domingo, 4 de agosto de 2013

[SUPER JUNIOR + MBLAQ] MANOS DE PIANISTA: Prólogo

Por @Ari2PMAM

No sacar ni publicar en otro lugar sin permiso de la autora y los respectivos créditos.


Prólogo:

            Seis meses, seis meses en Corea y su vida seguía sin estar por completo ordenada y creía que el día menos pensado enloquecería si aquello no se calmaba.
            Había acabado la carrera de Filología Hispánica como la número uno de su promoción, aunque le había costado bastante. De paso, en su tiempo libre, aunque era más bien poco, se había puesto a estudiar coreano y lo consiguió aprender a un ritmo increíble, hablándolo tan bien como un nativo.
            Después de terminar la carrera se puso con el post-grado y nada más acabar, con una Matrícula de Honor Cum Laude, entró a trabajar al Instituto Cervantes. Sabiendo su dominio del coreano, le ofrecieron trabajar en una universidad de Seúl y ella, ni corta ni perezosa, accedió de inmediato. Nada mejor que estar en la tierra prometida rodeada de oppas y cerca de lo que más amaba, el Kpop. Tendría toda la facilidad del mundo para ir a los conciertos y comprar sin problemas los CD’S y DVD’S de los conciertos.
            Arreglar todo el papeleo fue un via crucis. Nunca pensó que exigiesen tantos papeles para poder trabajar en otro país. Estuvo dos meses yendo de un sitio para otro llevándolos, esperando las aceptaciones y creyendo que enloquecería. Por suerte, Twitter y todas las amigas que allí había hecho eran una gran vía de escape y todos los días, sin faltar uno, la animaban y bromeaban con ella diciéndole que ya tenían casa en Seúl para cuando fuesen de visita.
            Finalmente el día de su marcha había llegado y se fue a Seúl sonriendo ante el nuevo desafío que se abría ante ella. Al llegar, encontrar casa, prepararla para lo más urgente, hacerse a la Facultad de Humanidades, a las clases, a los compañeros, los alumnos, las costumbres, las comidas, fue un duro golpe de realidad coreana. No se había arredrado ante todo lo que se le presentó y salió con bien de todo.
            En la Facultad se hizo muy amiga de uno de los profesores de Musicología, Kim Jo Wook, que era de su misma edad y encontró divertido eso de tener a una española amante del kpop allí, enseñando español, pero al mismo tiempo compartiendo gustos con los estudiantes. Para el resto de profesores coreanos eso fue un choque, pero tanto para él, como para los profesores más jóvenes, fue un soplo de aire fresco. Así, que fue el primero en presentarse, enseñarle toda la zona y decirle cómo funcionaba aquel monstruo. Pronto se acostumbraron a comer juntos. El que acabase primero las clases, iba a esperar al otro a su despacho, para ir a comer a un restaurante cercano, donde servían buena comida y a buen precio. Allí comentaban cómo les habían ido las clases o si andaban muy atareados, compraban la comida y se la comían en uno de los despachos. También hablaban, cómo no, de lo que más les apasionaba a ambos, la música.
            Al poco tiempo de conocerse, él la sometió al tercer grado para saber hasta dónde llegaban sus conocimientos de kpop y así descubrió que Super Junior era su grupo favorito y que Kim Heechul su bias. Eso le hizo sonreír, porque se veía a la legua que no sólo era su favorito, si no que estaba enamorada de él a más no poder. Cuando se lo dijo, ella se puso roja como la grana pero enseguida reaccionó, arreándole un pequeño pescozón, diciéndole que aquello era un amor platónico, porque nunca se haría realidad algo así. Él simplemente se limitó a sonreír.

            Durante las vacaciones de Navidad volvió a casa y se dio cuenta de que los echaba de menos más de lo que pensaba. Desde su llegada a Corea, apenas había tenido tiempo para poder siquiera respirar con calma y preocuparse por todo aquello que añoraba, pero ahora, allí, en su casa, con los suyos y de nuevo en horario normal con las chicas de Twitter, pudo pararse a reflexionar con calma sobre todo aquello que había dejado atrás. A su vuelta a Corea, la tranquilidad que quería, por fin acudió a su vida.



            Desde lo alto de uno de los mejores edificios del centro de Seúl, Kim Heechul observaba cómo transcurría la vida en la ciudad. Tenía treinta y tres años y había madurado mucho desde que estuvo en la mili. Se dio cuenta de que era algo que les pasaba a todos y no sólo a él.
            Su atractivo, con el paso del tiempo, había mejorado y sus rasgos, que antes siempre se podían confundir con los de una mujer, ahora eran totalmente masculinos destacando sobre todo, sus labios, unos labios algo gruesos que seguían provocando verdaderos desastres entre la población femenina y entre los gays. El pelo, que tantos escarnios había sufrido, lo llevaba en su color original, negro, aunque ya se atisbaba alguna que otra cana entre ellos, pero ahora se negaba a teñirse el pelo, quería seguir así, no cambiarlo, salvo en caso de exigencias del guión, como se solía decir. Lo llevaba corto, liso y con flequillo de un lado, largo, cubriéndole uno de sus hermosos ojos marrones.
            A pesar de todos los golpes recibidos, del nacimiento de nuevos grupos, Super Junior había conseguido mantenerse siempre en primera fila y todos unidos. Eran junto con 2PM, los grupos de referencia, todos querían llegar tan lejos como ellos, ser tan conocidos y ganar tantos premios como ellos.
            Ryewook y Kyuhyun habían decidido irse a la vez al servicio militar. Ya sólo quedaban ellos dos por volver. Su ausencia se notaba. Le gustaba la tranquilidad y la soledad de vez en cuando, pero en aquellos momentos se sentía nervioso, como un león enjaulado que presiente que algo está por suceder pero que no puede hacer nada para evitarlo.
            — ¿Sucede algo importante ahí abajo y no me avisas? — Se giró ante esa voz burlona y vio a Leeteuk, el líder del grupo. Se había acostumbrado a sus mil caras, caras que no mostraba ante las cámaras y que la gente desconocía, pero que él en silencio admiraba, porque no era capaz de ocultar nada, él siempre era directo, le importaba poco lo que dijesen los demás, sólo respondía ante su conciencia y de vez en cuando, hacía caso de lo que le decían aquellos a los que quería.
            — No, en realidad no sucede nada interesante— Volvió a mirar por la ventana, mientras seguía sentado en el sofá, sin hacer más caso de lo que le decía su hyung. Esperaba que captase el mensaje, pero sabía que era imposible, era Leeteuk, el que siempre cuidaba de todos pasara lo que pasase o cumpliesen los años que cumpliesen. A menudo bromearon entre ellos diciendo que él era el padre consentidor pero protector, mientras que Leeteuk era la madre estricta pero llena de amor. Y ahora, le tocaba a él sufrir a esa madre.
            Leeteuk se sentó en frente de él, en otro sofá y se quedó observándolo un momento. Eso ponía nervioso a Heechul, porque sabía lo que se avecinaba y nadie conseguía persuadirlo cuando se ponía en ese plan. Si la gente lo supiese, se vendría abajo esa máscara de oso de peluche.
            — ¿Se puede saber qué te pasa? Llevas unos meses que no pareces tú mismo. Estás hosco, irritable, apático, nervioso…
            — Hyung…— Su tono de voz era admonitorio— No sigas por ese camino. Recuerda que tenemos la misma edad y que me fui antes que tú al servicio militar. Esas tácticas no darán resultado conmigo. — Se había girado un momento para contestarle pero en cuanto acabó, volvió a mirar por la ventana, perdiendo su mirada en la nada.
            — Necesitas hablar con alguien y me tienes aquí. Sabes de sobra que no me rendiré y que te haré desembuchar todo lo que llevas dentro, así que eres tú el que decidirá cuándo se acabará esto, porque no me pienso rendir. Si te crees que no me di cuenta de cómo andas desde hace tiempo es que eres más tonto de lo que pensaba. En realidad todos nos dimos cuenta, pero decidimos darte tiempo para que te abrieses y así ayudarte, pero no lo hiciste, te fuiste cerrando cada vez más y eso te ha ido hundiendo. Anoche lo estuvimos hablando y decidimos que de hoy no pasaría. ¡Maldita sea Heechul, somos una familia. Estamos aquí para apoyarnos en todo! — Leeteuk se había levantado y se puso a su lado haciéndolo girar hacia sí mientras le decía todo aquello. Al ver sus ojos vacíos, muertos, se calló de golpe y vio que aquello era más grave de lo que pensaba. Se dio cuenta de que el Heechul de antes ya no estaba. Aquel que brillaba sobre los demás, aquel que atraía a mujeres y hombres por igual, aquel que tenía una pulla afilada para quien intentase jugar con él, había desaparecido por completo. Era un hombre desencantado con la vida, que seguía viviendo por el simple hecho de hacerlo. No encontraba metas que lo satisficiesen y su corazón se había vuelto casi un bloque de sílex, mineral que es de los más duros del mundo, teniendo sólo por delante al topacio, al corindón y al diamante, según la escala de Mohs. Sólo conseguía ablandarse de vez en cuando, con las pocas personas a las que aún podía querer.
            Heechul, al ver el dolor en la mirada de su hermano, apoyó la cabeza en su hombro y suspiró derrotado.
            — Hyung, no le encuentro sabor a la vida. Llevamos años en este mundo aguantando de todo. Hemos salido con muchas mujeres, tanto famosas como desconocidas, he tenido más aventuras de las que puedo recordar, pero nada de eso me hace sentir lleno. Me siento vacío por dentro, sin emociones. Sólo el sumergirme en la música hasta caer rendido puede hacerme olvidar la soledad que siento y que amenaza con engullirme. Adoro esta vida, no me entiendas mal, me encanta recibir la adoración de miles de personas, ser famoso, salir en los programas, dar grandes conciertos, ganar premios, pero echo de menos lo que tiene un hombre normal y corriente. Echo de menos tener a una mujer que me ame por cómo soy y no por quién soy, echo de menos salir a la calle tranquilamente y pasear por donde quiera sin que me persigan o tenga que salir disfrazado. Echo de menos tantas cosas sencillas que podría estar todo el día diciéndotelas. — Finalmente, suspiró de nuevo y se abrazó a su hyung, en busca del consuelo que sabía sólo él podía darle.
            Leeteuk contuvo las lágrimas. Era demasiado sensible y no quería entristecer más a su donseng. Le abrazó con fuerza y guardó silencio un momento, reconociendo para sus adentros que él se sentía igual pero no lo demostraba, era el líder y tenía que cuidar de todos, aunque en el fondo de su alma anhelante, deseaba que alguien cuidase de él y le descargase de tanta responsabilidad.
            — Parece que ninguno de nosotros lleva bien eso de estar en la treintena. Entiendo todos esos anhelos y esa soledad pero ten sólo un poco más de paciencia y verás cómo al final, acabarás encontrando aquello que tanto deseas. — Leeteuk sintió cómo el miedo atenazaba su corazón, porque temía que eso no sucediese, ya que fueron muchas las mujeres que jugaron con ellos y al final, habían terminado convertidos en unos cínicos que no confiaban en ninguna mujer, salvo en las de sus familias y algunas que tenían en los grupos femeninos, pero ni con unas ni con otras tenían la suficiente confianza para confesar sus temores y problemas.
            — Hyung, estoy harto de tener que esperar ese día. —Levantó la cabeza y lo miró con ojos llenos de desesperación. — Estoy harto de que todas las mujeres que se me acerquen sea para conseguir algo. Yo también me aproveche de ellas con el sexo, pero es que ahora ya es algo que ni siquiera me atrae. Todas son iguales— La amargura de su voz preocupó aún más a Leeteuk.
            — Será mejor que te vayas a dormir. Llevas días durmiendo fatal y no me contradigas porque esas marcas azules de tus ojos se ven a kilómetros de distancia. Vete yendo al dormitorio mientras te preparo algo que te ayude a dormir y obedece, venga. Mañana será un nuevo día y seguro que te traerá alguna sorpresa, ya verás— Le dedicó una gran sonrisa pero ambos se conocían demasiado como para creerse todo aquello.


            Sin embargo, lo que ninguno de los sospechaba, era que la diosa Fortuna acaba de echar sus cartas y que como diosa caprichosa que era, el mundo que ambos amigos conocían sufriría al día siguiente un vuelco de ciento ochenta grados que les haría recuperar el carácter de antaño, aunque la responsable tenía ante ella un trabajo hercúleo pero era fuerte y sabía que cumpliría con creces el destino que había le había preparado.

            Leeteuk terminó de preparar la fuerte infusión para que Heechul pudiese descansar y pasar una noche tranquila, mientras rogaba en silencio que el antiguo Heechul volviese a sus vidas y que encontrase aquello que tanto anhelaba. Cuando entró al dormitorio, se la dio y esperó a que hiciese efecto para abandonar la habitación y ser él el que ocupase el puesto ante la ventana que Heechul había dejado.
 
 [Imágenes extraídas de @googleimágenes]

6 comentarios:

  1. Dios mío!!! Y tengo que esperar también una semana para leer el 1er. capítulo??? Hay que ver lo malas que son!!!!! Mentira, ustedes lo que son es un cielo que alimenta mi vicio que es la lectura y yo adoro leer sus historias. Me ha encantado y eso que solo es el prólogo. Gracias.-

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por leer y comentar. Me alegra que te esté gustando y espera el siguiente, porque créeme, la situación va a mejorar MUCHO

      Eliminar
  2. Por favor, que me lo he leído y estoy aquí mordiéndome ni las uñas, ni los codos,¡¡los hombros!! ¡Qué corto! ¿Por qué lo paras ahí? ¡¡¡¡¡DAME MÁS!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te toca esperar y lo sabes. Además, si eso puedes leerlo en el documento que ya tienes XD

      Eliminar
  3. Me ha entacantado, quiero leer el proximo capítulo ya =)

    ResponderEliminar
  4. Bueno una nota a mi agenda :)

    Ya no sufriré tanto toda la semana xD

    Se puede tener uno por día (sale corriendo por exigente)

    Gracias este fic cae más que bien, Hee ya regresa xD

    ResponderEliminar