sábado, 31 de agosto de 2013

[SUPER JUNIOR + MBLAQ] Manos de pianista: capítulo 2

Por @Ari2PMAM

No sacar ni publicar en otro lugar sin permiso de la autora y sus respectivos créditos.



Capítulo 2

— ¿Eres Bang Chul Yong? ¿Mir de MBLAQ? — No se lo podía creer, allí, frente a ella, vistiendo vaqueros, zapatillas de deporte y una sudadera negra con capucha, se encontraba otro de los idols que más le gustaban y le estaba sonriendo amigablemente. Se enderezó en el banco y le ofreció asiento con un gesto de la mano, por lo que él se sentó de lado en el banco y la miró sonriendo esperando a que ella se recuperase.

            — Sí, soy el mismo que dices— se quedó callado esperando a que ella lo bombardease a preguntas, de esa manera conseguiría que se distrajese de lo que le había pasado.

            — Encantada de conocerte. Me llamo Inma y soy una gran fan de MBLAQ. — Poco a poco se recuperaba del impacto de verlo y tenerlo a su lado y forzaba a su cerebro a trabajar a marcha forzadas para recuperar la compostura.

            — Eso me pareció en cuanto te me quedaste mirando estupefacta y con esa mirada de reconocimiento. — De nuevo aquella sonrisa que la empezaba a afectar demasiado pero no podía dejar que sus hormonas tomasen control de su persona. Quizá aquella fuese una ocasión única que no se repitiese, así que decidió que al menos, el encuentro con Mir saldría perfecto para compensar su choque con Heechul. — ¿Qué haces aquí?

            — Suelo venir a menudo a este parque, sobre todo a esta zona, donde no suele haber gente. Aquí puedo estar a solas y desconectar. Además, está cerca de nuestro piso.

            — ¿Vives cerca de aquí y vienes a menudo? — No se lo podía creer, con la de veces que iba a esa zona y nunca se lo había encontrado. — Yo vengo también muy a menudo. Esta zona es todo un remanso de paz en este caos de ciudad y así puedo desconectar de todo.

            — Lo más probable, es que cuando uno se iba, el otro estuviese llegando y de esa manera no nos pudimos encontrar hasta ahora.

            — ¿No tienes miedo de que algún grupo de sassaengs te siga y te acorrale aquí donde nunca suele haber nadie?

            — Veo que estás informada sobre ese tipo de seres. — En su voz había hastío y desprecio

            — Las occidentales a las que nos gusta el Kpop estamos bastante puestas en diversos temas. Ese es sólo uno de ellos.

            — Suelo venir por la noche o a primera hora de la mañana, aunque odio madrugar, pero son los únicos momentos en los que puedo estar tranquilo y tener algo de tiempo para mí sólo.

            La mención a su aversión a madrugar la hizo esbozar una sonrisa que a él le gustó mucho y sonrió a su vez.

            — ¿Qué dije que te hizo sonreír?

            — Que no te gusta madrugar. Eso me hizo recordar unos vídeos que vi en los que era tremendo lograr que te despertases y levantases. Eso demuestra que vas madurando. — No pudo evitar tomarle el pelo al decir esto último con fingida seriedad y aguantando la sonrisa.

            — Auch, eso dolió — y se llevó la mano al corazón en un gesto teatral— Recuerda que ya tengo veinticinco años y que no soy aquel niño que todas conocisteis— Lo dijo de manera seria y mirándola de manera intensa, lo que la hizo sentir incómoda y sonrojarse.

            — Sí, lo sé, todas nos dimos cuenta del cambio que fuiste sufriendo. — Pensó que había metido la pata y ahora estaba incómoda estando a su lado, se dio cuenta de que no podía tratarlo como a un niño, a pesar de que a veces su comportamiento fuese el de uno. Era un hombre con un cuarto de siglo de vida a sus espaldas y en la vida privada, un completo desconocido para ella. Antes de que pudiese seguir elucubrando, Mir entró al ataque.

            — ¿Por qué estás en Seúl? — Tanto su expresión como su voz delataban verdadera curiosidad.

            — Soy profesora de español en una de las universidades. Llevo aquí varios meses y a pesar de que al principio me costó acostumbrarme a todo, ahora lo llevo mejor.

            — Vaya, profesora de español. Me gusta ese idioma, aunque todavía no tuve tiempo de ponerme a estudiarlo, sin tener en cuenta que suelo ser bastante malo con los idiomas. — La mención de su debilidad en ese aspecto le hizo poner un gesto contrariado— Supongo que os habréis dado cuenta de que en varias de nuestras canciones hay guitarra española y alguna que otra palabra en español— aquello lo dijo de manera burlona para hacerla sonreír.

            — Por supuesto, a ninguna se nos pasó y es algo que nos encanta— De nuevo volvía a sentirse cómoda, ya que él estaba siendo simpático y amable y en cierto modo, con eso de las canciones, trataba de bromear para sacarle una sonrisa, lográndolo con gran facilidad.

            — Dime ¿me darías clases particulares de español? — Estaba serio y la miraba con intensidad, dejándole muy claro que no era una broma.

            — ¿Qu… quieres que te dé clases de español? — Volvía a estar estupefacta. Aquello era surrealista. Estaba, en un parque, en una zona solitaria, hablando con Mir, de MBLAQ como si tal cosa y ahora le soltaba que le diese clases de español. Lo vio asentir con la cabeza y seguir mirándola esperando su respuesta.

            — Sí, claro, eres profesora en una de las universidades de aquí, no te estás comportando como una fan enloquecida y me siento cómodo contigo ¿qué más puedo pedir? — Lo planteaba todo de manera muy sencilla pero a ella estaba empezando a darle vueltas la cabeza ante esa idea.

            O él era muy tonto o ella muy buena escondiendo los efectos que le causaba tenerlo a su lado.

            — No te paraste a pensar en que no tenemos un lugar adecuado para dar las clases. Por si lo olvidas, eres famoso y llamarás la atención allá donde vayas ¿crees que será tan sencillo? — Ella estaba viendo la situación desde un punto de vista real, pero él siguió sin reaccionar ante todo lo que ella le había dicho. La miró como si ella no pudiese ver la facilidad de lo que le decía,

            — Sí, tenemos un sitio, tu casa— y no dijo más esperando su explosión. Aquello estaba siendo muy divertido y no pudo evitar sonreír cuando vio la cara que se le quedó a ella.

            — ¡¿MI CASA?! ¡¿ESTÁS LOCO?! — No salía de su asombro. Debía de estar tomándole el pelo. Sí, eso era, le estaba gastando una broma de mal gusto.

            — Tranquila. Piensa un momento ¿vale? — Se puso serio al ver que ella estaba pensando que le estaba jugando una mala pasada— Mira, es más fácil de lo que crees y es imposible que nos pillen y se arme un buen jaleo en caso de ser descubiertos. Además, si eso pasase, en cuanto dijese que eres mi profesora particular de español estaría todo arreglado.

            Ahora escúchame con atención. Tengo ensayos y grabaciones todos los días, sin hora fija de fin, así que podríamos quedar siempre que no acabase muy tarde, lo que quiere decir, que por el ritmo de trabajo que llevamos, no sería todos los días. Tres o cuatro días a la semana sería lo que podríamos quedar y no todas las semanas los mismos días. Además, sería siempre al final del día y vendría disfrazado ¿qué problema puede haber? ¿No ves que es imposible que falle lo que te propongo? — Se calló y la miró con intensidad, tratando de que lo que le decía lograse convencerla.

            Ella no pudo seguir sentada y se levantó, paseando arriba y abajo, procesando lo que él le había dicho. Vivía en un bloque de pisos y nadie sabría a qué piso iría él, por lo que ella estaría a salvo y con el trabajo que tenían todos los idols, estaba claro que las cosas serían como él decía. No habría ni días ni horas fijas, así que por ese lado tampoco habría problemas o eso creía, porque siempre estaba el paparazzi de turno para estropearlo todo.

            — ¿No pensaste en los paparazzi? — Estaba de pie y lo miraba con seriedad.

            Él rezongó para sí y pensó que aquella mujer pensaba en todo y que nunca se le escapaba nada. A este paso estarían allí hasta la medianoche para lograr que ella accediese a su plan.

            — Y tú te olvidas de que Seúl es una gran ciudad y que hay miles de calles en las que uno se puede perder. Además, siempre vigilo todo a mi alrededor y antes de salir hago movimientos de prueba por si acaso. Otra cosa ¿viste alguna noticia sobre mí en la prensa sensacionalista en los meses que llevas aquí? — La tenía atrapada, no se podía negar ahora que le había cortado la última escapatoria.

            La reacción de ella fue desconcertada, lo que hizo que él esbozase una pequeña sonrisa.

            — No, la verdad es que no vi nada.

            Él se levantó y se puso a su lado — ¿Entonces accedes a ser mi profesora particular de español? — Su mirada, entre entusiasmada y seductora terminó de vencer los últimos reparos y no pudo evitar devolverle la sonrisa.

            — Está bien, seré tu profesora de español.

            Él emitió un grito de júbilo y levantó los brazos en señal de victoria, mirándola con una sonrisa esplendorosa que hizo que ella se echase a reír ante su entusiasmo.

            Su risa lo dejó descolocado, haciendo que su corazón se saltase un latido. No lo pudo evitar y la cogió en sus brazos, levantándola y dándole una vuelta para dejarla otra vez en su sitio. Inma no pudo evitar emitir un pequeño grito de sorpresa ante aquel gesto y se agarró a sus poderosos hombros.

            — Lo siento, pero es que me hizo tan feliz que no lo pude evitar. — Estaba algo avergonzado. Nunca hacía aquellas cosas pero ella lograba que todos sus esquemas de comportamiento se rompiesen.

            — Tranquilo, no pasa nada— Estaba avergonzada pero excitada al mismo tiempo. Sentir sus manos hizo que todo su cuerpo recibiese una poderosa descarga eléctrica que puso todas sus terminaciones nerviosas en alerta máxima. — Pero recuerda que a partir de ahora seré tu profesora, así que tienes que respetarme y no puedes tener semejantes reacciones. Además, soy mayor que tú. — Le pesaba decirle aquello, porque en realidad le encantaba su manera extrovertida de ser.

            — ¿Entonces puedo llamarte noona? — Había acercado su cara a la de ella, mirándola de una manera destinada a conquistarla y hacerle ceder a su petición.

            — No, no hagas eso— Lo señaló con un dedo, mientras luchaba contra el sonrojo— No puedes hacer eso — estaba aguantando las ganas de sonreír y trataba de sonar seria y firme. Aquel chico era capaz de hacer que hasta una monja de clausura renunciase a sus votos si le sonreía de aquella manera y le ponía aquella mirada de pícaro seductor.

            — ¿Hacer qué? — Sabía de sobra a lo que se refería, porque siempre le daba resultado con cualquier mujer a la que se las dedicase.

            — Lo sabes de sobra— Reunió los restos de sus fuerzas y consiguió ponerse seria— Si crees que esa mirada de pícaro seductor y esa sonrisa conseguirán que acceda a tu petición, vas por mal camino. — Por mal camino iba ella, porque esa sonrisa y esa mirada estaban haciendo estragos en ella.

            — ¿No da resultado? — Adoptó una expresión pensativa, mientras se llevaba una mano a la barbilla y sostenía ese brazo con el otro. — Qué raro, siempre da resultado. Veo que tendré que adoptar otras medidas contigo. Eres un hueso duro de roer— le dijo acusándola con un dedo.

            — ¿Otras medidas? — Lo miró burlona — Lo que tenemos que hacer ahora es terminar de aclarar lo de las clases, en vez de seguir aquí discutiendo tonterías — Se puso en jarras y lo miró con seriedad.

            Mir suspiró, agachó la cabeza y de momento se dio por vencido. Ya lo intentaría más adelante y seguro que lo lograría.

            — Está bien, ¿cómo te tengo que llamar entonces? — Rogaba en silencio que no la hiciese llamarla profesora, se negaba a eso.

            — Inma, con mi nombre basta ¿te parece bien? — Le sonrió porque sabía que diciéndole aquello lo acababa de pillar con la guardia baja. En Corea nadie llamaba a otra persona sólo por el nombre y menos siendo ambos de sexo diferente. Sólo en casos cercanos y ni siquiera entonces se llamaban por él, porque siempre añadían alguna partícula de respeto.

            Cuando vio la cara que se le quedó, no pudo evitar reírse. Lo había pillado como quería.

            — ¿De verdad? ¿En serio puedo llamarte sólo por tu nombre? — Tenía los ojos totalmente abiertos porque no se esperaba aquella reacción por su parte.

            — Sí, ¿no te parece bien? — Esa reacción tan incrédula la hizo sentir insegura.

            — No, no es eso, por supuesto que me parece bien— Le sonreía de oreja a oreja— Entonces llámame Chul Yong.

            — Vaya, por tu verdadero nombre, muchas gracias. Entonces apunta mi dirección y número de teléfono para que podamos empezar con las clases cuando quieras. —  Estaba feliz. La mañana había resultado ser desastrosa pero encontrarse con Mir, que había logrado animarla y hacerla reír, había hecho que su día acabase siendo fantástico.

            — Espera, vamos a hacernos una foto con nuestros móviles para así, cuando llame el otro, que su imagen aparezca en pantalla. — Le sonreía con suficiencia, mientras que ella lo miraba azorada, pensando que ese hombre no podía tener veinticinco años y estar dentro del mundo del entretenimiento y que fuese tan inocente.

            — Vamos a ver ¿es que no pensaste en que alguien puede cogerte el móvil y ver mi foto y viceversa, armándose una buena? — Inma trataba de poner algo de realidad en todo aquello.

            — Ya te lo dije, con decir que eres mi profesora de español, asunto solucionado. — y se encogió de hombros como si no hubiese nada de lo que preocuparse.

            — ¿Cuántos alumnos conoces que lleven la foto de sus profesores en sus móviles? — Se estaba exasperando, no entendía cómo podía estar tan ciego ante esa realidad.

            — Es que nosotros nos conocimos de una manera peculiar y además de ser profesora y alumno, también podemos ser amigos, porque después de todo, no nos llevamos tanta diferencia de edad y nos llamamos por el nombre ¿es que no te gustaría que fuésemos amigos? — La miraba de manera intensa, como intentando llegar a lo más recóndito de su alma y ella sintió cómo esa miraba la perforaba y se sintió incómoda.

            — Sí, claro que me gustaría que fuésemos amigos. — Le sonrió y él aprovechó ese momento, para agarrarla por el hombro, y sacarse una foto con su móvil. A ella no le dio tiempo a reaccionar y él sonrió con satisfacción cuando vio la foto.

            — Pues no salimos nada mal, mira — y le pasó el teléfono todo ufano para mostrarle la foto.

            — Yo salgo fatal, así que bórrala de inmediato— Inma salía mirándolo con cara de asombro y aquello no le gustó.

            — Está bien, pues ponte, que nos sacaré una en condiciones. — La agarró por el hombro nuevamente y los dos miraron hacia el teléfono sonriendo y esta vez, sí contó con su aprobación, por lo que él le quitó su teléfono y le puso a ella también la foto en su nombre para cuando la llamase. Se lo dio y luego pasó a otro tema más mundano.

            — ¿Te parece bien que demos dos horas de clase cada día? — Mir quería poder pasar el máximo tiempo posible con ella. Le gustaba. Aquella muestra de carácter le había gustado y su sonrisa le parecía preciosa. Su físico no encajaba con el de las mujeres a las que estaba acostumbrado pero le gustaba. Mucho, más de lo que creyó en un principio. Lo mejor de todo, es que no había mucha diferencia de altura entre ambos.

            — Sí, claro, no habrá problema. Algunos días tengo que dar clases por las tardes, pero salgo a las seis y teniendo en cuenta vuestros horarios, no habrá problema con las clases. — No quería marcharse pero tenía que hacerlo. Tenía trabajos que corregir para entregar al día siguiente — Tengo que marcharme ya, tengo trabajo pendiente y me llevará tiempo— Le sonrió con pesar y él se puso serio.

            — ¿De verdad te tienes que ir? — No quería dejarla tan pronto.

            — Sí, de verdad. — Se acercó al banco a coger su bolso que se lo puso en bandolera como siempre. Fue a coger su maletín pero Mir se adelantó y se lo entregó con una sonrisa pesarosa. Sus manos se rozaron un momento y de nuevo aquella descarga.

            — Espero que no te eches para atrás en lo de darme clases de español. — Su tono era bromista pero había algo de desconfianza.

            — Y yo espero que no te eches para atrás en lo de aprender español y que perseveres. Ya verás que es fácil. Adiós. — Levantó la mano y se fue a su casa, aunque le hubiese gustado pasar el resto del día con él.

            Mir la vio alejarse, se metió las manos en los bolsillos, suspiró profundamente y emprendió también el camino a su casa, pensando que su vida acababa de de volverse mucho más interesante. Estaba deseando poder ir a su casa. Allí tendrían más intimidad, aunque sabía que conquistarla le llevaría mucho tiempo, pero lo lograría, de eso estaba seguro.

4 comentarios:

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  2. DPSOJCVPSDVJPDSJDPJS
    SDJVPDVSOJPVJSDPVJSD
    O SEA, MIR, MIR PRECIOSO, BONITO, HERMOSO.
    Qué voy a decirte, Ari, a parte del QUIERO MÁS, qué maja parece la prota (XDDDDDD) y que eso de darle clases de español a Miru-ya es como...como... como sueño que podría hacerse realidad y tal.
    BONITO
    PRECIOSO
    DAME MÁS CAPÍTULOS LALALALALA

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  3. Me encantó, pero me sigue quedando muy corto como el anterior, creo que estoy muy ansiosa por saber que mas sigue. Gracias por el grato momento de lectura. Solamente te pido una cosa que ojala y puedas tener en consideración, con ese tipo y tamaño de letra me estas matando porque soy muy miope te ruego que por favor hagas algo muchas gracias.

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