Por @jeannelok y @Ari2PMAM
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Capítulo 11:
Ricky abrió los ojos con
lentitud y un enorme dolor de cabeza hizo presa en él. Le costó entender por
qué estaba tirado en el suelo de cualquier manera, y cuando lo hizo alcanzó la
lucidez de golpe. Se enderezó hasta lograr ponerse de pie. La luz que entraba
por las ventanas le hacía daño en los ojos, pero le ayudaría a despejarse.
Buscó a Na Na, y la encontró durmiendo en el sofá. Recordaba, a pesar del
alcohol, todo lo sucedido la noche anterior. Se sonrojó pasándose una mano por
la cara. No podía ser… pero sí. Se había besado con ella e incluso recordaba
haber tocado en… algunas partes…
Se fue hasta el baño a lavarse
el rostro, intentando evitar que los recuerdos acudieran de nuevo a él. No
entendía por qué había hecho eso, ni si su amiga lo maltrataría mucho cuando se
despertase por haberse aprovechado de ella. Aunque… en ningún momento Na Na se
mostró molesta o intentó detenerlo. Según recordaba, ambos habían participado
en los… besos… y ella también le había tocado la espalda, el pecho…
Hundió la cabeza en el agua que
había llenado en la pica y se quedó unos segundos dentro hasta que tuvo la
necesidad de respirar. Repitió la operación varias veces.
— ¿Ricky?—escuchó la voz
adormilada de Na Na llamarlo, y se puso nervioso, comenzando a caminar de un
lado al otro sin saber qué hacer, como una fiera enjaulada. Esperaba que la
chica no recordase nada, porque desde luego lo que no iban a poder evitar era
sentirse incómodos. Y él aún tenía que adivinar por qué le habían gustado tanto
las sensaciones que había experimentado mientras se besaban— ¿Estás aquí?—le
preguntó desde el otro lado de la puerta.
—Sí, noona. Estoy lavándome,
tengo que volver al piso con los demás…
—¿No vas a desayunar?—vale,
estaba de suerte. No parecía recordar nada, o al menos no mostraba indicios de
ello.
—No, noona, desayunaré con los
chicos en el piso…—de todos modos, quería huir de allí, marcharse cuanto antes.
Salió del cuarto de baño unos
minutos después. Tenía el cabello empapado, pero al menos se sentía capaz de
enfrentar a la chica sin morirse de la vergüenza. La encontró recogiendo las
latas de cerveza, con el cabello revuelto, recogido en una coleta con pinzas, y
todavía cara de sueño.
— ¿Te ayudo?—le preguntó, con
una voz un poco más aguda y estridente que la suya. Carraspeó.
—No, vete… No te habrás resfriado,
¿verdad?—le preguntó, volviéndose a mirarlo con cara de preocupación. Él negó
con rapidez sacudiendo la cabeza de un lado al otro.
—Es por la cerveza y el sueño.
Se me pasará dentro de un rato… ¿ves?—poco a poco lograba hablar con
normalidad.
—Está bien. Son las siete de la
mañana, debes ser el único ser humano que se despierta pronto tras una
borrachera y está tan campante y sin resaca.
—Sí que tengo resaca—se quejó
haciendo un mohín—, pero como artista, incluso en los peores momentos, sé
aparentar que no me sucede nada. Es parte de mi trabajo como cantante.
—Pues ya me enseñarás algunos
trucos…—lo acompañó hasta la puerta y se despidieron. En cuanto alcanzó las
escaleras bajó rápido como un rayo y llamó la atención de un taxi que pasaba.
Estaba acalorado y necesitaba llegar a casa y distraerse cuando antes.
Niel notó la cabeza dolorida y
pesada. Parpadeó unas cuantas veces y buscó con la mirada, hasta que se
encontró con Chin Hae y C.A.P mirándolo con preocupación. Intentó enderezarse,
pero la mujer lo empujó con suavidad hacia atrás. Sonreía con pena.
—El doctor ha dicho que el
desmayo ha sido debido al agotamiento. Tienes que descansar, Niel. Hoy te tomas
el día libre.
—No, no estoy…
—Lo siento mucho, Niel. Debería
haberme dado cuenta, pero estaba demasiado preocupada por mí misma.
—Yo, como líder, tampoco me
percaté. Has estado pasando por mucha presión, Niel. Más que ninguno de
nosotros. —a pesar de las quejas, Niel se enderezó. Alargó el brazo y puso la
mano sobre el hombro de Chin Hae, pues era quien tenía más cerca ya que estaba
sentada en la cama.
—Como no dejéis de echaros la
culpa por esto como mártires, pareceréis tontos. Es mi cuerpo y por lo tanto,
soy yo quien debe preocuparse por él, por cuidarlo. Así que dejaos de
melodramas, sólo ha sido un desmayo. Ah… agua—añadió al ver un vaso en la
mesita que tenía al lado. Alargó el brazo y bebió, justo en el momento en que
su teléfono comenzó a sonar. C.A.P se lo acercó y leyó el nombre del líder de
100% en la pantalla. Le extrañó pues no era común que Minwoo le llamase.
— ¿Niel? ¿Estás mejor?—fue lo
primero que preguntó. Recordó entonces que Rokhyun (supuso que el chico había
tenido que regresar a su propio piso y por eso se encontraba C.A.P allí en vez
de él) estaba con ellos cuando se había desmayado. Entonces le vino también a
la memoria la confusa conversación que habían tenido. No sabía por qué con
exactitud, pero tenía la sensación de que la había pifiado y que tenía que
disculparse con Chin Hae.
—Estoy bien hyung. Gracias por
preocuparte.
—Genial. Pero en realidad no te
llamaba sólo para eso, así que no me cuelgues que te veo las intenciones. Hazme
un favor, y pide que te dejen solo en el cuarto. Prefiero que esto quede entre
nosotros tres… Entre Rokhyun, tú y yo.—sorprendido, asintió con la cabeza.
—Vale, gracias hyung… sí, ya te
llamaré más tarde, adiós. —hizo ver qué colgaba y dejó el teléfono apoyado en
la almohada— Si no os importa estoy un poco cansado y me gustaría dormir… sólo
quiero descansar un poco.
— ¡Por supuesto!—Chin Hae se
levantó de golpe— Descansa, y llámanos si necesitas cualquier cosa.
—Y en serio, noona… no te
sientas culpable. —ella le respondió con una débil sonrisa. Niel sabía mejor
que nadie que uno mismo no podía luchar contra la culpa, por mucho que los
demás e incluso los afectados por la causa le dijesen lo contrario.
Una vez se quedó solo, cogió de
nuevo el teléfono móvil y le preguntó a Minwoo en voz baja qué sucedía.
—He estado hablando con
Rokhyun, y ambos creemos que esta situación está llegando demasiado lejos. Ésa
o ésas fans serán unas crías que saben muy bien cómo esconderse, y por niñas o
por tener muy buen respaldo, están escabulléndose de la policía mejor que
cualquier lagartija. Así que creemos que… tenemos que meter mano en el asunto.
Pero no puede enterarse nadie más, porque no nos dejarían.
—Creo que tienes razón. Es
estúpido que la policía tarde tanto en localizar a unas niñas. ¿Habéis pensado
algún plan?
— ¡Sí! Y te necesitamos para
llevarlo a cabo. Pero por hoy, descansa. Mañana te llamaré y hablaremos mejor
sobre el tema. –Niel asintió y tras colgar, bostezó. De repente, lo que le
había dicho a Chin Hae y C.A.P como excusa falsa se estaba convirtiendo en
realidad, así que se tumbó y cerró los ojos. Todo su cuerpo, tenso y cansado,
lo necesitaba.
Llegó al piso a y media y
cuando subió, los demás chicos ya estaban en movimiento preparándose para ir a
ensayar. C.A.P y Chin Hae salieron de su cuarto, sorprendiéndolo. Le explicaron
que Niel se había desmayado la noche anterior y que acababa de despertarse,
pero que tenía que descansar. Por lo tanto, le prohibieron entrar en su cuarto
y le dijeron que fuera a buscar ropa de alguno de los demás chicos o de la que
tenían tendida. Después lo dejaron solo en el pasillo, mientras el líder se
quejaba sobre algo relacionado con que él podía ir a trabajar a pesar de la
noche en vela y a la mujer negándose mientras llamaba a algún sitio. Se imaginó
que iba a avisar a la compañía diciendo que ni Niel ni él podían ir a trabajar.
Quiso que lo añadiese al grupo porque su cuerpo y su mente no estaban
preparados para dar dos pasos correctos.
Por lo que le habían dicho, no
tenía por qué preocuparse por Niel, así que
se arrastró hasta el cuarto de Changjo, Chunji y L.Joe ya que no tenía
ropa en el tendedero. Ninguno de los tres estaba allí, y estaba demasiado
perezoso como para ir a pedirles permiso por coger su ropa, así que se puso a
buscar. La de L.Joe le iría demasiado pequeña. Chunji era demasiado pijo y lo
mataría si tocaba uno de sus pantalones. La mejor opción era Changjo, aunque le
iría bastante grande, pero al menos sería un poco más cómoda. Comenzó a
revolverle la ropa, la cual ya estaba bastante desordenada de por sí, cuando de
repente algo pesado cayó de entre unos pantalones. Estuvo a punto de chafarle el
pie, y suspiró aliviado por haberse librado de ello. Al agacharse a cogerlo, se
dio cuenta de que era un libro.
Leyó su portada, arrugó el ceño
curioso porque no tenía ni idea de qué podía ser y lo abrió. Lo cerró a las
pocas hojas, sonrojado. Lo volvió a abrir, curioseándolo un poco y de repente,
salió gritando y riéndose a todo pulmón por el secreto que acababa de encontrar
del maknae. Él, que siempre se vanagloriaba por no necesitar mirar vídeos y
revistas pornográficos porque no le interesaba el tema a pesar de estar en
plena edad de deseo. Lo tenía en alto, sacudiéndolo, hasta que estuvo a punto
de chocar con el dueño. Estaba rojo y se lo arrebató de un golpe.
Al menos, meterse un poco con
Changjo como venganza de cuando lo hacían con él, le ayudaría a olvidar el caos
mental que tenía desde que se había levantado.
— ¡Tienes novia!—lo acusó al
instante.
— ¿Es que no puedo tener un
libro de estos sin necesidad de tener novia?
— ¿Para qué ibas a quererlo y
tenerlo tan bien escondido, si no es por eso?
—Por… por curiosidad… ¡además,
fue un regalo!
— ¡De tu novia!
— ¡Ricky, por favor…!
—Llámame hyung…
— ¡¿Qué sucede aquí?!—Chin Hae
apareció. Parecía un poco furiosa por el ruido que estaban haciendo— Se supone
que Niel tiene que descansar, así que quiero una buena explicación de por qué
estáis armando todo este jaleo…
—Lo… lo siento. Es que he
encontrado un libro en el cuarto de Changjo y… y me ha hecho gracia…
— ¿Un libro, qué libro?—no hubo
respuesta— Veo que lo tienes en la mano. Changjo, quiero verlo—no le quedó otra
que dárselo. La mujer lo agarró, lo abrió y cotilleó igual que Ricky hiciera
momentos antes y sonrió complacida antes de volver a cerrarlo—. Pues me parece
estupendo que Changjo tenga este libro. No sé a qué viene mofarse de él. Está
genial y es de hombres maduros querer informarse de este tipo de cosas para
poder disfrutar del sexo con su pareja—ante la mención de la palabra sexo,
Ricky notó sus orejas calentarse y por el rabillo del ojo vio a Changjo del
mismo color, pero sonriendo triunfante. Se mordió el labio inferior. Su pequeña
artimaña al final se había vuelto en su contra—. Hay muchas relaciones que se
acaban porque cada uno tiene interés sólo por su propia satisfacción, sin
pensar en la del otro. Este tipo de lecturas ayudarán a Changjo para que eso no
le suceda. Ya sea ahora… o en el futuro.
—De momento, es sólo por…
informarte. Para un futuro.—Ricky creyó ver en la mirada de ambos algo que les
hizo mucha gracia, pero que sólo ellos entendían.
— ¿Hablando de sexo de buena
mañana?—preguntó Chunji apareciendo de la nada con el cabello húmedo. Se acercó
hasta ellos y cotilleó el libro— Oye, ya me lo prestarás, suena interesante.
Creo que me será muy útil… mmm… algún día.—añadió, como si intentase desviar la
atención de lo que acababa de decir.
Ricky suspiró, angustiado. No
le gustaba la situación. Recordaba que se había estado besando y tocando con su
noona el día anterior, e incluso él sabía qué podría haber sucedido tras eso si
el alcohol no los hubiera dejado k.o. a ambos. Toda aquella charla, en vez de
hacerle distraerse, le hacía pensar más en el tema.
Mientras los demás hablaban y
el líder se les unía, decidió ir a ducharse, igual de confundido que cuando
había abierto los ojos casi un par de horas atrás.
Era el penúltimo programa y como lugar de grabación habían
elegido el planetario, para tener al mismo tiempo una sesión de diversión y
aprendizaje.
En cuanto llegaron, Zi Yu se fue a por L. Joe, mientras que
Amaia fue a por Changjo, que como siempre, se mostraron encantados por eso, aunque
los niños no se olvidaron de saludar a los demás.
En la entrada les esperaba la que sería su guía, la doctora
en astrofísica Kim Jin Joo. La estudiaron con disimulo mientras se llevaban a
cabo las presentaciones, y se quedaron sorprendidos. Era alta para la media
coreana, superaba el metro setenta, tenía una melena larga que le llegaba a la
cintura y que llevaba recogida en una cola de caballo. Era esbelta, con un
cuerpo por el que muchas mujeres pagarían grandes cantidades de dinero para
lograr tener. Pero no era eso lo que más les atraía. Tampoco su rostro, en el
que destacaban unos ojos grandes, pero que por lo demás, era bastante común.
Sino su presencia. En cuando la vieron lo notaron. Tenía un magnetismo del que
era imposible huir y eso les hizo sentir un escalofrío en el espinazo. Aquella
mujer tenía carácter y sabía imponerse, sin dejar que nadie la infravalorase.
— Bienvenidos. Tenemos todo preparado, y como aquí lo
principal son los niños, — desvió la mirada hacia ambos sonriéndoles con amabilidad—
la visita no será muy técnica. Para estos casos tenemos preparado un programa
especial en el que se pretende introducir a los pequeños en el mundo de la
astronomía de una manera divertida. Así que si os parece, iniciaremos la
visita. — Su sonrisa amable no escondía la orden teñida de sugerencia y los
chicos accedieron de inmediato.
— ¿Tienen muchos visitantes? — Niel fue el primero en
preguntar, quería romper el hielo, porque ella se había quedado en silencio y
eso le estaba poniendo muy nervioso.
— Pues sí, la verdad es que solemos tener muchas visitas. En
el caso de grupos muy numerosos se tiene que reservar con un mes de adelanto. A
pesar de la popularidad del lugar, somos pocos los trabajadores, y además,
tenemos que combinarlo con nuestra vida académica y nuestra labor
investigadora. — Estamos tan ocupados como vosotros cuando estáis de
promociones. — Su sonrisa divertida les hizo sonreír, pero siguieron estando
incómodos.
Al cabo de un momento les hizo entrar en una sala con mesas
y sillas. Las paredes estaban decoradas con pósters de nebulosas, algo que
fascinó tanto a los pequeños como a los chicos.
— ¿Os gusta? — En su voz pudieron notar el orgullo que
sentía al ver esas reacciones.
— Son muy hermosas. — Chunji no podía dejar de mirar hacia
todos lados.
— Los colores son increíbles. — CAP se volvió hacia ella
sonriendo y eso la divirtió.
— ¿Cómo se llaman? — Amaia se volvió hacia Jin Joo, muerta
de curiosidad.
Eso hizo que ella se acercase a los dos niños, que estaban
juntos y los cogiese de las manos, para llevarlos hacia cada uno de los
pósters.
Lo que no esperaba y la sorprendió, fue que los chicos
también los siguiesen para prestar la máxima atención a sus explicaciones.
Todo lo que les contaba era muy complejo, pero ella lo
contaba de tal manera que lo hacía parecer todo un juego de niños. El recorrido
por las nebulosas que allí aparecían duró una media hora y en cada una de las
ocasiones que cambiaban a otra, Jin Joo tenía que llevarse a rastras a Zi Yu y
Amaia porque se quedaban embobados ante las fotografías, aunque no eran los
únicos.
— Bien, ahora tanto grandes como pequeños vais a dibujar
vuestra nebulosa favorita y explicármela a mí con vuestras propias palabras. —
Aquello hizo palidecer a los seis muchachos, que no se esperaban eso ni por
asomo.
— Pero si se supone que nosotros no tenemos que hacer eso. —
La voz de Changjo sonaba estrangulada.
— Es verdad, esto se supone que es una actividad para que
hagan los niños. — Ricky se apresuró a apoyar a Changjo.
— Vosotros sois los padres y como tales, se supone que
tenéis que interactuar con vuestros hijos, y ésta es la mejor forma. — Fue
hasta un cajón del que sacó hojas tamaño Din – A3 y varias cajas de colores que
les fue pasando hasta que todos tuvieron el material necesario. — Bien, tenéis
un cuarto de hora para hacer los dibujos. — Miró su reloj, levantó su mano
derecha y al cabo de un momento la bajó. — Comenzad.
Jin Joo empezó a pasearse entre ellos para ver los progresos
que iban haciendo y animando a los pequeños, que sonreían felices al recibir
los ánimos.
— Bien, se acabó el tiempo. Hora de mostrar el trabajo
realizado y dar las explicaciones.
Sólo tres personas se mostraron orgullosas de sus trabajos:
Amaia, Zi Yu y CAP. Mientras que los demás se mostraron reticentes a mostrar
sus dibujos.
— ¿Quién de vosotros empezará?
— Yo lo haré, cuando antes mejor. — Un resignado L. Joe se
puso ante Jin Joo y le mostró un dibujo de la nebulosa Trífida o M20.
Cuando acabó la explicación, Jin Joo lo felicitó, tanto por
la explicación, como por el dibujo, ya que era algo difícil de hacer y él
sonrió aliviado.
A continuación fueron Zi Yu y Amaia, que se decantaron, él
por la nebulosa Hélix y ella por la de ojo de gato, logrando los aplausos de
todos los allí presentes por haberlo hecho muy bien.
Y tras ellos, el resto de chicos: Niel eligió la nebulosa de
las Pléyades o M45, Chanjo la del Águila o M16, Chunji la NGC 2818, Ricky la
NGC 3603 y por último CAP la de la Cabeza de caballo o Barnard 33.
Cuando CAP mostró su dibujo, Jin Joo se quedó asombrada,
porque era de lejos, el mejor de todos. A los demás no les sorprendió, porque
era sabido que al líder se le daba muy bien el dibujo.
— Bien, creo que el ganador sin duda alguna
es CAP. — Miró a todos y los vio asentir. — Tu dibujo es muy bueno, me ha
dejado impresionada — Se giró hacia los niños y les sonrió —. Y vosotros dos no
os quedáis atrás, ojalá a vuestra edad yo hubiera dibujado así.
Escuchándola, los chicos pensaron para sí
mismos que era un acierto darle el premio a C.A.P, pero sin olvidar felicitar a
los niños. Era un modo de animarlos a no abandonar su lado artístico, pero ver
también que otros podían ser mejores que ellos, y no por eso debían venirse
abajo. Había padres que daban a entender a sus hijos que eran lo mejor en todo
lo que hacían, y de ese modo los niños se lo creían y al final nunca mejoraban
y acababan por quedarse atrás. Tomaron nota de lo que acababan de aprender
gracias a Jin Joo. Era una gran lección que nunca olvidarían.
— Bien, hora de ir a ver constelaciones. — Y salieron de
allí rumbo a otra zona del planetario.
No tardaron mucho en llegar, y cuando lo hicieron, fue como
si entrasen a una gran sala de cine, pero ésta, al contrario que las otras, era
de forma redonda.
— Sentaos y poneos cómodos. — Jin Joo los vio ir hacia la
zona media de la sala, mientras llevaban con cuidado a los niños para que no se
cayesen, lo que le hizo sonreír con cariño, porque parecían unos verdaderos
padres. — ¿Estáis listos? — Un sí a coro llegó con fuerza hasta ella, que se
había puesto tras un atril.
Apagó las luces y de repente el techo mostró todas las
constelaciones, tanto las del hemisferio norte como las del sur. Jin Joo pudo
escuchar la fascinación en sus voces al hacer aquello, y era algo que siempre
la hacía feliz, porque todo el mundo reaccionaba igual, daba igual su edad.
La conferencia duró una hora, tras la cual volvió a encender
las luces, atrayendo la atención hacia ella. El grupo se reunió con ella que
los esperaba en silencio, estudiándolos, volviéndoles a hacer que se sintiesen
incómodos.
— ¿Tenéis alguna pregunta?
Amaia y Zi Yu enseguida levantaron los brazos, ella se sentó
en el suelo e invitó a todos a que hiciesen lo mismo antes de contestar a los
niños, de la manera más sencilla posible para que lo entendiesen.
Tras ellos, todos los chicos le hicieron varias preguntas y
así pasaron unos tres cuartos de hora. Fue una charla divertida y logró que
volviesen a relajarse, porque había notado la tensión que atenazaba sus cuerpos
cuando ella los observaba en silencio.
Llegó la hora de irse, aunque antes les dio a los niños unos
recuerdos del planetario que agradecieron con entusiasmo.
Justo cuando estaban a punto de salir del edificio, Niel vio
cómo un hombre se reunía con Jin Joo, supuso que era otro astrónomo, y que los miraba
de manera especulativa.
— Menos mal que les tocó hacer a ellos de padre en vez de a
Seo Minwoo y compañía. Habría sido difícil reencontrarte con él.
— Para nada, créeme. Habría sentido lo mismo que sentí
ahora, es decir, nada.
Niel los vio marcharse, pero la mención del líder de 100% y
que ambos astrónomos lo conociesen le dejó intrigado. Tenía que acordarse de
preguntarle si los conocía, aunque por lo que ella dejó caer, la relación no
tuvo que acabar nada bien.
Estaba agobiado, tanto, que sentía que se iba asfixiar.
Tras la grabación del programa el día anterior, habían
vuelto a la empresa para seguir con la preparación del nuevo trabajo y le había
supuesto un esfuerzo titánico permanecer centrado en el trabajo sin dejar
traslucir lo que sentía. Después de todo era el líder y como tal tenía que ser
un ejemplo para los demás, algo que a veces le hacía sentir muy solo.
Necesitaba hablar, desahogarse con alguien, pero no podía hacerlo con sus
compañeros, porque sería incrementar las preocupaciones del grupo y no se
podían permitir tener problemas a esas alturas de la película.
Sung Jun, ella la solución, si iba a hablar con ella se
quedaría tranquilo. Después de todo, ella siempre había logrado calmarle y
hacer que sus preocupaciones disminuyesen, de una manera algo arisca. Ella era
su refugio, el único lugar seguro que conocía fuera de casa de sus padres.
— Chicos, me voy a ver a Sung Jun noona, no me esperéis. — Y
sin darles tiempo a replicar nada, salió corriendo, pero asegurándose de ir
camuflado. Cogió un taxi y sonrió feliz porque vería de nuevo a su noona.
A medida que se acercaba a su destino, la idea de ir a ver a
Sung Jun ya no le parecía tan buena como al principio. Por eso, cuando se bajó
del taxi y entró en el edificio, los pies le pesaban como si fuesen de plomo,
mientras se preguntaba una y otra vez por qué había cometido la locura de ir a
verla, porque total, le iba a decir que no nada nuevo por lo que estaba
pasando, que ya antes había tenido los mismos problemas, y que seguía siendo un
crío por no saber encarar los retos que se le presentaban.
Sin darse cuenta, ya estaba en la puerta de Sung Jun,
levantó una mano para llamar al timbre, pero no lo hizo, la bajó, se mesó el
cabello, volvió a subir la mano, y otra vez la volvió a bajar. Suspiró
derrotado y se dirigió al ascensor, con la cabeza gacha y el alma por los
suelos.
— Min Soo, no te hagas ilusiones, nunca tendrás lo que los
demás tienen con sus noonas y tanto ansías, es inútil, no va con ella. — Eso
era algo que llevaba mucho tiempo repitiéndose, y esperaba que algún día, a
fuerza de repetírselo, dejara de ansiar que Sung Jun le demostrase que lo
quería de la misma manera en que lo hacían las noonas del resto de sus
compañeros.
Tan ensimismado estaba en su mundo, que no se dio cuenta de
que alguien lo estaba llamando hasta que lo giraron para encarar a su
interlocutor. Cuando vio de quién se trataba, abrió los ojos de manera
desmesurada y maldijo para sí mismo. Maldita fuese su suerte, de todas las
personas con las que podría haberse encontrado tenía que ser él.
Allí estaba Kim Chang Hoon, el novio de Sung Jun. Era un
hombre alto, atractivo, aunque no guapo, con una personalidad arrolladora, y
algo que muy pocos sabían, un corazón de oro. Él era uno de los pocos
privilegiados al que se había abierto y lo tenía en gran estima. Respetaba a
ese hombre, porque había conseguido llegar muy alto en su profesión, era
arquitecto, desde una situación muy humilde. Pero sobre todo, porque había
demostrado ser el compañero perfecto para su noona.
— ¿Has venido hasta aquí y te vas sin ver a Sung Jun? — Su
mirada indagadora lo hizo sentir incómodo. Eso era algo que no le gustaba de
él. Cuando lo miraba de esa manera, era como si pudiese ver todo lo que había
dentro de su corazón y su cabeza, lo que le hacía sentir desprotegido.
— Bueno, verás, iba a verla, pero me he recordado que tengo
que regresar a la agencia…
— ¿A estas horas? — Su sarcasmo al ser pillado en esa
mentira lo hizo sentir como un crío pequeño.
— Me he dado cuenta de que en realidad lo que tenía que
hablar con Sung Jun noona no es tan importante, puede esperar. Así que me voy.
— Se estaba frotando las manos contra los lados de los pantalones debido al
nerviosismo.
— Si has venido hasta aquí, es que lo que tienes que
contarle es importante, así que déjate de tonterías y vete a hablar con ella.
— No, hyung, en serio, no es necesario, no quiero
molestarla, ya es tarde.
Ahí estaba su salvación, el sonido que indicaba la llegada
del ascensor. En pocos segundos se abrirían las puertas y él lograría escapar.
Aunque su plan se vio frustrado, porque Chang Hoon hizo algo increíble, se lo
cargó al hombro como si fuese un saco de patatas.
— ¡Hyung, ¿qué haces?! ¡Bájame! — Empezó a patalear, pero
Chang Hoon le dio una palmada en el trasero para que se estuviese quieto.
— Vas a ir a ver a Sung Jun quieras o no. A mí no me
engañas. Ah, y mejor quédate calladito y quieto, porque no creo que te guste
que salgan los vecinos a ver qué está pasando, te vean de esta guisa y empiece
a correr la noticia como la pólvora, ¿verdad? — Chang Hoon sonrió con
suficiencia mientras emprendía rumbo al piso de su novia y CAP rezongaba en
silencio.
— Chang Hoon, ¿se te ha…? — Sung Jun no pudo continuar con
lo que iba a decir, porque se quedó boquiabierta al ver aquella estampa. Su
novio llevaba sobre el hombro a un chico.
— Te traigo un regalo. — Y con cuidado dejó a CAP en el
suelo, le dio la vuelta, y lo puso frente a Sung Jun sujetándole de los hombros
para que no saliese huyendo.
— Min Soo, ¿qué…? ¿Por qué…? — Sung Jun sólo podía alternar
entre señalar a uno y otro, mientras que Chang Hoon sonreía divertido y a CAP
se lo comía la vergüenza y miraba para cualquier otro sitio que no fuese hacia
su noona.
— Nuestro pequeño tiene que hablar contigo, pero como no se
atreve decidió poner pies en polvorosa arguyendo que no era nada importante.
Como si fuese eso verdad. — El tono paternalista hizo que CAP girase la cabeza
y lo mirase cabreado.
— ¡Eso no es…! — Al ver a Chang Hoon enarcar una ceja y
mirarlo con incredulidad le hizo guardar silencio de inmediato.
— Jovencito, más te vale que le cuentes a tu noona todo lo
que te preocupa, porque te aseguro que si no lo haces, nos pasaremos la noche
aquí. — CAP lo miró con incredulidad. — No me mires así, estoy siendo serio,
puedo quedarme aquí hasta que decidas hablar, por lo que creo que es mejor que
cuanto antes empieces, antes acabarás y así tu noona podrá dormir, ¿verdad?
Aquella amenaza de que Sung Jun no pudiese dormir por culpa
de su cabezonería, le hizo claudicar. Chang Hoon notó cómo se relajaba y lo
soltó, pero se mantuvo expectante, por si acaso tenía que volver a intervenir.
— Min Soo, vamos al salón y cuéntame qué es lo que te pasa y
por qué decidiste irte sin querer verme.
Mierda, Sung Jun estaba dolida por su falta de confianza, lo
que le faltaba. A ver cómo arreglaba aquello.
— De verdad noona, no es lo que crees. — Su tono
apesadumbrado se ganó una mirada silenciosa de Sung Jun.
— Venga chaval, tira para el salón, habla con tu noona y
discúlpate con ella. — Chang Hoon le dio un pequeño empujón, para que siguiese
a Sung Jun. CAP se giró y lo pudo ver sonriéndole dándole ánimos.
— Sung Jun, y tú procura ser más suave con nuestro pequeño.
Está hecho polvo y lo que menos necesita en estos momentos es una sesión de tus
“cuidados especiales para donsengs”. — Su mirada de advertencia y ese tono,
hicieron empalidecer a Sung Jun. Allí pasaba algo que a él se le escapaba, pero
sabía que su noona no le diría nada.
— Tranquilo, saldrá de aquí indemne. — La superioridad de su
voz, lo hizo poner los ojos en blanco y suspirar exasperado.
— Bueno, me voy. Os dejo que habléis con tranquilidad.
— Hyung, no hace falta que…
— Min Soo, de todas maneras me iba ya. Además, Sung Jun,
antes que ser mi novia, es tu noona, y no pienso tolerar que ella sufra al ver
que tú estás mal. Su felicidad es lo más importante para mí. Y aunque no lo
creas, tú eres alguien extremadamente importante para Sung Jun. — Vio cómo la
afectada se ponía roja como un tomate y le dedicaba una mirada asesina,
mientras que CAP se quedaba tan asombrado ante esa revelación, que no podía
hacía otra cosa sino mirar de uno a otro de manera alterna. — Espero que nos
volvamos a ver pronto Min Soo. Ah, y ánimo con el nuevo disco. — Y tras
dedicarles una sonrisa se fue.
Una vez fuera, Chang Hoon se apoyó contra la puerta y
suspiró temeroso, mientras giraba un poco la cabeza hacia la puerta.
— Sung Jun, deja de lado tus miedos y muéstrale de una vez a
Min Soo lo que de verdad hay en tu corazón.
Mientras, dentro del piso, CAP se había sentado en un
extremo del sofá, mientras que Sung Jun lo había hecho en el otro. Se había
creado un silencio incómodo, aunque al final fue ella quién lo rompió.
— ¿Qué es lo que pasa Min Soo? — La voz de Sung Jun era
suave y lo miraba tratando de descubrir qué era lo que iba mal. CAP, por su
parte, se puso en pie y empezó a pasearse arriba y abajo de manera distraída. —
Ten cuidado con la mesa. — La voz carga de aprensión de Sung Jun lo trajo de
vuelta, la miró en silencio de manera interrogante y con algo de retraso se dio
cuenta de lo que le había dicho. La mesa con la que se había golpeado la otra
vez. Sonrió y se alejó algo más.
— Es lo de siempre, por eso me iba a ir sin decirte nada. El
trabajo, el agobio por el nuevo disco, la cantidad de horas que nos pasamos
ensayando y practicando la coreografía, la falta de sueño, los problemas que
puedan surgir con el disco. Y súmale el programa, que vale, sólo queda uno,
pero desde hace un tiempo no paro de preguntarme qué será de los niños, qué
pasará con la relación que hemos creado. Vale que no soy la alegría de la
huerta, y que tampoco se me dan nada bien, pero de alguna manera logré conectar
con ellos y que me quisiesen. Tengo miedo a perder eso. Y sí, lo sé, es un
programa, y tras él cada cual tendrá que seguir con su vida, pero es que noona,
quiero a esos niños. — Su voz y mirada desamparadas hicieron que a Sung Jun se
le pusiese un nudo en la garganta y los ojos se le humedeciesen. Tragó con
fuerza, carraspeó para dominar su emoción y al cabo de un momento le dedicó una
sonrisa cargada de cariño, algo que dejó a CAP fuera de combate.
— Min Soo, ven aquí y siéntate. — Sung Jun dio unos pequeños
golpes al sofá y CAP obedeció en silencio. — Lo del trabajo no puedo hacer nada
por solucionarlo, es la vida que elegiste, y por lo tanto tienes que encararlo
como has hecho hasta ahora, pero mejorando un poquito respecto a otras veces.
Ya tienes algo de experiencia, eres más maduro que cuando empezaste y por lo
tanto, capaz de sobrellevar este tipo de situaciones. Sí, con la edad la
responsabilidad va aumentando, pero las satisfacciones y el bagaje que acumulas
mientras sigues por el camino elegido, te ayudan a compensar las penurias que
también te toca pasar. Puedes presumir de tener un conocimiento del mundo real,
muy superior al que tiene cualquier otro muchacho de tu edad, ¿no te hace
sentir algo de orgullo? — Guardó silencio, vio cómo sopesaba lo que le había
dicho y asentía en silencio. — Bien, así me gusta. Respecto a los niños, sí,
cada uno tiene su vida, y puede que el contacto se rompa tras la grabación del
último programa. Los niños aún son muy pequeños, para que con el paso del
tiempo recuerden lo que vivieron con vosotros, pero Min Soo, tras el programa,
serás tú quien decida si seguir o no en contacto con ellos. Tú serás el único
que diga: “Quiero que estos niños sigan formando parte de mi vida y yo quiero
formar parte de la suya”. Es tan simple como eso.
Aquello hizo que CAP la mirase azorado, nunca se había
parado a pensar en esa posibilidad, y lo que le acaba de decir Sung Jun le
había abierto los ojos. Era verdad, era él quien decidía si seguir adelante o
no. La sonrisa que le dedicó, a punto estuvo de partirle la cara en dos.
— Noona, eres genial. Como siempre, tienes la solución a
todos los problemas. — Y levantó los dedos pulgares para darle énfasis a su
declaración.
— Si eso fuese verdad, el mundo no estaría hecho una mierda,
Min Soo. — Su tono decepcionado le borró la sonrisa.
— Vale, tienes razón, pero al menos, cuando se trata de mis
problemas siempre me das soluciones. — Se agarró las manos con fuerza, para
evitar abrazarla como era su deseo.
Sung Jun se levantó e hizo algo que volvió a dejarlo sin
palabras, le acarició con brevedad una de las mejillas, mientras le dedicaba
una mirada pensativa, aunque vio sus ojos llenos de tristeza, algo que se
apresuró a esconder.
— Te voy a preparar la cena, pero en cuanto cenes, te llamo
un taxi y de vuelta a casa, que mañana tienes que trabajar, ¿de acuerdo? — CAP
sólo pudo asentir en silencio, aún fascinado por aquel gesto de cariño.
— ¿Puedo ayudarte? — Su voz y su mirada estaban cargados de
ansiedad. Sung Jun sonrió de medio lado y le hizo un gesto para que lo
acompañase a la cocina. CAP sonrió feliz y se levantó de inmediato siguiéndola
sin dejar de sonreír.
Aunque los preparativos transcurrieron en un ambiente
distendido, a la hora de la cena Sung Jun se dio cuenta de que había algo más
que CAP no le había dicho, porque removía la cena de manera nerviosa y apenas
se atrevía a mirarla.
— Min Soo, ¿qué es lo que te falta por decirme? — Lo vio
pegar un pequeño salto en la silla y dedicarle una mirada de refilón, algo que
la hizo suspirar exasperada. — Min Soo, o me lo dices o te lo saco yo a
pescozones, tú eliges.
— Bueno, verás noona… Es que… — Lo vio remover la cena con
aún más nerviosismo, coger aire con fuerza y mirarla de frente. — El próximo
sábado organizaremos la fiesta de cumpleaños de Niel, que sí, será con mucho
retraso, pero bueno, aún así merece la pena. — Observó cómo iba reaccionando y
por el momento se sintió tranquilo. — Y me estaba preguntando si querrías venir
conmigo. — Esto último lo dijo muy deprisa y desviando la mirada hacia otro
lado.
— Min Soo, mírame. — Sung Jun guardó silencio hasta que él
hizo lo que ella le había pedido y entonces le sonrió entre divertida y
exasperada. — ¿Tan terrible era pedírmelo? — Lo vio asentir inseguro y ella
suspiró exasperada. — Debería darte un pescozón, pero le prometí a Chang Hoon
portarme bien. Iré contigo a la fiesta, ¿contento? — Vio cómo poco a poco Min
Soo sonreía de oreja a oreja, mientras suspiraba aliviado, algo que la
enterneció, pero sin dejarlo traslucir.
— Genial noona, vendré a recogerte a las seis. Por cierto,
no hace falta que te pongas muy elegante, va a ser algo sencillo, puedes ir
como vas siempre.
— Tienes que decirme lo que le gusta a Niel para comprarle
el regalo, pero ahora lo más importante es que te acabes la cena. Así que
venga, sigue comiendo, y mientas háblame de sus gustos. — Lo vio asentir, y la
cena prosiguió de manera distendida, mientras CAP no paraba de hablar por los
codos.
Tras ayudarla a fregar y recoger, Sung Jun hizo lo le dijo,
por lo que CAP tuvo que irse de inmediato, ya que el taxi no tardaría mucho en
llegar. Estaba en la puerta cuando Sung Jun volvió a llamar su atención.
— ¿Sí noona?
— Min Soo, quiero que te grabes una cosa a fuego en esa
cabeza dura que tienes. SIEMPRE que necesites hablar, sea de lo que sea, por
nimio que te parezca, cuéntamelo. No te guardes las preocupaciones. Estoy aquí
para algo, ¿de acuerdo? — Vio cómo CAP tragaba con fuerza y asentía en
silencio. Ella, frunció el ceño fingiendo enfado, mientras ponía las manos en
la cintura. — Y jovencito, ánimo en el trabajo, porque espero un gran disco,
¿entendido?
— Sí. Me esforzaré al máximo. Y ahora noona vete a dormir
que necesitas descansar. — Y sin esperar respuesta salió del piso.
Una vez fuera, mientras se dirigía al ascensor, esbozó una
pequeña sonrisa.
— Quién sabe Min Soo, después de todo, puede que aún quede
algo de esperanza para que tu sueño se haga realidad. — E inspirando con
fuerza, se montó en el ascensor y regresó a su piso sintiéndose más libre de lo
que se había sentido en mucho tiempo.
-CONTINUARÁ-
Hola chicas, hasta hoy comento porque andaba de vacaciones y solo lo leí de pasada la semana anterior para calmar la ansiedad. Así que hoy lo volví a leer, pero con calmita y saboreando cada párrafo. Espero esa fiesta de cumpleaños y cada uno vaya con su respectiva noona y ver que sale de ahí, espero que muchas cositas divertidas entre otras. Les reitero mi gusto por esta historia y mi admiración por el tiempo que le dedican y la imaginación que le ponen. Aprecio un chorro y dos montones su trabajo. Pues eso y a esperar a que publiquen el siguiente. Saludos!!
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