gruñó él.
—Venga, ven a la cocina y ayúdame. —le ordenó ella como toda respuesta. El joven obedeció en silencio, y veinte minutos más tarde comenzaban a cenar. Charlaron de manera distendida, conversaciones banales sobre temas poco importantes. No necesitaba otra cosa. Acompañado de Hee Young, Changjo sentía cómo su cuerpo se relajaba y el cansancio desaparecía.
Una vez acabaron y fregaron los platos, fueron al sofá. Todavía era pronto, así que decidieron continuar una serie que sólo veían cuando estaban juntos y tenían tiempo. Hacía casi medio año que la estaban viendo y avanzaban muy poco en su visionado, pero de momento era la mejor opción.
—Ah… ¿puedes ir tú a buscarla? —le preguntó Hee Young, tocando cables detrás del televisor— Creo que se ha vuelto a salir algo de por aquí —comentó, asomando la cabeza—. Encontrarás el DVD en el cajón de mi mesita. —le explicó, volviendo a sumergirse en el mundo de los cables.
A pesar de la confianza mutua que tenían, Changjo no recordaba haber entrado más que dos o tres veces al cuarto de la chica, así que se sintió nervioso de repente. Abrió la puerta despacio y encendió la luz. El cuarto estaba poco iluminado y un algo desordenado, con algunos zapatos dejados de cualquier modo y una toalla sobre la cama. Todavía le llegaba el olor del cuarto de baño interior y que alguien había tomado una ducha hacía una hora o dos. Sonrió medio sonrojado y miró por la cama hasta localizar la mesilla de noche. Se acercó a ella mientras la luz del cuarto aumentaba, pues era de esas que se encendía poco a poco. No fue hasta que no estuvo cerca, que se percató de lo que había sobre la mesilla y se sonrojó.
—¿Pero qué narices…?—comenzó a preguntar en voz alta. Justo en ese momento escuchó un ruido detrás de él y se encontró con Hee Young mirándolo divertida.
—Te venía a decir que ya he arreglado el televisor… Pero vaya, me había olvidado de que eso estaba ahí. Lo tenía cargando, ya sabes, ahora también los hay con baterías.
— ¡No, no lo sabía!
—Pues ahora ya lo sabes. —se acercó hasta él, logrando ponerlo más nervioso de lo que ya estaba de por sí. No esperaba encontrarse eso en el cuarto de Hee Young, y supuso que el libro que había justo al lado versaría sobre temas relacionados con el objeto— ¿Estás nervioso, Jong Hyun? ¡Madre mía! Vale, entiendo que todavía no eres mayor de edad, pero a tu edad yo ya sabía y entendía que los chicos os masturb…
—¡¡Ni se te ocurra decirlo!!
—¡Oh! Venga ya, Jong Hyun, ¡no me seas puritano que seguro que tú también lo haces! — ¿pero qué narices le estaba diciendo Hee Young? —Por cierto, ese libro es muy interesante—dijo, agarrándolo—. Me tientas a explicarte unas cuantas cosas de las que dice… pero tranquilo, el vibrador lo dejo ahí cargando.
—¡Noona!
—Esto va a ser muy, pero que muy divertido…
Changjo, al ver que tenía que
sentarse a su lado en la cama, tragó con fuerza, palideció y suspiró derrotado.
Así que, como si se tratase de un criminal a punto de entrar en prisión, fue
despacio hasta la cama y se sentó encarándola.
— ¿Se puede saber a qué viene esa
cara de sufrimiento? La educación sexual no es ninguna tortura, es algo que
todos deberían de controlar, ¿no estás de acuerdo?
— Noona, es que bueno… yo… verás…
— Se frotó la nuca desesperado y la vista se le fue hacia el vibrador. A Hee
Young no se le escapó y sonrió.
— Jong Hyun, ¿sabes cómo fue mi
primera vez? — Su voz suave no mitigó el mal rato que estaba pasando, sólo lo
incrementó.
— Noona, no creo que esto…
— Jong Hyun, escúchame. — Lo
había interrumpido antes de que se negase a hablar del tema. — Fue al poco de
entrar en la facultad, empecé a salir con un chico con el que me llevaba genial
y las cosas iban tan bien que decidimos dar el paso. — Se quedó un momento en
silencio y trató de que Jong Hyun la mirase a los ojos. Lo consiguió pero a
duras penas, porque el pobre estaba rojo como un tomate y el sudor empezaba a
hacer acto de presencia. — Esa noche, a pesar de todo lo que sabía, resultó un
completo desastre, el tío sólo buscó su placer y para mí fue horrible. En
cuanto acabó, le di puerta y le dije que no volviera a hablarme en lo que le
quedaba de vida. Él se cabreó, luego trató de ser suave y al final me culpó a
mí. Mi reacción fue agarrarle por sus partes y advertirle que como se atreviese
a esparcir algún rumor sobre mí, aquello de lo que se sentía tan orgulloso,
colgaría de la puerta de mi casa como aldaba y que además, todos sabrían que
era un cerdo egoísta que acababa en menos de un minuto.
— Noona… — Ante aquella
revelación, Changjo se puso en guardia. Saber que ella sufría hacía que entrase
en modo protector.
— Tranquilo, aquello ya pasó y el cerdo se mantuvo calladito. Lo que
quiero decir, es que la educación sexual es algo que tendría que enseñarse en
cuanto se entra en la pubertad. Mira, — cogió el libro que estaba sobre la cama
y se lo enseñó, era un libro sobre sexología. — Este libro explica muchas cosas
que nadie se atreve a tratar.
A lo largo de la Historia, a las mujeres se les ha prohibido explorar
su propia sexualidad. Nuestro papel ha sido el de tener que soportar todo lo
que los hombres quisieran hacernos, porque no éramos consideradas personas. Tan
solo se les decían cuatro cosas la noche de bodas y como si fuese un gran tabú.
En occidente tuvieron una revolución sexual que aquí no tuvimos y que
creo que es necesaria.
Mira, sé que lo del vibrador te ha impactado y lo entiendo, pero
también tengo necesidades. Tras aquel desastre, pasé de tener nada más con
algún tío, y me sumergí de lleno en los estudios y el trabajo. Mis amigas y yo
hablamos de sexo sin reparos y créeme, el tema de los juguetes sexuales no es
tan extraño.
Siempre se ha dicho que la mujer
no llega al orgasmo a no ser que haya penetración. Pero lo más importante es
que el hombre estimule el clítoris de su compañera, porque así se asegura que
el placer sea mayor. Y algo que compartimos tanto en Oriente como en Occidente,
es que estamos en una sociedad patriarcal, que impide que se hable de la
sexualidad de la mujer con libertad, sólo se habla del hombre. Y eso, Jong
Hyun, tiene que cambiar. No somos sólo vaginas e incubadoras. Somos seres
humanos con necesidades que tienen que ser cubiertas, ¿lo entiendes?
— Sí, sin problemas, y ahora si
hemos acabado de hablar… — Se fue a levantar pero ella lo agarró de la muñeca y
lo hizo sentarse.
— No, no hemos acabado, así que
siéntate. — Lo oyó gemir de pesar y ella sonrió. — Jong Hyun, necesitas
aprender más cosas, porque son indispensables y necesarias. Vamos a ver, ¿sabes
poner un condón?
— ¡¡NOONA!! — Changjo la miró
horrorizado. No se había esperado aquello. Trató de soltarse y levantarse pero
Hee Young lo agarró con fuerza haciéndolo quedarse sentado.
— Maldita sea Jong Hyun, es por
tu bien, porque te puede evitar muchos problemas, ¿es que no has oído hablar de
los embarazos no deseados o de las enfermedades de transmisión sexual? Y por si
no lo sabes, el SIDA sigue siendo una enfermedad incurable. Por eso es
necesario que lleves una vida sexual sana. Así que contesta, ¿sabes cómo se
pone un preservativo? — Su voz era dura, pero Changjo sólo miró hacia otro lado
sonrojado dándole la respuesta. — Vale, no sabes, así que vas a aprender en
estos momentos. — Se levantó, cogió el vibrador y del cajón inferior de la
mesita, un paquete de preservativos. — Nunca se sabe lo que puede pasar, así
que más vale estar prevenida. — Y le sonrió antes de acercarse a él. — Toma,
coge uno y ábrelo pero ten cuidado, ¿vale?
— De acuerdo. — Lo vio sacar uno
y abrirlo con cuidado
— Bien, lo más importante es que
no puede quedar aire dentro del preservativo, porque te lo puedes cargar o se
puede mover. Así que antes de nada, tienes que apretar la punta para quitarle
el aire antes de colocarlo sobre la cabeza del pene. — Hizo lo que le dijo y la
miró en silencio, para lo siguiente. — Ahora empieza a deslizarlo,
desenrollándolo poco a poco hasta la base. — Vio cómo Changjo obedecía y logró
desenroscarlo sin problemas. En cuanto acabó, ella sonrió complacida. — Lo has
hecho genial y tienes que asegurarte siempre que está todo dentro del
preservativo. Por cierto, en cuanto acabes, salte de inmediato de la chica y
quítatelo, antes que tu pene vuelva a estar flácido, porque no tiene sentido
usarlo si al final va a acabar todo dentro de ella. Ah, y si tiene las uñas
largas, mejor que no lo toque para evitar posibles disgustos.
— Noona…
— Tranquilo, ya queda poco, pero quiero que seas un chico preparado
para estas situaciones. En el caso de que el preservativo llegase a romperse,
ella tendrá que tomar antes de las cuarenta y ocho horas la píldora del día
después para evitar que haya fecundación del óvulo.
Ah, además del preservativo, las
mujeres pueden usar cremas vaginales espermicidas, pero vamos, el preservativo
es efectivo él solito. Por cierto, ¿conoces los métodos anticonceptivos
femeninos?
— Noona, por favor… — Changjo le
estaba poniendo ojitos pero ella no cayó ante esa treta.
— Jong Hyun, ¿cuántas veces te lo
voy a tener que repetir? La educación sexual es fundamental. Mira, el más
extendido es la píldora, luego está el dispositivo intrauterino, el anillo
vaginal y ya en ciertos casos, la ligadura de trompas. Aunque no en ese orden.
Si durante la explicación de la
ropa interior femenina lo había pasado mal, aquella charla sobre sexo estaba
resultando una prueba muy dura, aunque tendría que agradecerle que lo preparase
de aquella manera. Ahora bien, todo lo que estaba aprendiendo quería ponerlo en
práctica con ella, y no creía que estuviese por la labor de hacerlo.
Estuvieron otra hora con ese
tema, libros de anatomía de por medio para que le quedase todo bien claro y no
lo dejó hasta asegurarse de que se lo había aprendido todo.
— Bien, ahora tras esta clase
sobre sexo, vamos a celebrar lo que has aprendido dándonos un atracón de helado
de chocolate. — Le sonrió y ambos salieron de allí rumbo a la cocina.
Mientras él sacaba los boles,
sonrió recordando que el helado de chocolate siempre estaba en sus
celebraciones. Nunca otro sabor, siempre ése y no sabía por qué. Eso lo llevó a
recordar el momento en que se enamoró de ella.
Fue a los trece años, un día de
invierno de muchísimo frío.
Acaba de salir de clase y le
había pedido a una de sus compañeras, la más popular que si podía hablar con
ella a solas.
— ¿Qué quieres Jong Hyun? — Su
expresión hastiada no era un buen augurio, aunque de todas maneras quería
intentarlo.
— Verás… me preguntaba si
querrías salir conmigo. — Contuvo la respiración y la miró esperanzado, para
ver cómo su cara pasaba de la incredulidad al desprecio y la burla.
— ¿Estás de
coña? ¿Salir contigo? ¿Tan mal gusto crees que tengo?
— Me alegra que le hayas dado
calabazas, así es todo mío. — Changjo sintió cómo los brazos le rodeaban la
cintura y lo abrazaban con fuerza, mientras apoyaba la cabeza sobre su hombro.
Vio cómo la muchacha entrecerraba
los ojos y luego la miraba fascinada. Solía pasar, por su forma de vestir y
comportarse solía pasar por un chico, uno muy guapo.
— Jong Hyun, ¿es que te van los
chicos? — Sonaba asqueada y al mismo tiempo fascinada.
Changjo, que ya había presenciado
aquello muchas veces, decidió seguir con el juego, al menos salvaría su ego.
— En realidad le van las mujeres.
— Hee Young había respondido por él. — Creo que la tiene un problema con sus
gustos sexuales eres tú. — Y la miró divertida mientras se ponía al lado de
Changjo
— ¿A qué te refieres? — La vio
entrecerrar los ojos y mirarla con sospecha.
Hee Young sonrió con suficiencia
y se giró hacia Changjo. Se quitó uno de los guantes y le pasó el dorso de la
mano desde la sien, hasta la barbilla con mucha delicadeza, mientras se
acercaba tanto a él, que apenas había espacio entre ellos. Lo miró con deseo, y
torció la cabeza como si fuese a besarlo, pero cuando estaba a punto de
hacerlo, se mordió el labio inferior, mientras dejaba escapar un gemido de
frustración.
— Muy fácil, soy una mujer y
estoy esperando a que Jong Hyun sea mayor de edad para que por fin pueda ir a
por él. Mientras, tú has pensado que era un hombre, y aunque te repugnaba la
idea de que tuviese algo con él, querías intentar ir a por mí. — Vio cómo la
muchacha palidecía, abría los ojos de manera desmesurada y tragaba con fuerza
mientras retrocedía.
Lo que se le escapó fue la
fascinación que mostró Changjo por ella.
— No puede ser, estás mintiendo.
— Su bravuconada sólo la divirtió más, pero se encogió de hombros.
— Cree lo que te dé la gana, no
tengo por qué demostrarte que soy una mujer. — Y volvió a acercarse a Changjo,
le agarró la mejilla izquierda con suavidad, mientras deslizaba su brazo por la
cintura, lo agarró y lo atrajo hacia ella, mientras que él, por inercia,
deslizaba las manos hasta sus hombros. Estaba apenas a unos milímetros de sus
labios, cuando se giró hacia ella y la miró fingiendo enfado.
— ¿Es que acaso eres una mirona?
— La mirada de desprecio que le dedicó la dejó estupefacta.
— ¿Qué?
— Verás, tu desprecio hacia él,
sólo ha incrementado mis ganas de demostrar de manera abierta lo que siento, y
quería besarlo hasta que perdiese el sentido, pero eso de tener espectadores no
es algo que me guste.
La vio enfurecerse y largarse de
allí mientras les dedicaba una mirada cargada de odio.
Un momento después, Hee Young
soltó a Changjo, que a punto estuvo de irse al suelo de la impresión, y se
asomó a una esquina para verla salir del instituto. En cuanto lo hizo,
prorrumpió en carcajadas tan fuertes, que acabó sentada en el suelo helado,
mientras se agarraba el abdomen y lloraba por culpa del ataque de risa.
Changjo al verla en ese estado,
empezó a sonreír divertido y feliz.
— Noona, vamos, ponte en pie, no
es bueno que estés sentada en ese lugar helado. — Se agachó y agarrándola por
los brazos, la ayudó a ponerse en pie, mientras ella intentaba parar el ataque
de risa, algo que logró al cabo de dos minutos.
— Por cierto noona, ¿estabas
espiándome? — La sospecha de Changjo se vio confirmada por el sonrojo de ella.
— No fue mi intención. Si ella te
hubiese dicho que sí, habría desaparecido, pero como te trató así, no tuve más
remedio que intervenir, y desde luego ha sido lo más divertido que me ha pasado
en mucho tiempo. Su cara era un poema. Y ya que estamos, celebrémoslo comiendo
helado.
— Noona, hace un frío que pela,
estamos en invierno y lo más probable es que acabemos enfermando. — Changjo
estaba estupefacto ante aquella sugerencia.
— No digas tonterías, no
enfermaremos. Y además, lo comeremos con sirope de chocolate caliente,
¿contento? — Y agarrándolo de la muñeca se marcharon de allí rumbo a una
heladería – cafetería.
— ¡Jong Hyun, vuelve al presente!
— La llamada de atención de Hee Young lo hizo abandonar el pasado y le sonrió
con cariño.
— Lo siento.
— ¿Se puede saber en qué
pensabas? — Hee Young había puesto las tazas con el helado en una bandeja y
Changjo la cogió para llevarla al salón. Una vez allí, se sentaron juntos en el
sofá y empezaron a disfrutar del helado.
— Estaba recordando aquel día de
invierno en que me salvaste de sufrir una humillación y acabamos comiendo
helado de chocolate con sirope de chocolate caliente. — La vio sonreír con
nostalgia, mientras mordía la cuchara, un gesto que a él le resultó adorable.
— Lo recuerdo. Después empecé a
tener mucho frío y tú me trajiste una taza de chocolate bien caliente. Me
hiciste poner las manos alrededor de ella y me reñiste por no haberte
escuchado. — Changjo sonrió y ella siguió comiendo helado.
— Tenía toda la razón y no lo
puedes negar. — La vio asentir en silencio. — Por cierto noona, ¿por qué
siempre comemos helado de chocolate? — Ella lo miró en silencio, luego cogió
una cucharada de helado de su taza y se la dio.
— Venga, cómetela. — Cuando
Changjo obedeció, ella sonrió. — Por esto.
— ¿El qué?
— Fue un día de verano, yo estaba en casa comiendo una tarrina de
helado de chocolate, cuando tu madre vino contigo a vernos.
Estabas empezando a comer comida
sólida y cuando me viste con el helado, te acercaste a mí sonriendo mientras no
le quitabas ojo. Le pregunté a tu madre si podía darte un poco, ella no puso
objeciones, así que te senté en mi regazo, templé un poco el helado con mis
manos para que no estuviese tan frío y te lo di a probar. — Su mirada y su
sonrisa se habían vuelto ensoñadoras mientras recordaba aquel momento, y
Changjo creyó que el corazón le estallaría. Nunca le habían contado aquello,
pero las sorpresas no acababan ahí. — Al final, te lo comiste casi todo y
cuando acabaste, me sonreíste de tal manera, que me robaste el corazón. Por eso
siempre que quiero celebrar algo contigo lo hago con helado de chocolate, porque
en aquel momento me hiciste sentir la niña más feliz del mundo. — Aquella
revelación fue como un puñetazo al estómago. Quería saltar de alegría,
agarrarla y besarla, pero no como un niño, sino como un hombre. Al final optó
por inclinarse hacia ella y besarla en la mejilla, para luego acercarse hasta
una de sus orejas.
— Noona, te quiero. — Sintió cómo
se tensaba, carraspeaba y centraba su atención en el helado.
— Maldito donseng, siempre has
sabido cómo emocionarme. — Ella pretendió lanzarle una mirada furiosa, mientras
contenía una sonrisa divertida y él sonrió burlón.
— Eso es en pago por los malos
ratos que me has hecho pasar con ciertas charlas.
— No seas tan presuntuoso, que
gracias a ellas has aprendido muchas cosas útiles.
Siguieron molestándose un buen
rato, mientras comían el helado, hasta que ella se dio cuenta de la hora que
era.
— Madre mía Jong Hyun, es muy
tarde, tienes que regresar o mañana no habrá quien te levante. — El miró su
reloj y soltó una imprecación. — Voy a llamarte a un taxi. — Y se fue a la
cocina a dejar las tazas sucias. — En cinco minutos estará aquí.
— A pesar de que me hiciste pasar
un mal rato en el dormitorio, muchas gracias. Espero poder volver a escaparme
pronto para que nos veamos otra vez. — Y la abrazó con fuerza.
— Ahora céntrate en el nuevo
disco. — Le dio un golpe en la espalda mientras le devolvía el abrazo y él
sonrió divertido.
— Bueno, me voy ya. Descansa
noona y felices sueños. — Se había dado la vuelta pero ella lo detuvo.
— Espera un momento. — Y fue
corriendo a su habitación. Cuando volvió, vio que traía el dichoso libro. Iba a
protestar pero ella lo acalló con una mirada. — Te conviene leerlo Jong Hyun,
lo que yo te he enseñado esta noche son apenas algunas cosas, lo más necesario.
Aquí aprenderás muchas más cosas. Y de paso, deja que lo lean tus compañeros y
enséñales lo que aprendiste. Ellos también tienen que saber cómo protegerse.
— Noona…
— Jong Hyun, por favor, es por
vuestro bien. — Ella lo miró preocupada y ante eso, él tuvo que claudicar.
— Está bien, lo haré. — Le dio un
beso en la mejilla y se marchó.
Cuando llegó al piso, se encontró
a Chin Hae despierta en el salón.
— Noona, es tarde, ¿qué haces
despierta? — Trató de esconder el libro pero no le dio tiempo.
— Min Soo me dijo que estarías
bien, pero aún así estaba preocupada y no podía dormir. — Le sonrió a modo de
disculpa.
— Lo siento noona.
— No lo sientas, no tienes la
culpa. Por cierto, yo también he leído ese libro, ¿lo has comprado o te lo han
dejado? — Ahora Chin Hae sonreía divertida, mientras que Changjo se ponía rojo
como un tomate.
— Me lo ha dejado Hee Young
noona, que se ha encargado de darme una clase sobre educación sexual y me ha
recomendado que lea el libro. — Trataba de sonar natural pero no lo logró y
Chin Hae trató de aguantar la risa.
— Si necesitas alguna explicación
de lo que leas, puedes preguntarme. No te cortes, estoy a favor de la educación
sexual.
— Noona, con una clase tuve
suficiente por hoy, por favor. — Su cara de sufrimiento la hizo detenerse y
sonrió.
— Está bien, vete a la cama y
descansa. Hoy tuviste un día agotador.
— Muchas gracias. Noona,
acuéstate tú también, necesitas mucho descanso. — Ella sonrió con cariño,
asintió y ambos fueron rumbo a sus dormitorios. A los cinco minutos, Changjo
dormía profundamente.
Al día siguiente, mientras
estaban en la empresa, Ricky se dio cuenta de que seguían estando todos
nerviosos, mientras que él no podía evitar mantener su cabeza en ocupaciones y
pensamientos más agradables. Pensaba en comida, lo cual significaba ir a
visitar a su noona para que le preparase algún suculento plato nuevo. Por eso,
en cuanto acabaron el trabajo de aquel día y tras pedir permiso al líder del
grupo, llamó a un taxi y se fue hasta el piso de la chica. Como casi siempre,
sin avisar hasta que ya estuvo de camino.
Na Na le advirtió que quizá algún día iría y ella no estaría
y hasta se rió un poco, pero Ricky supo que algo iba mal. Quizá no era muy
avispado, pero podía reconocer a la perfección por la voz de la muchacha que
algo la estaba molestando. Hacía bien en ir a verla.
Llegó al edificio un cuarto de hora después de haber colgado el teléfono, y tras pagar, entró en él y subió las escaleras de dos en dos (iría más deprisa que esperando el ascensor). Cuando llegó al piso, ahogado y jadeante, fue hasta su puerta y llamó un par de veces. Cuando le abrió, vio que Na Na llevaba el cabello revuelto y tenía los ojos entrecerrados. Parecía que se acabase de levantar, o que se hubiese revolcado por todo el piso. Fuera lo que fuese, estaba sin duda extraña.
—Noona—musitó—, esa no es la solución.
—¿El qué no es la solución a qué?
—No lo sé, pero conociéndote seguro que estás aplicando la solución errónea al problema que sea que tienes.
—Muchas gracias, donsaeng. — gruñó, abriendo más la puerta y dejándolo entrar. Ricky al sentir que el corazón se le aceleraba al verla, apartó la vista de manera inconsciente.
Llegó al edificio un cuarto de hora después de haber colgado el teléfono, y tras pagar, entró en él y subió las escaleras de dos en dos (iría más deprisa que esperando el ascensor). Cuando llegó al piso, ahogado y jadeante, fue hasta su puerta y llamó un par de veces. Cuando le abrió, vio que Na Na llevaba el cabello revuelto y tenía los ojos entrecerrados. Parecía que se acabase de levantar, o que se hubiese revolcado por todo el piso. Fuera lo que fuese, estaba sin duda extraña.
—Noona—musitó—, esa no es la solución.
—¿El qué no es la solución a qué?
—No lo sé, pero conociéndote seguro que estás aplicando la solución errónea al problema que sea que tienes.
—Muchas gracias, donsaeng. — gruñó, abriendo más la puerta y dejándolo entrar. Ricky al sentir que el corazón se le aceleraba al verla, apartó la vista de manera inconsciente.
Sabía que debajo de esa camiseta ancha debía haber unos
pantalones cortos, pero no lo parecía y su cuerpo, de repente, reaccionó. Notó
las orejas ardiéndole y contó mentalmente hasta tres, logrando tranquilizarse
un poco.
Se fijó en el piso. Estaba desordenado, los zapatos tirados por el suelo, latas de cerveza vacías por doquier, localizó una blusa y una falda mal colocados sobre el sofá y una silla...
—Noona, ¿se puede saber qué...?
— ¡Ven, que me irá bien explicártelo!—lo agarró de la muñeca y lo arrastró detrás de ella, sin dejarle acabar de formular la pregunta. Ricky casi fue lanzado sobre el sofá y recibió una cerveza en cuanto se recompuso de la sorpresa— Anda, una no te hará nada.—aunque no le gustaba demasiado la cerveza, se sintió débil ante la sonrisa que Na Na le mostraba y abrió la lata, comenzando a beber.
La chica comenzó a explicarle el mal funcionamiento de su empresa. Que todo se lo encargaban a ella mientras los demás no movían un dedo, ¡y al final eran los que se llevaban los méritos! Pero si algo salía mal, entonces claro, era culpa de ella.
Ricky la escuchaba con atención, sorprendido. No la había visto muchas veces así de molesta, y mucho menos bebiendo sin freno. Al ver que se había quedado sin cerveza la chica le tendió otra, brindaron y siguieron bebiendo y hablando. Le dijo cuán harta estaba, pero que por más que quisiera, no podía sacarse un trabajo de debajo de la manga y que tendría que conformarse con ése.
—Podría haber sido otras cosas mejores en esta vida—comentó, absorta en sus propios pensamientos—. Es cierto que comencé en este trabajo porque me gusta el arte y quería hacer algo relacionado con ello... pero me esperaba otra cosa. Hay mucho estrés, competencia... ¡No saben disfrutar las obras con las que trabajan! Yo no puedo... no sé, coger un cuadro, moverlo y ya está. Necesito admirarlo, entenderlo y a partir de ahí decidir cómo y dónde colocarlo—Ricky escuchaba con atención cada una de las palabras de la chica, que estaba emocionándose, viviéndolo, sacudiendo los brazos para explicarlo todo con mejor detalle—. Las obras están vivas, tienen sentimientos, no puedo colocar un cuadro de un paisaje al lado de... de una tempestad. No. Hay un orden en todas las cosas, sobre todo en esto. El paisaje se empapará de la pena de la tempestad... y ésta perderá su fuerza... no se trata sólo de decir "esta pintura es bonita". Es entenderlas. Nuestro trabajo es encajarlas cual puzzle, sin importar cuán diferentes sean... Aunque todo esto, a ti...
—¡No, noona, es impresionante! Nunca me imaginé que el trabajar en una galería de arte fuera tan apasionante.
—El problema es que sólo hay pinturas en mi empresa, pero desde luego me gustaría ir más allá, poder trabajar con todo tipo de arte, no sólo pinturas. Esculturas... ¿sabes cuánta información podemos extraer de ellas? ¡Es impresionante! Sería genial, no sé... trasladarme a un museo. Pero...
— ¿Pero? ¡Noona, deberías intentarlo! No pierdes nada por mirar.
— ¿Pero sabes qué? No puedo abandonar mis pinturas—pronunció esas dos palabras como si hablara de sus hijos, y Ricky sintió que el estómago le daba un vuelco—. Si las dejo solas... a saber qué harían con ellas...
Ricky perdió la noción de cuánto tiempo estuvo escuchándola, sólo supo que de repente se encontraba tumbado en el sofá, con un brazo colgando y sobre el otro la cabeza de su amiga, quien estaba contra el respaldo, creando dibujos imaginarios con la yema del dedo. Se habían acomodado como habían podido mientras charlaban, y ahora podía reseguir la línea de su cabeza y su nuca. Alargó el brazo libre y se la acarició. Ella se estremeció.
—¡Eh, esho hashe cozquillas!—su voz sonaba algo distorsionada, y le hizo reír.
—Noona... erez... divertida...—dijo entre risas. Na Na se revolvió y se dio la vuelta para encararlo, aunque ambos seguían tumbados.
—Eresh un mal donzaeng, ¿tendré que caztigarte?—le preguntó intentando poner una voz severa, cuyo único resultado fue que de nuevo el chico estallara en carcajadas. Harta, Na Na se movió, con el único resultado de que ambos cayeron sobre el suelo. Ricky se masajeó la cabeza dolorido y abrió los ojos, encontrándose con que ella había acabado a horcajadas sobre él. Parpadeó dos o tres veces, intentando entender qué estaba sucediendo. Por un momento, el tiempo parecía haberse detenido y se perdió en la mirada de la chica.
—Noona... —dijo, con voz más melosa de lo que pretendía. Alargó los brazos para apartarla, pero rodeó su cintura y con ayuda de las piernas se enderezó. Notaba el corazón palpitándole con fuerza.
—Chang Hyun...—Ricky acercó sus labios hasta tocar su boca. Nunca antes había besado a nadie, como mucho un roce inocente y sin pretensiones. No sabía muy bien qué tenía que hacer, pero llevaba el suficiente alcohol en la sangre como para no tener que pensar demasiado y dejar que su cuerpo actuase tal y como considerase adecuado. Se sentaron y siguieron besándose, ahora con mayor comodidad. Se dio cuenta de que Na Na parecía bastante predispuesta a dejarse besar sin freno por él. Antes de darse cuenta, estaba metiendo las manos bajo la camiseta de la chica. Ella no se lo impidió, así que comenzó a acariciarle la espalda con cuidado. No llevaba sujetador. Se separó de ella, avergonzado y con la cabeza dándole vueltas.
La chica agarró el rostro del chico entre ambas manos, y tras quedarse estáticos unos instantes, volvieron a besarse. Eran besos cortos pero apasionados. Ricky no sabía muy bien qué estaba haciendo, pero se encontró a sí mismo deseando más, más labios, más piel, más noona. La tumbó sobre el suelo, besándole el cuello.
La cabeza no dejaba de darle vueltas, pero le quitó importancia. Sólo era que no estaba acostumbrado a beber... o a besar...
Se fijó en el piso. Estaba desordenado, los zapatos tirados por el suelo, latas de cerveza vacías por doquier, localizó una blusa y una falda mal colocados sobre el sofá y una silla...
—Noona, ¿se puede saber qué...?
— ¡Ven, que me irá bien explicártelo!—lo agarró de la muñeca y lo arrastró detrás de ella, sin dejarle acabar de formular la pregunta. Ricky casi fue lanzado sobre el sofá y recibió una cerveza en cuanto se recompuso de la sorpresa— Anda, una no te hará nada.—aunque no le gustaba demasiado la cerveza, se sintió débil ante la sonrisa que Na Na le mostraba y abrió la lata, comenzando a beber.
La chica comenzó a explicarle el mal funcionamiento de su empresa. Que todo se lo encargaban a ella mientras los demás no movían un dedo, ¡y al final eran los que se llevaban los méritos! Pero si algo salía mal, entonces claro, era culpa de ella.
Ricky la escuchaba con atención, sorprendido. No la había visto muchas veces así de molesta, y mucho menos bebiendo sin freno. Al ver que se había quedado sin cerveza la chica le tendió otra, brindaron y siguieron bebiendo y hablando. Le dijo cuán harta estaba, pero que por más que quisiera, no podía sacarse un trabajo de debajo de la manga y que tendría que conformarse con ése.
—Podría haber sido otras cosas mejores en esta vida—comentó, absorta en sus propios pensamientos—. Es cierto que comencé en este trabajo porque me gusta el arte y quería hacer algo relacionado con ello... pero me esperaba otra cosa. Hay mucho estrés, competencia... ¡No saben disfrutar las obras con las que trabajan! Yo no puedo... no sé, coger un cuadro, moverlo y ya está. Necesito admirarlo, entenderlo y a partir de ahí decidir cómo y dónde colocarlo—Ricky escuchaba con atención cada una de las palabras de la chica, que estaba emocionándose, viviéndolo, sacudiendo los brazos para explicarlo todo con mejor detalle—. Las obras están vivas, tienen sentimientos, no puedo colocar un cuadro de un paisaje al lado de... de una tempestad. No. Hay un orden en todas las cosas, sobre todo en esto. El paisaje se empapará de la pena de la tempestad... y ésta perderá su fuerza... no se trata sólo de decir "esta pintura es bonita". Es entenderlas. Nuestro trabajo es encajarlas cual puzzle, sin importar cuán diferentes sean... Aunque todo esto, a ti...
—¡No, noona, es impresionante! Nunca me imaginé que el trabajar en una galería de arte fuera tan apasionante.
—El problema es que sólo hay pinturas en mi empresa, pero desde luego me gustaría ir más allá, poder trabajar con todo tipo de arte, no sólo pinturas. Esculturas... ¿sabes cuánta información podemos extraer de ellas? ¡Es impresionante! Sería genial, no sé... trasladarme a un museo. Pero...
— ¿Pero? ¡Noona, deberías intentarlo! No pierdes nada por mirar.
— ¿Pero sabes qué? No puedo abandonar mis pinturas—pronunció esas dos palabras como si hablara de sus hijos, y Ricky sintió que el estómago le daba un vuelco—. Si las dejo solas... a saber qué harían con ellas...
Ricky perdió la noción de cuánto tiempo estuvo escuchándola, sólo supo que de repente se encontraba tumbado en el sofá, con un brazo colgando y sobre el otro la cabeza de su amiga, quien estaba contra el respaldo, creando dibujos imaginarios con la yema del dedo. Se habían acomodado como habían podido mientras charlaban, y ahora podía reseguir la línea de su cabeza y su nuca. Alargó el brazo libre y se la acarició. Ella se estremeció.
—¡Eh, esho hashe cozquillas!—su voz sonaba algo distorsionada, y le hizo reír.
—Noona... erez... divertida...—dijo entre risas. Na Na se revolvió y se dio la vuelta para encararlo, aunque ambos seguían tumbados.
—Eresh un mal donzaeng, ¿tendré que caztigarte?—le preguntó intentando poner una voz severa, cuyo único resultado fue que de nuevo el chico estallara en carcajadas. Harta, Na Na se movió, con el único resultado de que ambos cayeron sobre el suelo. Ricky se masajeó la cabeza dolorido y abrió los ojos, encontrándose con que ella había acabado a horcajadas sobre él. Parpadeó dos o tres veces, intentando entender qué estaba sucediendo. Por un momento, el tiempo parecía haberse detenido y se perdió en la mirada de la chica.
—Noona... —dijo, con voz más melosa de lo que pretendía. Alargó los brazos para apartarla, pero rodeó su cintura y con ayuda de las piernas se enderezó. Notaba el corazón palpitándole con fuerza.
—Chang Hyun...—Ricky acercó sus labios hasta tocar su boca. Nunca antes había besado a nadie, como mucho un roce inocente y sin pretensiones. No sabía muy bien qué tenía que hacer, pero llevaba el suficiente alcohol en la sangre como para no tener que pensar demasiado y dejar que su cuerpo actuase tal y como considerase adecuado. Se sentaron y siguieron besándose, ahora con mayor comodidad. Se dio cuenta de que Na Na parecía bastante predispuesta a dejarse besar sin freno por él. Antes de darse cuenta, estaba metiendo las manos bajo la camiseta de la chica. Ella no se lo impidió, así que comenzó a acariciarle la espalda con cuidado. No llevaba sujetador. Se separó de ella, avergonzado y con la cabeza dándole vueltas.
La chica agarró el rostro del chico entre ambas manos, y tras quedarse estáticos unos instantes, volvieron a besarse. Eran besos cortos pero apasionados. Ricky no sabía muy bien qué estaba haciendo, pero se encontró a sí mismo deseando más, más labios, más piel, más noona. La tumbó sobre el suelo, besándole el cuello.
La cabeza no dejaba de darle vueltas, pero le quitó importancia. Sólo era que no estaba acostumbrado a beber... o a besar...
Niel sólo tenía ganas de llegar a casa y tirarse sobre la
cama tras comprobar que Chin Hae estuviera bien. No habían parado en todo el
día preparando el comeback, arreglando canciones, ultimando detalles. Por norma
general, eso le encantaba, pero esos últimos días había sido horrible y
cansado. Su cabeza no estaba para pensar en esas minucias, con todo por lo que
estaba pasando su noona. Los nervios de los demás parecían haberse calmado con
el paso de los días, pero él seguía exaltado y preocupado. No sabía hasta
cuándo podrían seguir viviendo así, y tenían que encontrar a la sassaeng fan lo
antes posible.
Aún tuvieron una hora más de práctica, y cuando terminaron se ducharon y fueron hasta la furgoneta. Esa noche, un amigo de Andy había dicho que los invitaba a ellos y a 100% a ir a cenar a algún lado porque quería conocerlos, y de paso, Niel suponía que vería si podía invertir en ellos de algún modo y les ofrecería alguna aparición en programas. Pero él quería irse a casa, así que les dijo que no iría porque no se encontraba del todo bien. Le parecía injusto ir a pasárselo bien, con Chin Hae aburrida en casa. Lo que no se esperaba cuando llegó al piso, fue encontrarse con Rokhyun también allí.
—Sabía que tú tampoco querrías ir a la cena—sonrió el chico nada más verlo aparecer. Niel arrugó el ceño. Quería estar a solas con Chin Hae, como en los viejos tiempos, pero al parecer no iba a ser posible—. Íbamos a cenar viendo una película, ¿te apuntas?
—Pero debe de estar cansado...—comentó Chin Hae. Y tanto que lo estaba.
—Tengo que cenar de todos modos—respondió Niel, esforzándose por parecer fresco como una lechuga—, y estoy bien noona. Vamos, ¿qué queréis cenar? ¿Vas a prepararnos algo?
—Habíamos pensado—volvió a ser Rokhyun quien habló. A veces ese chico le irritaba. En realidad siempre que estaba con Chin Hae, porque solía caerle bastante bien y era divertido. Además, siempre había pensado que sería interesante hacer una canción a dúo con él— pedir comida fuera. Así no tenemos que cocinar ni limpiar demasiado después...
—Buena idea. —afirmó. Lo era. Le fastidiaba, pero lo era.
Así fue como veinte minutos más tarde, se encontraban los tres frente al televisor comiendo unos fideos chinos. Con Chin Hae en el medio y ellos a los lados, tenían los ojos atentos a los movimientos del aparato. Era una película de comedia y acción así que pronto se perdieron en ella, riendo o en tensión.
Niel notaba la cabeza pesada. Cada vez tenía más sueño, y el estar sentados no ayudaba. Se sirvió más bebida, intentando mantener los ojos abiertos como platos. Al menos Chin Hae se lo estaba pasando bien.
Cuando terminó la película se pusieron a recoger lo que habían ensuciado. Niel notaba que hacia el final del visionado, algo debía haber pasado, porque Chin Hae parecía un poco sombría. Era extraño, porque estaba seguro de que la había disfrutado, riéndose e incluso dando palmadas en algunas partes. Pero desde luego, eso había pasado y ahora había algo carcomiéndole la cabeza. Mientras fregaban los boles, estuvo tentado de preguntarle qué sucedía, pero en vez de eso decidió parlotear sobre la película para distraerla.
— ¿Soy el único que se ha sorprendido con que el bebé secuestrado fuera el malo?—dijo— Quiero decir... pensaba desde el principio que ella era la que robaba... Ha sido una comedia un poco extraña.
—Niel, mejor...—comenzó a decir Rokhyun, un poco serio, intentando persuadirlo pero... ¿por qué? ¿Qué mal había en comentar la película? ¿Por qué le estaba mirando como si hiciera algo malo?
— ¡No, en serio!—forzó una risa—¿Y los padres, es esa la manera de reaccionar cuando perdéis a vuestro hijo? Sin llorar ni nada, sólo siguiendo con vuestra vida normal a los días...
—A veces, no queda otra cosa que hacer—esta vez fue Chin Hae quien habló. De algún modo, Niel sabía que estaba haciendo algo mal pero no sabía el qué, porque los ojos de su noona acababan de llenarse de lágrimas—. No encuentro tan raro que actuasen así...
— ¡Pero noona! Habían perdido a su hijo, de repente había desaparecido... y como si nada. Dos días llorando y después venga, sigamos con lo nuestro, ¿es eso normal?
— ¿Y qué querías que hicieran? ¿Llorar hasta que se les agotasen las lágrimas? Quizá lo hacían cuando nadie los veía... ¿no te has fijado en que los actores cambiaban su actitud, como si les pesara el cuerpo? ¡Eres artista, deberías percatarte de cosas así!— ¿pero por qué Chin Hae se estaba molestando con él, levantándole la voz? Dejó los palillos que estaba secando a un lado. El cuerpo le pesaba mucho, necesitaba dormir, llevaba demasiados días preocupándose por todo cada minuto, y la cabeza le flotaba en una nube. Lo último que le faltaba era que Chin Hae se enfadase con él porque no coincidían en su opinión sobre una película.
—Menuda tontería, ¿es que si tú perdieras a tu hijo...?—llegados a ese punto, se escuchó un bol rompiéndose. Rokhyun lo había dejado caer, distrayéndolos.
—Niel, será mejor que cierres la boca y te vayas a la cama. Estás cansado, se te nota en la cara.
— ¡No interrumpas! Estoy hablando con Chin Hae noona...
—Interrumpo porque estás hablando de más, sin darte cuenta de las consecuencias—Rokhyun ignoró los pedazos de bol rotos en el suelo, acercándose a Chin Hae y apoyando la mano en su hombro. La mujer había apartado la cara y la ocultaba con la mano, impidiéndole ver a Niel las lágrimas que resbalaban de sus ojos—. Será mejor que te vayas, en serio.—su voz fue cortante, con un tono que no le había escuchado nunca.
Niel sabía que había hecho o dicho algo mal, pero no sabía el qué. No entendía por qué de repente, parecía el malo de una historia que no sabía de qué iba ni cómo se había metido en ella. Lo único que quería era pasar un rato con Chin Hae, no dejarla sola, impedirle aburrirse, preocuparse, ser de apoyo... ¿por qué de repente le daba la sensación de que había hecho todo lo contrario?
La cabeza cada vez le daba más vueltas. Volaba lejos de su cuerpo. Parecían partes independientes la una de la otra. Se apoyó en la encimera, sintiendo que perdía las fuerzas. Después, no se dio cuenta de que había caído al suelo, desmayado a causa del cansancio.
Aún tuvieron una hora más de práctica, y cuando terminaron se ducharon y fueron hasta la furgoneta. Esa noche, un amigo de Andy había dicho que los invitaba a ellos y a 100% a ir a cenar a algún lado porque quería conocerlos, y de paso, Niel suponía que vería si podía invertir en ellos de algún modo y les ofrecería alguna aparición en programas. Pero él quería irse a casa, así que les dijo que no iría porque no se encontraba del todo bien. Le parecía injusto ir a pasárselo bien, con Chin Hae aburrida en casa. Lo que no se esperaba cuando llegó al piso, fue encontrarse con Rokhyun también allí.
—Sabía que tú tampoco querrías ir a la cena—sonrió el chico nada más verlo aparecer. Niel arrugó el ceño. Quería estar a solas con Chin Hae, como en los viejos tiempos, pero al parecer no iba a ser posible—. Íbamos a cenar viendo una película, ¿te apuntas?
—Pero debe de estar cansado...—comentó Chin Hae. Y tanto que lo estaba.
—Tengo que cenar de todos modos—respondió Niel, esforzándose por parecer fresco como una lechuga—, y estoy bien noona. Vamos, ¿qué queréis cenar? ¿Vas a prepararnos algo?
—Habíamos pensado—volvió a ser Rokhyun quien habló. A veces ese chico le irritaba. En realidad siempre que estaba con Chin Hae, porque solía caerle bastante bien y era divertido. Además, siempre había pensado que sería interesante hacer una canción a dúo con él— pedir comida fuera. Así no tenemos que cocinar ni limpiar demasiado después...
—Buena idea. —afirmó. Lo era. Le fastidiaba, pero lo era.
Así fue como veinte minutos más tarde, se encontraban los tres frente al televisor comiendo unos fideos chinos. Con Chin Hae en el medio y ellos a los lados, tenían los ojos atentos a los movimientos del aparato. Era una película de comedia y acción así que pronto se perdieron en ella, riendo o en tensión.
Niel notaba la cabeza pesada. Cada vez tenía más sueño, y el estar sentados no ayudaba. Se sirvió más bebida, intentando mantener los ojos abiertos como platos. Al menos Chin Hae se lo estaba pasando bien.
Cuando terminó la película se pusieron a recoger lo que habían ensuciado. Niel notaba que hacia el final del visionado, algo debía haber pasado, porque Chin Hae parecía un poco sombría. Era extraño, porque estaba seguro de que la había disfrutado, riéndose e incluso dando palmadas en algunas partes. Pero desde luego, eso había pasado y ahora había algo carcomiéndole la cabeza. Mientras fregaban los boles, estuvo tentado de preguntarle qué sucedía, pero en vez de eso decidió parlotear sobre la película para distraerla.
— ¿Soy el único que se ha sorprendido con que el bebé secuestrado fuera el malo?—dijo— Quiero decir... pensaba desde el principio que ella era la que robaba... Ha sido una comedia un poco extraña.
—Niel, mejor...—comenzó a decir Rokhyun, un poco serio, intentando persuadirlo pero... ¿por qué? ¿Qué mal había en comentar la película? ¿Por qué le estaba mirando como si hiciera algo malo?
— ¡No, en serio!—forzó una risa—¿Y los padres, es esa la manera de reaccionar cuando perdéis a vuestro hijo? Sin llorar ni nada, sólo siguiendo con vuestra vida normal a los días...
—A veces, no queda otra cosa que hacer—esta vez fue Chin Hae quien habló. De algún modo, Niel sabía que estaba haciendo algo mal pero no sabía el qué, porque los ojos de su noona acababan de llenarse de lágrimas—. No encuentro tan raro que actuasen así...
— ¡Pero noona! Habían perdido a su hijo, de repente había desaparecido... y como si nada. Dos días llorando y después venga, sigamos con lo nuestro, ¿es eso normal?
— ¿Y qué querías que hicieran? ¿Llorar hasta que se les agotasen las lágrimas? Quizá lo hacían cuando nadie los veía... ¿no te has fijado en que los actores cambiaban su actitud, como si les pesara el cuerpo? ¡Eres artista, deberías percatarte de cosas así!— ¿pero por qué Chin Hae se estaba molestando con él, levantándole la voz? Dejó los palillos que estaba secando a un lado. El cuerpo le pesaba mucho, necesitaba dormir, llevaba demasiados días preocupándose por todo cada minuto, y la cabeza le flotaba en una nube. Lo último que le faltaba era que Chin Hae se enfadase con él porque no coincidían en su opinión sobre una película.
—Menuda tontería, ¿es que si tú perdieras a tu hijo...?—llegados a ese punto, se escuchó un bol rompiéndose. Rokhyun lo había dejado caer, distrayéndolos.
—Niel, será mejor que cierres la boca y te vayas a la cama. Estás cansado, se te nota en la cara.
— ¡No interrumpas! Estoy hablando con Chin Hae noona...
—Interrumpo porque estás hablando de más, sin darte cuenta de las consecuencias—Rokhyun ignoró los pedazos de bol rotos en el suelo, acercándose a Chin Hae y apoyando la mano en su hombro. La mujer había apartado la cara y la ocultaba con la mano, impidiéndole ver a Niel las lágrimas que resbalaban de sus ojos—. Será mejor que te vayas, en serio.—su voz fue cortante, con un tono que no le había escuchado nunca.
Niel sabía que había hecho o dicho algo mal, pero no sabía el qué. No entendía por qué de repente, parecía el malo de una historia que no sabía de qué iba ni cómo se había metido en ella. Lo único que quería era pasar un rato con Chin Hae, no dejarla sola, impedirle aburrirse, preocuparse, ser de apoyo... ¿por qué de repente le daba la sensación de que había hecho todo lo contrario?
La cabeza cada vez le daba más vueltas. Volaba lejos de su cuerpo. Parecían partes independientes la una de la otra. Se apoyó en la encimera, sintiendo que perdía las fuerzas. Después, no se dio cuenta de que había caído al suelo, desmayado a causa del cansancio.
Adoro esta historia y como se está desarrollando. El final les quedó de pelos!!! Esperaré con gran ansiedad el siguiente capítulo. Gracias chicas.-
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