Por @Ari2PMAM
Prólogo:
Seis meses,
seis meses en Corea y su vida seguía sin estar por completo ordenada y creía
que el día menos pensado enloquecería si aquello no se calmaba.
Había
acabado la carrera de Filología Hispánica como la número uno de su promoción,
aunque le había costado bastante. De paso, en su tiempo libre, aunque era más
bien poco, se había puesto a estudiar coreano y lo consiguió aprender a un
ritmo increíble, hablándolo tan bien como un nativo.
Después de
terminar la carrera se puso con el post-grado y nada más acabar, con una
Matrícula de Honor Cum Laude, entró a trabajar al Instituto Cervantes. Sabiendo
su dominio del coreano, le ofrecieron trabajar en una universidad de Seúl y
ella, ni corta ni perezosa, accedió de inmediato. Nada mejor que estar en la
tierra prometida rodeada de oppas y cerca de lo que más amaba, el Kpop. Tendría
toda la facilidad del mundo para ir a los conciertos y comprar sin problemas
los CD’S y DVD’S de los conciertos.
Arreglar
todo el papeleo fue un via crucis. Nunca pensó que exigiesen tantos papeles
para poder trabajar en otro país. Estuvo dos meses yendo de un sitio para otro
llevándolos, esperando las aceptaciones y creyendo que enloquecería. Por
suerte, Twitter y todas las amigas que allí había hecho eran una gran vía de
escape y todos los días, sin faltar uno, la animaban y bromeaban con ella
diciéndole que ya tenían casa en Seúl para cuando fuesen de visita.
Finalmente
el día de su marcha había llegado y se fue a Seúl sonriendo ante el nuevo
desafío que se abría ante ella. Al llegar, encontrar casa, prepararla para lo
más urgente, hacerse a la Facultad de Humanidades, a las clases, a los
compañeros, los alumnos, las costumbres, las comidas, fue un duro golpe de
realidad coreana. No se había arredrado ante todo lo que se le presentó y salió
con bien de todo.
En la
Facultad se hizo muy amiga de uno de los profesores de Musicología, Kim Jo
Wook, que era de su misma edad y encontró divertido eso de tener a una española
amante del kpop allí, enseñando español, pero al mismo tiempo compartiendo
gustos con los estudiantes. Para el resto de profesores coreanos eso fue un
choque, pero tanto para él, como para los profesores más jóvenes, fue un soplo
de aire fresco. Así, que fue el primero en presentarse, enseñarle toda la zona
y decirle cómo funcionaba aquel monstruo. Pronto se acostumbraron a comer
juntos. El que acabase primero las clases, iba a esperar al otro a su despacho,
para ir a comer a un restaurante cercano, donde servían buena comida y a buen
precio. Allí comentaban cómo les habían ido las clases o si andaban muy
atareados, compraban la comida y se la comían en uno de los despachos. También
hablaban, cómo no, de lo que más les apasionaba a ambos, la música.
Al poco
tiempo de conocerse, él la sometió al tercer grado para saber hasta dónde
llegaban sus conocimientos de kpop y así descubrió que Super Junior era su
grupo favorito y que Kim Heechul su bias. Eso le hizo sonreír, porque se veía a
la legua que no sólo era su favorito, si no que estaba enamorada de él a más no
poder. Cuando se lo dijo, ella se puso roja como la grana pero enseguida
reaccionó, arreándole un pequeño pescozón, diciéndole que aquello era un amor
platónico, porque nunca se haría realidad algo así. Él simplemente se limitó a
sonreír.
Durante las
vacaciones de Navidad volvió a casa y se dio cuenta de que los echaba de menos
más de lo que pensaba. Desde su llegada a Corea, apenas había tenido tiempo
para poder siquiera respirar con calma y preocuparse por todo aquello que
añoraba, pero ahora, allí, en su casa, con los suyos y de nuevo en horario
normal con las chicas de Twitter, pudo pararse a reflexionar con calma sobre
todo aquello que había dejado atrás. A su vuelta a Corea, la tranquilidad que
quería, por fin acudió a su vida.
Desde lo alto
de uno de los mejores edificios del centro de Seúl, Kim Heechul observaba cómo
transcurría la vida en la ciudad. Tenía treinta y tres años y había madurado
mucho desde que estuvo en la mili. Se dio cuenta de que era algo que les pasaba
a todos y no sólo a él.
Su
atractivo, con el paso del tiempo, había mejorado y sus rasgos, que antes
siempre se podían confundir con los de una mujer, ahora eran totalmente
masculinos destacando sobre todo, sus labios, unos labios algo gruesos que
seguían provocando verdaderos desastres entre la población femenina y entre los
gays. El pelo, que tantos escarnios había sufrido, lo llevaba en su color
original, negro, aunque ya se atisbaba alguna que otra cana entre ellos, pero
ahora se negaba a teñirse el pelo, quería seguir así, no cambiarlo, salvo en
caso de exigencias del guión, como se solía decir. Lo llevaba corto, liso y con
flequillo de un lado, largo, cubriéndole uno de sus hermosos ojos marrones.
A pesar de
todos los golpes recibidos, del nacimiento de nuevos grupos, Super Junior había
conseguido mantenerse siempre en primera fila y todos unidos. Eran junto con
2PM, los grupos de referencia, todos querían llegar tan lejos como ellos, ser
tan conocidos y ganar tantos premios como ellos.
Ryewook y
Kyuhyun habían decidido irse a la vez al servicio militar. Ya sólo quedaban
ellos dos por volver. Su ausencia se notaba. Le gustaba la tranquilidad y la
soledad de vez en cuando, pero en aquellos momentos se sentía nervioso, como un
león enjaulado que presiente que algo está por suceder pero que no puede hacer
nada para evitarlo.
— ¿Sucede
algo importante ahí abajo y no me avisas? — Se giró ante esa voz burlona y vio
a Leeteuk, el líder del grupo. Se había acostumbrado a sus mil caras, caras que
no mostraba ante las cámaras y que la gente desconocía, pero que él en silencio
admiraba, porque no era capaz de ocultar nada, él siempre era directo, le
importaba poco lo que dijesen los demás, sólo respondía ante su conciencia y de
vez en cuando, hacía caso de lo que le decían aquellos a los que quería.
— No, en
realidad no sucede nada interesante— Volvió a mirar por la ventana, mientras
seguía sentado en el sofá, sin hacer más caso de lo que le decía su hyung.
Esperaba que captase el mensaje, pero sabía que era imposible, era Leeteuk, el
que siempre cuidaba de todos pasara lo que pasase o cumpliesen los años que
cumpliesen. A menudo bromearon entre ellos diciendo que él era el padre
consentidor pero protector, mientras que Leeteuk era la madre estricta pero
llena de amor. Y ahora, le tocaba a él sufrir a esa madre.
Leeteuk se
sentó en frente de él, en otro sofá y se quedó observándolo un momento. Eso
ponía nervioso a Heechul, porque sabía lo que se avecinaba y nadie conseguía
persuadirlo cuando se ponía en ese plan. Si la gente lo supiese, se vendría
abajo esa máscara de oso de peluche.
— ¿Se puede
saber qué te pasa? Llevas unos meses que no pareces tú mismo. Estás hosco,
irritable, apático, nervioso…
— Hyung…—
Su tono de voz era admonitorio— No sigas por ese camino. Recuerda que tenemos
la misma edad y que me fui antes que tú al servicio militar. Esas tácticas no
darán resultado conmigo. — Se había girado un momento para contestarle pero en
cuanto acabó, volvió a mirar por la ventana, perdiendo su mirada en la nada.
— Necesitas
hablar con alguien y me tienes aquí. Sabes de sobra que no me rendiré y que te
haré desembuchar todo lo que llevas dentro, así que eres tú el que decidirá
cuándo se acabará esto, porque no me pienso rendir. Si te crees que no me di
cuenta de cómo andas desde hace tiempo es que eres más tonto de lo que pensaba.
En realidad todos nos dimos cuenta, pero decidimos darte tiempo para que te
abrieses y así ayudarte, pero no lo hiciste, te fuiste cerrando cada vez más y
eso te ha ido hundiendo. Anoche lo estuvimos hablando y decidimos que de hoy no
pasaría. ¡Maldita sea Heechul, somos una familia. Estamos aquí para apoyarnos
en todo! — Leeteuk se había levantado y se puso a su lado haciéndolo girar
hacia sí mientras le decía todo aquello. Al ver sus ojos vacíos, muertos, se
calló de golpe y vio que aquello era más grave de lo que pensaba. Se dio cuenta
de que el Heechul de antes ya no estaba. Aquel que brillaba sobre los demás,
aquel que atraía a mujeres y hombres por igual, aquel que tenía una pulla
afilada para quien intentase jugar con él, había desaparecido por completo. Era
un hombre desencantado con la vida, que seguía viviendo por el simple hecho de
hacerlo. No encontraba metas que lo satisficiesen y su corazón se había vuelto
casi un bloque de sílex, mineral que es de los más duros del mundo, teniendo
sólo por delante al topacio, al corindón y al diamante, según la escala de
Mohs. Sólo conseguía ablandarse de vez en cuando, con las pocas personas a las
que aún podía querer.
Heechul, al
ver el dolor en la mirada de su hermano, apoyó la cabeza en su hombro y suspiró
derrotado.
— Hyung, no
le encuentro sabor a la vida. Llevamos años en este mundo aguantando de todo.
Hemos salido con muchas mujeres, tanto famosas como desconocidas, he tenido más
aventuras de las que puedo recordar, pero nada de eso me hace sentir lleno. Me
siento vacío por dentro, sin emociones. Sólo el sumergirme en la música hasta
caer rendido puede hacerme olvidar la soledad que siento y que amenaza con
engullirme. Adoro esta vida, no me entiendas mal, me encanta recibir la
adoración de miles de personas, ser famoso, salir en los programas, dar grandes
conciertos, ganar premios, pero echo de menos lo que tiene un hombre normal y
corriente. Echo de menos tener a una mujer que me ame por cómo soy y no por
quién soy, echo de menos salir a la calle tranquilamente y pasear por donde
quiera sin que me persigan o tenga que salir disfrazado. Echo de menos tantas
cosas sencillas que podría estar todo el día diciéndotelas. — Finalmente,
suspiró de nuevo y se abrazó a su hyung, en busca del consuelo que sabía sólo
él podía darle.
Leeteuk
contuvo las lágrimas. Era demasiado sensible y no quería entristecer más a su
donseng. Le abrazó con fuerza y guardó silencio un momento, reconociendo para
sus adentros que él se sentía igual pero no lo demostraba, era el líder y tenía
que cuidar de todos, aunque en el fondo de su alma anhelante, deseaba que
alguien cuidase de él y le descargase de tanta responsabilidad.
— Parece
que ninguno de nosotros lleva bien eso de estar en la treintena. Entiendo todos
esos anhelos y esa soledad pero ten sólo un poco más de paciencia y verás cómo
al final, acabarás encontrando aquello que tanto deseas. — Leeteuk sintió cómo
el miedo atenazaba su corazón, porque temía que eso no sucediese, ya que fueron
muchas las mujeres que jugaron con ellos y al final, habían terminado
convertidos en unos cínicos que no confiaban en ninguna mujer, salvo en las de
sus familias y algunas que tenían en los grupos femeninos, pero ni con unas ni
con otras tenían la suficiente confianza para confesar sus temores y problemas.
— Hyung,
estoy harto de tener que esperar ese día. —Levantó la cabeza y lo miró con ojos
llenos de desesperación. — Estoy harto de que todas las mujeres que se me
acerquen sea para conseguir algo. Yo también me aproveche de ellas con el sexo,
pero es que ahora ya es algo que ni siquiera me atrae. Todas son iguales— La
amargura de su voz preocupó aún más a Leeteuk.
— Será
mejor que te vayas a dormir. Llevas días durmiendo fatal y no me contradigas
porque esas marcas azules de tus ojos se ven a kilómetros de distancia. Vete
yendo al dormitorio mientras te preparo algo que te ayude a dormir y obedece,
venga. Mañana será un nuevo día y seguro que te traerá alguna sorpresa, ya
verás— Le dedicó una gran sonrisa pero ambos se conocían demasiado como para
creerse todo aquello.
Sin
embargo, lo que ninguno de los sospechaba, era que la diosa Fortuna acaba de
echar sus cartas y que como diosa caprichosa que era, el mundo que ambos amigos
conocían sufriría al día siguiente un vuelco de ciento ochenta grados que les
haría recuperar el carácter de antaño, aunque la responsable tenía ante ella un
trabajo hercúleo pero era fuerte y sabía que cumpliría con creces el destino
que había le había preparado.
Leeteuk
terminó de preparar la fuerte infusión para que Heechul pudiese descansar y
pasar una noche tranquila, mientras rogaba en silencio que el antiguo Heechul
volviese a sus vidas y que encontrase aquello que tanto anhelaba. Cuando entró
al dormitorio, se la dio y esperó a que hiciese efecto para abandonar la
habitación y ser él el que ocupase el puesto ante la ventana que Heechul había
dejado.
[Imágenes extraídas de @googleimágenes]
Seis meses,
seis meses en Corea y su vida seguía sin estar por completo ordenada y creía
que el día menos pensado enloquecería si aquello no se calmaba.
Había
acabado la carrera de Filología Hispánica como la número uno de su promoción,
aunque le había costado bastante. De paso, en su tiempo libre, aunque era más
bien poco, se había puesto a estudiar coreano y lo consiguió aprender a un
ritmo increíble, hablándolo tan bien como un nativo.
Después de
terminar la carrera se puso con el post-grado y nada más acabar, con una
Matrícula de Honor Cum Laude, entró a trabajar al Instituto Cervantes. Sabiendo
su dominio del coreano, le ofrecieron trabajar en una universidad de Seúl y
ella, ni corta ni perezosa, accedió de inmediato. Nada mejor que estar en la
tierra prometida rodeada de oppas y cerca de lo que más amaba, el Kpop. Tendría
toda la facilidad del mundo para ir a los conciertos y comprar sin problemas
los CD’S y DVD’S de los conciertos.
Arreglar
todo el papeleo fue un via crucis. Nunca pensó que exigiesen tantos papeles
para poder trabajar en otro país. Estuvo dos meses yendo de un sitio para otro
llevándolos, esperando las aceptaciones y creyendo que enloquecería. Por
suerte, Twitter y todas las amigas que allí había hecho eran una gran vía de
escape y todos los días, sin faltar uno, la animaban y bromeaban con ella
diciéndole que ya tenían casa en Seúl para cuando fuesen de visita.
Finalmente
el día de su marcha había llegado y se fue a Seúl sonriendo ante el nuevo
desafío que se abría ante ella. Al llegar, encontrar casa, prepararla para lo
más urgente, hacerse a la Facultad de Humanidades, a las clases, a los
compañeros, los alumnos, las costumbres, las comidas, fue un duro golpe de
realidad coreana. No se había arredrado ante todo lo que se le presentó y salió
con bien de todo.
En la
Facultad se hizo muy amiga de uno de los profesores de Musicología, Kim Jo
Wook, que era de su misma edad y encontró divertido eso de tener a una española
amante del kpop allí, enseñando español, pero al mismo tiempo compartiendo
gustos con los estudiantes. Para el resto de profesores coreanos eso fue un
choque, pero tanto para él, como para los profesores más jóvenes, fue un soplo
de aire fresco. Así, que fue el primero en presentarse, enseñarle toda la zona
y decirle cómo funcionaba aquel monstruo. Pronto se acostumbraron a comer
juntos. El que acabase primero las clases, iba a esperar al otro a su despacho,
para ir a comer a un restaurante cercano, donde servían buena comida y a buen
precio. Allí comentaban cómo les habían ido las clases o si andaban muy
atareados, compraban la comida y se la comían en uno de los despachos. También
hablaban, cómo no, de lo que más les apasionaba a ambos, la música.
Al poco
tiempo de conocerse, él la sometió al tercer grado para saber hasta dónde
llegaban sus conocimientos de kpop y así descubrió que Super Junior era su
grupo favorito y que Kim Heechul su bias. Eso le hizo sonreír, porque se veía a
la legua que no sólo era su favorito, si no que estaba enamorada de él a más no
poder. Cuando se lo dijo, ella se puso roja como la grana pero enseguida
reaccionó, arreándole un pequeño pescozón, diciéndole que aquello era un amor
platónico, porque nunca se haría realidad algo así. Él simplemente se limitó a
sonreír.
Durante las
vacaciones de Navidad volvió a casa y se dio cuenta de que los echaba de menos
más de lo que pensaba. Desde su llegada a Corea, apenas había tenido tiempo
para poder siquiera respirar con calma y preocuparse por todo aquello que
añoraba, pero ahora, allí, en su casa, con los suyos y de nuevo en horario
normal con las chicas de Twitter, pudo pararse a reflexionar con calma sobre
todo aquello que había dejado atrás. A su vuelta a Corea, la tranquilidad que
quería, por fin acudió a su vida.
Desde lo alto
de uno de los mejores edificios del centro de Seúl, Kim Heechul observaba cómo
transcurría la vida en la ciudad. Tenía treinta y tres años y había madurado
mucho desde que estuvo en la mili. Se dio cuenta de que era algo que les pasaba
a todos y no sólo a él.
Su
atractivo, con el paso del tiempo, había mejorado y sus rasgos, que antes
siempre se podían confundir con los de una mujer, ahora eran totalmente
masculinos destacando sobre todo, sus labios, unos labios algo gruesos que
seguían provocando verdaderos desastres entre la población femenina y entre los
gays. El pelo, que tantos escarnios había sufrido, lo llevaba en su color
original, negro, aunque ya se atisbaba alguna que otra cana entre ellos, pero
ahora se negaba a teñirse el pelo, quería seguir así, no cambiarlo, salvo en
caso de exigencias del guión, como se solía decir. Lo llevaba corto, liso y con
flequillo de un lado, largo, cubriéndole uno de sus hermosos ojos marrones.
A pesar de
todos los golpes recibidos, del nacimiento de nuevos grupos, Super Junior había
conseguido mantenerse siempre en primera fila y todos unidos. Eran junto con
2PM, los grupos de referencia, todos querían llegar tan lejos como ellos, ser
tan conocidos y ganar tantos premios como ellos.
Ryewook y
Kyuhyun habían decidido irse a la vez al servicio militar. Ya sólo quedaban
ellos dos por volver. Su ausencia se notaba. Le gustaba la tranquilidad y la
soledad de vez en cuando, pero en aquellos momentos se sentía nervioso, como un
león enjaulado que presiente que algo está por suceder pero que no puede hacer
nada para evitarlo.
— ¿Sucede
algo importante ahí abajo y no me avisas? — Se giró ante esa voz burlona y vio
a Leeteuk, el líder del grupo. Se había acostumbrado a sus mil caras, caras que
no mostraba ante las cámaras y que la gente desconocía, pero que él en silencio
admiraba, porque no era capaz de ocultar nada, él siempre era directo, le
importaba poco lo que dijesen los demás, sólo respondía ante su conciencia y de
vez en cuando, hacía caso de lo que le decían aquellos a los que quería.
— No, en
realidad no sucede nada interesante— Volvió a mirar por la ventana, mientras
seguía sentado en el sofá, sin hacer más caso de lo que le decía su hyung.
Esperaba que captase el mensaje, pero sabía que era imposible, era Leeteuk, el
que siempre cuidaba de todos pasara lo que pasase o cumpliesen los años que
cumpliesen. A menudo bromearon entre ellos diciendo que él era el padre
consentidor pero protector, mientras que Leeteuk era la madre estricta pero
llena de amor. Y ahora, le tocaba a él sufrir a esa madre.
Leeteuk se
sentó en frente de él, en otro sofá y se quedó observándolo un momento. Eso
ponía nervioso a Heechul, porque sabía lo que se avecinaba y nadie conseguía
persuadirlo cuando se ponía en ese plan. Si la gente lo supiese, se vendría
abajo esa máscara de oso de peluche.
— ¿Se puede
saber qué te pasa? Llevas unos meses que no pareces tú mismo. Estás hosco,
irritable, apático, nervioso…
— Hyung…—
Su tono de voz era admonitorio— No sigas por ese camino. Recuerda que tenemos
la misma edad y que me fui antes que tú al servicio militar. Esas tácticas no
darán resultado conmigo. — Se había girado un momento para contestarle pero en
cuanto acabó, volvió a mirar por la ventana, perdiendo su mirada en la nada.
— Necesitas
hablar con alguien y me tienes aquí. Sabes de sobra que no me rendiré y que te
haré desembuchar todo lo que llevas dentro, así que eres tú el que decidirá
cuándo se acabará esto, porque no me pienso rendir. Si te crees que no me di
cuenta de cómo andas desde hace tiempo es que eres más tonto de lo que pensaba.
En realidad todos nos dimos cuenta, pero decidimos darte tiempo para que te
abrieses y así ayudarte, pero no lo hiciste, te fuiste cerrando cada vez más y
eso te ha ido hundiendo. Anoche lo estuvimos hablando y decidimos que de hoy no
pasaría. ¡Maldita sea Heechul, somos una familia. Estamos aquí para apoyarnos
en todo! — Leeteuk se había levantado y se puso a su lado haciéndolo girar
hacia sí mientras le decía todo aquello. Al ver sus ojos vacíos, muertos, se
calló de golpe y vio que aquello era más grave de lo que pensaba. Se dio cuenta
de que el Heechul de antes ya no estaba. Aquel que brillaba sobre los demás,
aquel que atraía a mujeres y hombres por igual, aquel que tenía una pulla
afilada para quien intentase jugar con él, había desaparecido por completo. Era
un hombre desencantado con la vida, que seguía viviendo por el simple hecho de
hacerlo. No encontraba metas que lo satisficiesen y su corazón se había vuelto
casi un bloque de sílex, mineral que es de los más duros del mundo, teniendo
sólo por delante al topacio, al corindón y al diamante, según la escala de
Mohs. Sólo conseguía ablandarse de vez en cuando, con las pocas personas a las
que aún podía querer.
Heechul, al
ver el dolor en la mirada de su hermano, apoyó la cabeza en su hombro y suspiró
derrotado.
— Hyung, no
le encuentro sabor a la vida. Llevamos años en este mundo aguantando de todo.
Hemos salido con muchas mujeres, tanto famosas como desconocidas, he tenido más
aventuras de las que puedo recordar, pero nada de eso me hace sentir lleno. Me
siento vacío por dentro, sin emociones. Sólo el sumergirme en la música hasta
caer rendido puede hacerme olvidar la soledad que siento y que amenaza con
engullirme. Adoro esta vida, no me entiendas mal, me encanta recibir la
adoración de miles de personas, ser famoso, salir en los programas, dar grandes
conciertos, ganar premios, pero echo de menos lo que tiene un hombre normal y
corriente. Echo de menos tener a una mujer que me ame por cómo soy y no por
quién soy, echo de menos salir a la calle tranquilamente y pasear por donde
quiera sin que me persigan o tenga que salir disfrazado. Echo de menos tantas
cosas sencillas que podría estar todo el día diciéndotelas. — Finalmente,
suspiró de nuevo y se abrazó a su hyung, en busca del consuelo que sabía sólo
él podía darle.
Leeteuk
contuvo las lágrimas. Era demasiado sensible y no quería entristecer más a su
donseng. Le abrazó con fuerza y guardó silencio un momento, reconociendo para
sus adentros que él se sentía igual pero no lo demostraba, era el líder y tenía
que cuidar de todos, aunque en el fondo de su alma anhelante, deseaba que
alguien cuidase de él y le descargase de tanta responsabilidad.
— Parece
que ninguno de nosotros lleva bien eso de estar en la treintena. Entiendo todos
esos anhelos y esa soledad pero ten sólo un poco más de paciencia y verás cómo
al final, acabarás encontrando aquello que tanto deseas. — Leeteuk sintió cómo
el miedo atenazaba su corazón, porque temía que eso no sucediese, ya que fueron
muchas las mujeres que jugaron con ellos y al final, habían terminado
convertidos en unos cínicos que no confiaban en ninguna mujer, salvo en las de
sus familias y algunas que tenían en los grupos femeninos, pero ni con unas ni
con otras tenían la suficiente confianza para confesar sus temores y problemas.
— Hyung,
estoy harto de tener que esperar ese día. —Levantó la cabeza y lo miró con ojos
llenos de desesperación. — Estoy harto de que todas las mujeres que se me
acerquen sea para conseguir algo. Yo también me aproveche de ellas con el sexo,
pero es que ahora ya es algo que ni siquiera me atrae. Todas son iguales— La
amargura de su voz preocupó aún más a Leeteuk.
— Será
mejor que te vayas a dormir. Llevas días durmiendo fatal y no me contradigas
porque esas marcas azules de tus ojos se ven a kilómetros de distancia. Vete
yendo al dormitorio mientras te preparo algo que te ayude a dormir y obedece,
venga. Mañana será un nuevo día y seguro que te traerá alguna sorpresa, ya
verás— Le dedicó una gran sonrisa pero ambos se conocían demasiado como para
creerse todo aquello.
Sin
embargo, lo que ninguno de los sospechaba, era que la diosa Fortuna acaba de
echar sus cartas y que como diosa caprichosa que era, el mundo que ambos amigos
conocían sufriría al día siguiente un vuelco de ciento ochenta grados que les
haría recuperar el carácter de antaño, aunque la responsable tenía ante ella un
trabajo hercúleo pero era fuerte y sabía que cumpliría con creces el destino
que había le había preparado.
Leeteuk
terminó de preparar la fuerte infusión para que Heechul pudiese descansar y
pasar una noche tranquila, mientras rogaba en silencio que el antiguo Heechul
volviese a sus vidas y que encontrase aquello que tanto anhelaba. Cuando entró
al dormitorio, se la dio y esperó a que hiciese efecto para abandonar la
habitación y ser él el que ocupase el puesto ante la ventana que Heechul había
dejado.
Dios mío!!! Y tengo que esperar también una semana para leer el 1er. capítulo??? Hay que ver lo malas que son!!!!! Mentira, ustedes lo que son es un cielo que alimenta mi vicio que es la lectura y yo adoro leer sus historias. Me ha encantado y eso que solo es el prólogo. Gracias.-
ResponderEliminarMuchas gracias por leer y comentar. Me alegra que te esté gustando y espera el siguiente, porque créeme, la situación va a mejorar MUCHO
EliminarPor favor, que me lo he leído y estoy aquí mordiéndome ni las uñas, ni los codos,¡¡los hombros!! ¡Qué corto! ¿Por qué lo paras ahí? ¡¡¡¡¡DAME MÁS!!!!
ResponderEliminarTe toca esperar y lo sabes. Además, si eso puedes leerlo en el documento que ya tienes XD
EliminarMe ha entacantado, quiero leer el proximo capítulo ya =)
ResponderEliminarBueno una nota a mi agenda :)
ResponderEliminarYa no sufriré tanto toda la semana xD
Se puede tener uno por día (sale corriendo por exigente)
Gracias este fic cae más que bien, Hee ya regresa xD